Esposo comprado

Capítulo 29

Ella quería comer con Kadir, tanto que se sintió triste cuando se le informó que su querido esposo estaba en una reunión ese día con un cliente. Para su mala suerte, apenas su prima acababa de llegar al país, pero tenía que darle una maravillosa noticia. Esperaba que en dónde vivía su madre, actualmente con su pareja, haya encontrado a un buen hombre, porque ese tal Kaleb era un ser espantoso con ella.

Su día se basó solo en eso, trabajar, hacer cosas pendientes y realizar algunos planos. De paso, recibió una llamada en modo de broma por parte de su tío de que tenía que devolverle hasta el último centavo de su dinero invertido, ya que su hotel fue el perjudicado.

— ¿Kadir no ha regresado? —preguntó a Aixa—. Ha tardado mucho…

— Vianny me dijo que estaba en una reunión con un viejo amigo que vino al país para construir algo —le informó su secretaria—. ¿Lo mando a llamar?

— No, está bien —miró la hora—. ¿Ya comiste algo?

— Sí…

— De acuerdo, vuelve a tu puesto de trabajo.

En cuanto se quedó sola, sintió una enorme presión en el pecho de que algo no iba bien. Dicen que las malas noticias son las que siempre llegan de primero, pero estaba asustada con lo que su corazón experimentaba.

Vio un mensaje de su padre, diciéndole que en cuanto pudiera liberarse de las labores en Londres, iría a buscarla para llevársela de regreso, ya que ni las llamadas quería tomarle. 

— ¡Llegué! —una segunda copia andante de su padre Jedward se hizo presente en su oficina—. ¡Hermana mayor!

— ¿No tienes más familia a la cual molestar? —cuestionó mirando a su hermano con cara de pocos amigos—. Se supone que ibas a venir en unos meses más…

— Nah, ya hice todo el traslado hasta aquí y papá dijo que debía venir a verte —Zeus rodeó el escritorio para abrazarla—. Te extrañé tanto, hermana mayor —besó las mejillas de su hermana—. Te ves como si hubieras matado a alguien…

— No, y quítate que me das piojos —empujó a su hermano—. Debiste decirme que estabas en el país o que ibas a venir.

— No, porque luego me cerrabas las puertas en la cara —se apoyó en el escritorio—. Digamos que deseaba venir a verte después de todo. Somos inseparables…

— Tan inseparables que eres un grano en el culo —chasqueó la lengua irritada—. Podías irte a la casa de los abuelos Damon y Carmen… ellos te aman…

— Les dije a nuestros padres que viviría contigo, porque ahora está que ves gente igual a ti —abrió la gaveta, viendo los dulces de coco que ella tenía—. Sí, eres una copia mal hecha de nuestro padre.

— Son mis dulces —se los quitó—. Ve a casa, molesta a Laisha.

— No, me quedaré contigo todo el día, solo porque eres mi hermana favorita y te amo mucho —besó las mejillas de su hermana—. ¿En dónde está Kadir? Pensé que era tu empleado.

— Está trabajando ahora —desvió la mirada hacia otro lado—. Han pasado cosas en los últimos días, en la casa te diré todo…

— Tuviste sexo con Kadir —su hermano se llevó una mano al pecho—. Papá se va a morir cuando sepa que su niña bonita anda como mujer de cabaret…

— Zeus, no vayas por ahí, la verdad es que no tiene sentido lo que dices —Jasha estaba poniéndose nerviosa—. Han pasado cosas…

— Cosas como que lo que te digo es verdad —le bajó un poco la blusa viendo las marcas que tenía en su cuerpo—. Has estado teniendo sexo sin control con tu empleado. Eres una puerca… —se bajó del escritorio—. Se lo diré a mamá. Sí, con esto de seguro te saca de su testamento y me deja todo a mí…

— No irás a decirle nada a nuestra madre —ella golpeó la mano de su hermano—. No seas pretencioso, maldito cerdo —se levantó de la silla—. Me estás poniendo nerviosa, deja tus cosas.

— Es que sabes que es real todo lo que te estoy diciendo, hermanita —Zeus la abrazó—. Eres una persona muy cochina, tanto que ahora estás cumpliendo tus fantasías más oscuras —besó su mejilla nuevamente, en repetidas veces—. Solo que ahora entiendo por qué tienes sexo con Kadir, si él se iba a casar…

— Pues no se casó —masculló con irritación—. Han pasado cosas desde que llegué, te las explicaré en su momento, fin del asunto.

— Bueno, en ese caso, espero que sean cosas buenas —la soltó—. No creo todavía que tú hayas podido casarse con Kadir, a pesar de todas las cosas…

— Zeus…

— Hermana, sabes que soy como la copia mejorada de todos nosotros en versión papá —le agarró por las mejillas—. Vine hasta aquí porque Londres me asfixia, siempre detrás de nuestros padres, porque creen que te doy drogas…

— Me diste drogas cuando te las pedí hace años, no seas quisquilloso —se alejó un poco de su hermano—. En la casa te contaré…

— ¡Llegué, mami! —la puerta de su oficina se abrió, y ella se preguntó dónde diablos estaba su secretaria a esa hora del día—. ¡Tengo hambre…! —Yara detuvo sus gritos eufóricos, cuando vio a Zeus—. ¿Quién eres? —se acercó rápidamente a ellos—. Soy Yara Davies Richter, heredera de Jasha Richter y Kadir Davies. Te pareces a mi abuelo Volkan y Jedward…

— Mierda… —Zeus se pagó de la pared cercana—. ¿Quién es esta niña? ¿Por qué se ve como tú? ¿No estabas loca?

— Ella es Yara, la hija de Kadir —los fue presentando—. Yara es mi hermano Zeus, es cinco años menor que yo…

— Seis años menor que tú —la corrigió—. Siempre se le van las matemáticas cuando se trata de amor —se puso detrás de su hermana, cuando la niña se acercó—. Ay, Jesús, que se quede dónde está. Esa niña me está dando miedo.

— Pero si soy más bonita que tú —Yara infló las mejillas—. Me gustas.

— ¿Eh? —Zeus abrió los ojos a más no poder por la declaración de esa niña hacia su persona—. Debes estar bromeando.

— No, eres lindo, muy lindo —Yara se quedó mirándolo—. ¿Me lo regalas, mami?

— Claro que sí, mi amor —Jasha se zafó del agarre de su hermano—. Puedes llevártelo, recibe cada mes mucho dinero por parte de mi familia, así que tiene mucho dinero.




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