Dime que te quedarás (amor a lo Escocés #1)

Capitulo 43: Icaro

Cuando tenía la edad de Alicia, papá solía contarme la historia de Ícaro, el hombre que por volar tan cerca del sol perdió sus alas cayendo en una muerte estrepitosa. Nunca me gustó esa historia, Ícaro me parecía tonto, quiero decir, su padre se lo había advertido, no te acerques al sol, había dicho; y de todas formas ¿a quién se le ocurre acercarse tanto a él?

Todo el mundo conocía las consecuencias que eso podría acarrear. Todo el mundo sabe cuánto quemaba el sol si te atrevías a acercarte a él... incluso todos sabían que tienes que tener cuidado de volar tan alto, un descuido y la caída será catastrófica, los daños serian irreparables.

Siempre pensé que Ícaro era un estúpido por atreverse a volar tan alto, ¿acaso no se daba cuenta de lo que estaba haciendo?

Mi papá decía que era difícil entender cuando no eres tú. Decía que era normal que las personas se dejaran cegar por la promesa del sol, después de todo, es difícil decirle que no al sol, que a fin de cuentas, no importara cuanto quemara, la promesa del sol era demasiado grande como para rechazarla. Que a muchas personas simplemente no le importaba y otras no se daban cuenta hasta que era muy tarde.

El sol no perdonaba.

Al final había terminado entendiendo esas palabras. Yo misma me había convertido en una triste versión de Ícaro.

Lo había sabido todo este tiempo y aun así no había dejado de volar...

¿Lo peor?

No me arrepentía

 

***

Nancy estaba revoloteando por la sala de estar en cuanto entré al apartamento, movía cojines de un sofá al otro y luego volvía a reposicionarlos en el lugar donde estaban primeramente

― ¿No deberías estar trabajando? ―pregunté

― Me tomé el día libre ―confesó sin levantar la vista del sofá, siguió en eso unos segundos más hasta que suspiró cansada y me miró― Estoy buscando tu arete de media luna que me dijiste que perdiste

Suspiré porque no recordaba cual fue la última vez que me los puse, y solo había logrado encontrar uno. 

Caminé hasta la cocina para servirme un vaso con agua, Nancy me siguió

― ¿Te tomaste el día libre para conseguir mis aretes?

― No, por supuesto que no, lo hice porque quería aprovechar y pasar más tiempo contigo... te vas pasado mañana ― me iba pasado mañana. El agua se atragantó en mi garganta― ¿Estas bien?

―Bien ―tosí, dándome golpes en el pecho para recuperar el aire

Nancy me examinó un segundo y después sonrió cuando estuvo segura de que me encontraba bien

― ¡Día de chicas hoy! ¿Quién está emocionada?... así que cancela los planes que tengas con Aiden, ya lo veras en la noche; por cierto tu mama ha estado llamando durante toda la mañana, ¿podrías atenderle el teléfono por favor? ―sacudió su cabeza― te lo juro, es como si no durmiera

Mi mamá

Tragué saliva y fue cuando empecé a caer, la grandeza de todo lo que estaba sucediendo, de todo lo que había sucedido anoche me golpeó y tropecé y caí y caí de la nube más alta en la que me encontraba. Caí en cuestión de segundos y el golpe... Dios. El golpe dolió como el infierno.

― Oh mira, hablando el rey de Roma ―dijo viendo su celular en cuanto el teléfono sonó. ― Hola otra vez Marisol ―contestó― ¿No deberías estar haciendo otra cosa? Como dormir o trabajar, ¿qué hora es allá de todas formas? ―Nancy rodó los ojos ante lo que mamá le respondió― Si, si... ajá... si está aquí... sí ya te la paso ―volvió a rodar los ojos y me tendió el móvil― Quiere hablar contigo

Agarré el teléfono con manos temblorosas

― Hola mamá, bendición ―murmuré

― Dios te bendiga cariño, ¿por qué no me contestabas el teléfono?

― Me quedé sin batería ―lo cual era verdad. Mi celular había muerto en algún momento de la noche anterior

― ¿Estas bien? Te escucho extraña

Me mordí el labio y le di la espalda a Nancy para que no pudiera verme

― Bien, yo...umh, me atraganté tomando agua

Escuché su risa a través del teléfono y mi corazón se encogió. El agua se agrupó detrás de mis ojos... Dios, cuanto la extrañaba.

― Tienes que tener más cuidado cielo, no tomes muy rápido

― Si, lo sé

Sentía como la capacidad del habla se iba mitigando en mi cerebro

― ¿Estas triste?

Mis ojos se abrieron ― ¿por qué lo dices?

Otra risa se dejó escuchar ― Bueno, tus vacaciones se acabaron cielo, sé que regresar y volver a la rutina será difícil después de un descanso tan largo... Por lo menos disfrutaste de tus vacaciones ¿no? Tienes que comprarle un regalo a Nancy antes de irte

― Lo haré

― Por cierto Fabiola, sé que te gusta dejar todo para última hora pero tienes que empezar a hacer tus maletas hoy, guarda todo hoy y déjale la habitación limpia a Nancy, así no tendrás que estar corriendo a último momento.



#322 en Joven Adulto
#4632 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 13.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.