Amor Forzado

Capítulo 16

Los rayos de sol filtraban por las ventanas, abrí los ojos y al tratar de estirarme sentí aquel brazo rodear mi cintura, recuerdos vinieron rápidamente a mi mente...

—Debo irme Noelle —susurró sobre mi boca, mientras su mano acariciaba mi cuello para luego llegar a mi hombro, sentí como bajó el tirante de mi camisón, luego el otro mientras su boca devoraba la mía, bajo todo el camisón y suelto un pequeño jadeó al sentir el fresco de la noche golpear mis senos por que estos se han puesto duros.

Las caricias de Matt llegaron a esa parte de mi cuerpo, mientras él se iba acomodando junto a mí, mi cuerpo estaba despertando a sensaciones que no conocía.

Él levantó la cabeza, su dedo acariciaba mi mejilla.

—Creo que es mejor me marché, aún no estás lista —murmuró mientras me daba besos en la barbilla.

Mi cuerpo no estaba de acuerdo con sus palabras

—Quédate —murmuré, sus besos se detuvieron, mientras sus ojos estaban mirando los míos.

—¿Sabes que si me quedo no hay vuelta atrás Noelle? —asentí rápidamente.

—Lo sé —pasé mis manos por su cuello para atraerlo y besar su boca nuevamente.

Salí de mis recuerdos cuando escuché que tocaban la puerta, llevé mi mano a la de Matt para apartarla, pero él se incorporó, abrí más mis ojos al ver a mi esposo como Dios lo trajo al mundo, mis mejillas ardían, así que tapé mis ojos con mis manos mientras lo escuchaba reír.

—Ya puedes verme —lo escuche decir, poco a poco aparte mis dedos de mi rostro y él ya estaba vestido con su bata —yo abriré, puedes dirigirte al vestidor para ponerte cómoda —asiento mientras él avanza hacia la puerta, me levanté rápidamente y me dirige hacia el vestidor. Debía ser la nana que llevaba el desayuno.

Matt

—Emma —mi hermana sonríe de oreja a oreja al verme en la puerta —pasa.

Ella me abraza y luego entra a la habitación de Noelle, mi mirada la busca y me doy cuenta que ella debía estar cambiándose.

—No quiero desayunar sola Matt pensé te habías marchado temprano.

—No desayunaras sola pequeña Emma, pero iré a mis aposentos a cambiarme, puedes bajar, Noelle y yo lo haremos en unos momentos.

Me he inclinado para estar a la altura de Emma, ella sonríe. Mi hermana ya no tiene la mirada triste que mantenía antes que llegará Noelle, ella estaba siendo una maravillosa madre para mi hermana, no tenía la menor duda que sería la mejor madre para nuestros hijos, extrañamente el pensamiento de tener un hijo no me causaba espanto, al contrario, me sentía listo para ser padre.

—Los espero en el comedor, ni tío Claude a aparecido esta mañana para desayunar.

—Ya bajamos Emma —ella se gira para salir de la habitación.

Una vez se ha marchado escucho el jadeó de Noelle, al girarme ella está viendo las manchas en las sábanas.

—Dios esto... —camino hacia ella y tomó sus manos entre las mías.

—No te preocupes sólo pasó anoche, no volverá a pasar —señaló la cama.

—¿Seguro? —asiento y doy un beso en su frente.

—Muy seguro, voy a lavarme para que bajemos a desayunar con Emma.

—Estaré lista en poco tiempo —murmura mientras beso suavemente su boca.

Gabinia

—¿Dónde estuviste? —él no responde sólo se limita a mirar su vaso medio lleno de aquel líquido —Claude

Él se puso de pie sin mirarme, había una luz extraña en su rostro.

—Claude

—Voy a salir madre —se dirigió a su vestidor para sacar un traje —déjame, debo cambiarme.

—No has probado bocado desde el día de ayer

—No te preocupes por mi

Narrador

El Duque de Pemberton camino en círculo alrededor de la banca, se preguntó acerca de la extraña nota que había llegado hace una hora. Soltó el aire retenido y pensó que era mejor marcharse, quizás esta era su oportunidad

—Buenas tardes —frunció los labios al darse cuenta que su oportunidad de escapar se había esfumado...

Se giró y miró al hombre joven que lo observaba de una manera penetrante.

—Duque de Pemberton —él sonrió y asintió.

—¿Usted es? —preguntó nada más por cortesía a decir verdad no le interesaba.

—Claude, Sir Claude como desee llamarme —se encogió de hombros, mientras ponía atención a cada detalle de su locutor, a decir verdad, deseaba despejar las dudas, saber si él era el hijo del Duque porque de lo contrario estaba seguro que era Matt, si, el primo que estaba empezando a odiar.

—Dime Claude, ¿qué es lo urgente que necesitas hablar conmigo? —el Duque pensó que este hombre era como los demás, se acercaba para buscar ayuda económica de su parte, ya había aprendido la lección, está gente podía ver que se sacaba el corazón, pero eso no importaba, siempre buscaban más.

—Creo es mejor se siente Duque —puntualizó Claude quien al parecer había olvidado que hablaba con un hombre importante ya que le habló como si lo hiciera con un niño pequeño.

—Dime Claude, no tengo mucho tiempo

Claude asintió, se acercó a él y lo miró directamente a los ojos.

—¿Conoce usted el fin del bebé de Gabinia y suyo?

—¿Hijo? —preguntó el Duque con voz temblorosa ¿de qué bebé hablaba este hombre?

—Sabe bien que habló del hijo que ella llevaba en su vientre

—¿Gabinia estaba embarazada?

Claude se da cuenta de su error, pero ya es tarde, ya no puede hacer nada

—Lo estaba —desvía la mirada —pensé usted conocía toda la verdad, pero me doy cuenta que no es así.

El Duque de Pemberton, sintió sus piernas desfallecer y busco a sentarse en la banca, sacó su pañuelo de seda y lo paso por su rostro... ella había quedado embarazada de él, años de años luchando con su esposa por tener un bebé y esta había logrado quedar en cinta después de muchos intentos, los bebés morían y eso era doloroso para él. Cuando al fin su esposa pudo traer un hijo al mundo, el médico indicó que ya no habría más hijos. Su único hijo era alguien decepcionante para él, ya que su madre lo consintió tanto que, para él, se merece todo lo que existe en el mundo sin mover un sólo dedo. Aunque el hijo que tenía con Gabinia no podía heredar el título por ser un hijo bastardo, podía dejarle parte de su fortuna para que hiciera su vida sin faltarle nada.




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