¿de quién es el bebé?

45. Un aterrador hallazgo.

Los dos se llevaron una sorpresa cuando Diego trajo a su novia y ésta resultó ser Irati. 

— Irati. — Dijo Álvaro. 

No había vuelto a verla desde que se mudaron y cuando sonrió, la cara de Rubén se puso seria. 

— ¿Ellos son tus amigos? — Le preguntó Irati a Diego. 

— Sí, pero parece que ya os conocéis. — Dijo Diego. — Supongo que es porque viviais en el mismo edificio, ¿no? 

— Por eso y porque… — Rubén iba a explicarlo, pero Álvaro lo calló dándole un pisotón en el pie. 

— ¿Por qué? — Quiso saber Diego.

— Solo por eso. — Mintió Álvaro. 

— La verdad es que estuvimos liados. — Le confesó Irati a Diego. — Prefiero que lo sepas por mí. 

— ¿Liados… ? — Diego miró a sus dos amigos y Rubén señaló a Álvaro. 

— Él. Ella no es mi tipo para nada. — Dijo Rubén serio. 

— Tú menos el mío. — Se molestó Irati y agarró a Diego de un brazo. — No quiero quedarme, ¿podemos irnos? 

— Sí, será mejor. — Asintió Diego y se despidió de ellos. — Ya nos veremos. 

Álvaro asintió solamente y Rubén se comió una patata de mala gana. 

— ¿Aún no lo has superado? — Le preguntó Álvaro entonces. 

— ¿Tú tampoco? — Le devolvió Rubén la pregunta y le señaló la boca. — No has podido sonreír más. 

— Es educación, Rubén. 

— Pues no seas educado. — Se quejó e iba a meterse otra patata en la boca, pero lo miró y le preguntó. — Sé sincero, ¿has recordado cuando te acostaste con ella? 

Álvaro pensó en ello y Rubén al darse cuenta de que lo hacía elevó su labio superior con antipatía. 

 — No. — Dijo Álvaro. 

— Mentiroso. Camilo, papá es un mentiroso. 

— No le enseñes eso y ya deja de joder, sabes perfectamente que me gustó y que me gusta más hacerlo contigo. — Rubén sonrió anchamente y Álvaro no pudo evitar reírse. — Eres tan infantil. — Se metió con él y le quitó a Camilo para comenzar a comer. 

Rubén se apoyó en la mesa con un codo y se quedó mirándolo.

— Eres tan guapo. 

Álvaro lo miró mientras quitaba el envoltorio de una hamburguesa. 

— ¿Lo soy? — Preguntó con ilusión y Rubén asintió. 

— No tanto como yo… pero tienes tu encanto. — Se burló y Álvaro suspiró. 

— Idiota. 

Rubén se rió entonces y arrimó después su silla a la de Álvaro. 

— ¿Sabes lo que más me gusta de ti?

Álvaro le dio a morder la hamburguesa a su hijo y miró a Rubén esperando otra de sus tonterías. 

— Vas a burlarte otra vez, ¿verdad? 

Rubén sonrió y negó. 

— Son varias cosas las que más amo de ti. 

Álvaro se quedó esperando saberlas, pero Rubén se puso a hablar entonces con Camilo y lo dejó con las ganas. 

— No vas a decirlo. — Le reclamó. 

— Te lo diré cuando tú me digas lo que más te gusta de mí. 

— Tu cuerpo. — Respondió Álvaro rápidamente y Rubén se ofendió. 

— ¿Soy un cacho de carne para ti? 

Álvaro se rió y lo culpó a él. 

— Lo tienes trabajado y siempre estás presumiendo de él, es natural que me guste. — Le dio un bocado a la hamburguesa y estando con la boca llena, recibió un beso de Rubén. Sonrió mientras masticaba. — Hay algo más que me gusta mucho de ti. 

— ¿El qué? 

— La forma en la que acceder a mí incluso cuando ni yo me aguanto en un mal día. — Le dijo Álvaro y se inclinó dándole un beso en la boca. — Y que eres noble y tierno. 

— Me voy a ruborizar. 

— ¿Qué es lo que más te gusta de mí? 

Rubén se llevó una mano a la nuca. 

— Ahora me siento abrumado, yo solo iba a bromear diciendo que me gustan tus michelines. 

— Sé serio. — Álvaro esperó algo más. 

— Supongo que lo que me gusta de ti es que eres más maduro que yo y que siempre te esfuerzas por conseguir lo mejor para nosotros tres. — Habló Rubén y le acarició el cabello. — Eres un pequeño luchador. 

— ¿Lo que más te gusta de mí es como me peleo contigo para que no gastes tu dinero innecesariamente? No me convence. — Respondió Álvaro y lo hizo bajar la mano. — Si eso es todo, me siento decepcionado. Vamos a comer e irnos a casa, mañana tenemos trabajo. 

— No te enfades. — Le pidió Rubén, rodeando su cintura y apoyando la barbilla en su hombro. — En verdad me gusta todo de ti. Tu cuerpo, tu personalidad irritable e irresistible, me gusta todo menos tu gusto por las mujeres. 

Álvaro se rió por eso último y lo miró. 

— Eres pegajoso. — Se quiso soltar de él. 

— ¡Ah! — Saltó Rubén y Álvaro se asustó. 

— ¿Qué? 

— También me gusta como finges que te molesta que sea pegajoso, cuando te encanta que esté encima de ti. 

Álvaro sonrió. 

— Me gusta más que estés debajo. — Susurró y Rubén sonrió pícaro. 

— A mí también. — Le ofreció sus labios y Álvaro le dio un breve beso en ellos. 

Camilo los miró y Álvaro sonrió a su hijo dándole a él un beso en la mejilla. 

Cuando regresaron a la casa, metieron el coche en el garaje. El coche de Fernando estaba allí. 

— Dos noches seguidas. — Se sorprendió Álvaro. 

Luego sacó a Camilo del coche, el niño se abrazó a él y Álvaro lo animó a seguir durmiendo en su hombro. 

— Llévalo arriba antes de que se espabile. — Le dijo Rubén. 

Álvaro asintió y los dos entraron en la casa. La luces estaban encendidas y Fernando dormía en un sillón, en pijama y bata de seda. 

— Despiertalo para que se vaya a la cama. — Habló Álvaro a Rubén, yendo hacia las escaleras para subir a Camilo. 

Rubén dejó la mochila de Camilo en el sofá y se acercó al sillón. 

— Despierta. — Llamó a Fernando dándole un toque en el brazo, pero la única reacción fue ese brazo cayendo del sillón. — ¡Eh! — Levantó Rubén la voz para despertarlo. 

Álvaro se detuvo en mitad de las escaleras y miró a Rubén. 

— ¿Qué pasa? — Le preguntó. 

Rubén lo miró y Álvaro supo por sus ojos qué algo no estaba bien con Fernando. 



#1074 en Novela romántica
#396 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, gay

Editado: 17.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.