Asistente de un dios

7.- El rostro de un inferior

Arturo

 

—¿La miraste realmente? —me preguntó Ángel dubitativo antes de sonreír con burla—. No puedo creer que el hijo preferido de Hades se haya dignado a mirar a un inferior, aquel que los humanos le son tan indiferente e insignificante que los ve a todos iguales.

 

Entrecerré los ojos sin contestarle ya que en ese momento se acercó el camarero a preguntarnos qué íbamos a comer.

 

—No sigas —mascullé molesto con su tono de voz.

 

No es que a propósito quiera que me sean los humanos todos iguales, simplemente no veo diferencias en uno y el otro. Aunque debo reconocer que en parte mi falta de interés en ellos también ha ayudado a esto.

 

—¿Y qué te pareció? —me contempló ansioso por mi respuesta.

 

—¿A qué se debe tu pregunta? —lo miré sin entenderlo.

 

Carraspeó levantando ambas manos y mirando al cielo.

 

—Si te pareció bonita, sensual, o que se yo —agregó impaciente.

 

Entrecerré los ojos ¿Acaso eso importa? Me alcé de hombros antes de beber una copa. Y desviando la mirada agregué:

 

—Sí, tenían razón, luce enferma y ojerosa, pero nada que una mejor alimentación no mejore y…

 

Me cuesta reconocer que lo que me dijeron era cierto.

 

—No me refiero a su estado de salud, sino a que si te pareció tan fea como dicen tus hermanos —volqué mi atención en él carraspeando molesto por el tipo de pregunta que me hace.

 

—¿Tu qué piensas? —le respondí con otra pregunta en un tono altanero que pareció notar.

 

Se tiró hacia atrás de su asiento cruzando los brazos.

 

—Yo pregunté primero —dijo sonriendo.

 

—Tengo curiosidad por saber lo que piensas —le dije sonriendo también, pero en mi caso con ironía.

 

—Creo que no está mal, claro no es una belleza Akuni como las que acostumbramos, pero esta pasable, más si logras quitarle esa apariencia desmejorada y claro mejorar su estilo de moda… pero te veo a ti, la veo a ella, y solo pienso que te la llevas a la cama y la matas —y dicho esto se echó a reír mientras arruga el ceño.

 

—Te crees muy gracioso —mascullé con molestia.

 

Y lo interpretó más que un halago que cualquier otra cosa.

 

—Los hijos de Apolo tenemos el sol de nuestro lado, amigo, y te digo esto con sinceridad, sigo dudando de tus planes —y al escucharlo decir esto solo guardé silencio molesto por la poca confianza de todos hasta de mi propio amigo.

 

 

***************O***************

 

Ema

 

—¡Chicas, les tengo una noticia! —exclamó Aurora ansiosa apenas se sentó a nuestro lado, estuvo a punto de volcar la bandeja de su comida al no poder contener su efusividad.

 

—No escandalices —reclamó Laura tomando asiento a su lado, intentando ocultar su sonrisa mientras toma su trenza colorina entre sus manos.

 

—¡Vamos! ¿Les dices tú o les digo yo? —le dirigió la mirada a esta última.

 

—Dilo tú, ya que empezaste con esto —desvió su atención, nerviosa.

 

—Laura y su marido van a pedir autorización para poder tener un bebé —dijo Aurora casi dando un salto.

 

Con Inés nos miramos sin saber que decir, aquella sonrió emocionada.

 

—¡Que buena noticia! ¿Y cuando les darán la respuesta? —preguntó ansiosa.

 

—Nos dijeron que en dos semanas —respondió sonriendo de una forma como nunca la había visto.

 

Sinceramente me alegro de ella, y por su valentía. Aun en las mejores condiciones no tendría la valentía de dar un paso así, no es algo que sea para mí. No cuando ni siquiera recuerdo una sola caricia de mi madre ni nada, ella falleció cuando apenas tenía dos años. Además, ni siquiera hay una foto, ni un objeto de ella en casa. Dice mi padre que días después que ella murió un fuego consumió nuestro viejo hogar y con ello se llevó todo lo que quedaba de mi madre.

 

Subí al ascensor al piso donde trabajo, las puertas se abrieron y en cuanto entré vi la espalda de un hombre alto, de cabellos castaños, con un elegante traje de tono oscuro. Por su porte y sus movimientos altaneros supuse que podía tratarse de un Akuni por lo que bajé la cabeza mientras avanzo a mi escritorio.

 

—Buenas tardes —saludé con cortesía.

 

—Ah, la señorita se digna a aparecer —respondió con un tono arrogantes.

 

Al girarse hacia mi pude notar que se trataba del hermano del presidente, aquel mismo que por accidente hacía unos días crucé mis ojos con los suyos y eso casi me cuesta un castigo que prefiero no imaginar.

 

—Estaba en mi hora de colación —señalé dejando mi cartera a un costado de la silla antes de tomar asiento.

 

Colocó sus manos en mi escritorio y se inclinó en tono amenazante.

 

—Cuidado con ese tono, humana, hoy no vengo con intenciones de ensuciarme las manos, menos con la sangre inmunda. Solo quiero hablar con mi hermano para que anuncie una noticia que de verdad será… especial para los tuyos —masculló con un tono de voz intimidante.

 

—Voy a llamarlo para ver si ha llegado, señor Demian —le respondí con seriedad, aunque sentirlo tan cerca me hace sentirme inquieta.

 

El teléfono sonó y sonó sin que hubiera respuesta del presidente, y noto como esto impacienta al Akuni que no deja de dar vueltas maldiciendo la falta de seriedad de su hermano mayor. Que en un evento tan importante como este no se aparece ni le contesta su teléfono móvil.

 

—¡¿Dónde mierda se ha metido Arturo?! —dijo a punto de agarrar a golpes las puertas hacia la oficina de su hermano—. Oye humana asquerosa, apenas vuelva dile que me llame ¿Lo entiendes?



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En el texto hay: distopia, dioses, embarazo

Editado: 05.03.2022

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