Acordes del Corazón (libro 10. Тишина)

Cap. 50 Despedida

 

Desde que Dèjan se había casado había reducido mucho sus viajes, y cuando por cualquier motivo tenía que hacerlos, procuraba que fuesen muy cortos, pero desde que Dajana nació, no había hecho ninguno ni corto ni largo, de manera que llevaba casi ocho meses sin abandonar Londres, el período más largo que Ioan podía recordar que su primo hubiese permanecido tanto tiempo en un mismo lugar. Sin embargo, en esta ocasión decidió hacer uno, pues quería ir a ver con sus propios ojos cómo estaba Grajko, ya que, aunque Ioan lo había mantenido informado, él igual quería asegurarse.

El día en cuestión le había costado mucho salir de la cama, pues Jesse en algún momento de la noche, y debido al frío, se había acurrucado pegada a él y Dèjan la había abrazado, de modo que, cuando sonó la alarma e intentó incorporarse, se encontró con que no podía.

  • Ljubavi – susurró, pero como ella ni se movió, tuvo que intentarlo varias veces
  • Mmmm – escuchó finalmente
  • Srce[1] debo levantarme
  • ¿Por qué?

Dèjan sonrió como cada vez que ella preguntaba por qué, independientemente de si estaban en una conversación normal, o ella estaba despotricando en su contra, pues aquella era una pregunta que lo trasladaba al día que se habían conocido y era el único recuerdo que no lo lastimaba a pesar de las condiciones en las que lo habían hecho, sino que le recordaba la extraña emoción que había despertado en él, y lo mucho que lo había divertido el pequeño Jesse.

  • Recuerda que te dije que iba a viajar a…

En este punto Jesse se incorporó con tanta violencia que lo golpeó, pues él seguía susurrando en su oído. La reacción de Jesse obedecía a que Dèjan llevaba tanto tiempo sin abandonar el país, que la noticia, y por algún motivo desconocido para ella que nunca había prestado mucha atención a eso, no le había sentado nada bien, aunque había entendido los motivos. No obstante, cuando miró hacia la ventana, juntó las cejas y volvió a acomodarse en la cama.

  • Ya sé que no estás bien de la cabeza, pero por si no lo has notado, aun es de noche, así que vuelve a dormir – le ordenó con disgusto y Dèjan ahogó la risa
  • Van a ser las seis, ljubavi

Como sabemos, ni Jesse ni el mismo Dèjan eran como Dàmir, por ejemplo, que todo el tiempo iba por ahí repartiendo dulce, como decían Jeff y Jonathan, así que sus expresiones de afecto generalmente tenían lugar en privado, aunque Dèjan las disfrutaba lo mismo y hasta más, cuando por cualquier motivo su mujer le demostraba su amor en público. No obstante, esa mañana la tendría muy difícil, porque a pesar de que Jesse seguía riñéndolo, lo tenía abrazado de nuevo y ciertamente, la última cosa que él habría querido, sería salir de su cama y estuvo a punto de enviarlo todo al demonio y quedarse justo donde estaba. A pesar de lo anterior, Dèjan aparte de ser un sujeto muy formal, cuando le otorgaba su afecto a alguien, podía sacrificar muchas cosas en beneficio de ese alguien, así que, con sumo pesar, pero con la mayor delicadeza, apartó a Jesse.

Cuando se estaba rasurando, sintió que Jesse abría la puerta, algo que le extrañó mucho, porque en otras ocasiones en las que él tenía que salir temprano, si bien ella despertaba y podían despedirse, Jesse se quedaba un rato más en la cama, aunque no volvía a dormirse. Sin embargo, cuando iba a preguntar si le sucedía algo, ella lo rodeo con sus brazos.

  • ¿Puedo ir contigo?

Aquello tampoco había sucedido nunca, pero si lógicamente había lugar para la sorpresa por muchos motivos incluido el hecho de que Jesse odiaba montarse en un avión, la alegría hizo a un lado lo anterior, y aunque hubiese tenido mil razones para negarse y no las tenía, se apresuró a decirle que sí.

Después de eso Jesse corrió a la ducha dejándolo con una sensación de vacío como cada vez que la tenía en los brazos y ella los abandonaba, así que de mal humor volvió a lo que hacía, e incluso antes de que él entrase a ducharse, ella ya corría hacia el vestidor.

Cuando finalmente Dèjan estuvo listo, tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no reír, porque Jesse parecía un oso de peluche debido al enorme abrigo que se había puesto, pero no pudo evitar el comentario.

  • ¿Crees que vas lo suficientemente abrigada?
  • Seguro que no, y tú cogerás una pulmonía si vas solo con tu traje de empresario de pompas fúnebres

Como hacía tiempo que Dèjan había dejado de molestarse por aquella comparación, solo sonrió y se disponían a salir cuando su móvil comenzó a vibrar.

  • Da?
  • ¿Te quedaste dormido? – escuchó a Ioan
  • No fastidies, Ioan. Voy a despedirme de mi hija y salimos

Como no agregó nada más, Ioan se preguntaría quién más estaba incluido en el viaje, y aunque por un momento pensó que el loco aquel podía estar pensando en llevar a la niña, lo descartó enseguida, porque Dèjan había dicho que iba a despedirse de ella. Aunque a últimas fechas las relaciones entre Ioan y Jesse habían mejorado un poco, posiblemente se habría sentido miserable si hubiese sabido que ella iba a acompañarlos, pero como fue algo que ni siquiera pasó por su cabeza, porque sabía lo mismo que todos con relación a su aversión a volar, se llevaría una enorme sorpresa al verlos llegar.




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