Falsamente tuya

Capítulo 09: EL CONTRATO

Aurora.

Miro a mi padre quien ha salido de la operación hace un par de horas. Nos habían dicho que debía descansar y es así como nos mantuvimos en la sala de espera hasta que finalmente ha llegado un nuevo día.

Mi madre fue la única que permaneció con él en la habitación mientras que Sharon, Maeve y yo nos mantuvimos en la sala de espera.

Ninguna le habla a la otra. Sharon está en el sofá frente a mí, Maeve en otro de los sofás y yo en otro.

Suelto un suspiro lento.

Aren me había traído de regreso al hospital ayer por la tarde, después de ver a Cassian, pero, tuvo que irse.

Masajeo mi sien mientras suelto un bostezo lento. No había dormido bien, creo que solo pude mantener los ojos cerrados por algún par de horas y ya.

—Bien —la voz de Maeve me hace mirarla—. No me gusta que estemos peleadas.

Mi hermana mira a Sharon y a mí.

—¿Estemos? —pregunta Sharon con una ceja elevada.

—Si ustedes discuten me siento obligada a tomar partido por alguna de las dos y saben que jamás haría eso —aclara Maeve—, así que sí, estemos peleadas.

Miro a Sharon y ella me mira de regreso a mí.

—No tenías porque decirle las cosas de la manera en que lo hiciste, Sharon —suelto mirando a mi hermana mayor.

—Y tú no tenías porque verle las caras a nuestros padres de la manera en la que lo hiciste, Aurora —responde ella.

—Yo estaba buscando la manera de hablarlo con ellos —respondo de nuevo.

—Sabes que papá odia las mentiras —agrega Sharon.

—Jamás nos mentimos —Maeve habla ahora—. Eso es cierto —me mira.

Suelto un suspiro cansado.

—¿Lo amas? —la pregunta de Sharon me hace mirarla.

Maeve se levanta de su asiento y camina hasta quedar a mi lado, me mira también esperando mi respuesta.

—Lucen lindos juntos —Maeve habla mientras toma mi mano y la aprieta—. Pero, ¿Lo amas?

—Al menos dime que lo amas —Sharon pide—. ¿Por qué alguien mantendría oculta a la persona que ama? —pregunta—. ¿Lo amas? Dime que lo amas.

Trago saliva pero intento que los nervios no me delaten.

—¿Eres feliz con él? —Maeve pregunta también—. ¿Te hace feliz?

—¿Te trata bien? —pregunta de nuevo Sharon sin dejar de mirarme.

Las preguntas comienzan a aturdirme y no porque sean muchas sino porque sé que las respuestas a estas no serán sinceras.

Estoy a punto de abrir mi boca para responder, para decir algo al respecto pero antes de poder hacerlo mi madre llega hasta donde nos encontramos.

—Pueden pasar —habla en nuestra dirección.

Miro a mis hermanas así como ellas hacen lo mismo haciendo que nos miremos entre nosotras.

Sharon es la primera en ponerse de pie. Maeve aprieta mi mano de nuevo antes de soltarme y hacer lo mismo y finalmente soy yo quien se pone de pie de la misma manera.

Comenzamos a caminar por el pasillo de habitaciones mientras mi madre va al frente, hasta que finalmente llegamos a la puerta de la habitación de mi padre.

Mi madre se adentra a la habitación, después de ella entra Maeve y antes de que pueda entrar Sharon me detiene por el brazo.

—Lo siento —la miro—. Debes odiarme —sus ojos coinciden con los míos—, pero algo en esto no me cuadra, Aurora, sé que algo no está bien y no quiero que nada malo te pase.

Trago el nudo en mi garganta.

—No fue la manera y lo lamento de nuevo —solo asiento con una pequeña sonrisa.

—No te preocupes —susurro. Me da una pequeña sonrisa también y finalmente nos adentramos a la habitación.

Para ser sincera, el hecho de que Sharon dijera las cosas me hacia sentir con un peso menos en los hombros porque así mis padres ya saben que algo pasa, pero, al mismo tiempo fue una mala jugada para mí. Ahora lo único que debo hacer es inventar una historia.

Seguir mintiendo, básicamente.

—¿Cómo te sientes? —Maeve le pregunta al hombre en la cama que nos mira. Mi padre sonríe mientras las tres nos colocamos a su alrededor.

—Mejor ahora —responde.

Me mantengo en mi lugar mientras mis hermanas le hablan a mi padre y es hasta minutos después cuando mi padre me mira a mí.

—¿Cómo estás, Aurora? —pregunta. El hecho de que utilice mi nombre al hablarme hace que trague saliva. Sé que es mi nombre pero siempre suele referirse a mí con apodos lindos y que me hacen sonreír.

—Bien, papá —respondo—. Me alegro de que te encuentres mejor —sonríe en mi dirección.

Miro el reloj en mi muñeca. A pesar de todo tengo que ir al trabajo.

—Tengo que irme —miro a mi familia aquí—. Tengo que ir a la oficina.

Aren no respondió mis mensajes ni llamadas, no lo culpo, sé que debe estar ocupado con todo lo que está sucediendo. Así que le avisé a Zaak que le avisara a mi ahora prometido que llegaría tarde.

—¿Tu novio no te dio permiso de estar con tu familia? —mi madre pregunta, llevo mi mirada hasta ella y un nudo se cuela en mi garganta.

—El que sea mi novio no significa que haré a un lado mi trabajo —respondo intentando no sonar grosera—. Aren sigue siendo mi jefe y yo su secretaria.

Mi madre me mira y la miro de regreso aunque no tardo en alejarle la mirada para ver ahora a mi padre.

—¿Necesitas algo más, papá? —le pregunto.

—No, ve tranquila —asiento con lentitud.

Tomo mi bolso.

—Si necesitan algo o sucede algo llámenme —miro a Sharon y Maeve quienes asienten.

Mi cuerpo pide acercarse a mi padre para dejar un beso en su frente pero el miedo a que pueda rechazarme por estar molesto conmigo me obligan a dar vuelta y salir de aquí sin más.

Camino por el pasillo hasta llegar al elevador, mismo que llamo para después entrar a este y marcar el primer piso del hospital.

Una vez que salgo del hospital camino con la intención de ir hasta la acera para tomar un taxi pero el hecho de que Edwin, el mismo chofer de ayer, se acerque a mí hace que mis pasos se detengan.




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