Historias de la cuarentena

Respeten la cuarentena. -

Terminó de pintar sus uñas, para la velada. Ella en el departamento del quinto esperaba la llegada de su pretendiente. Se conocieron hace unos días. En una cita informal donde platicaron de las cuestiones más practicas correspondientes a la vida de cada uno. La chispa fue rotunda desde el flechazo de cupido. Ella lo escuchó en cada una de sus palabras. Hombre de casi treinta y ocho años, buen porte, profesor de ciencia. Ella una modesta dama estudiante de derecho de familia, clase media.

 

- ¿Y te parece que nos veamos en estos días, podemos cenar? – le comenta el con un cierto entusiasmo

 

- ¡Claro! – sonríe ella –

 

Inmediatamente el júbilo de aquel hombre resplandeció. En cinco días se verían nuevamente. Esto no impidió de todas formas la comunicación entre ellos vía móvil. De esa manera se fueron conociendo, aunque de manera lenta con salidas a cenar, y cine. Ella no quería avanzar en los tabúes de la cama, aunque, él, se lo solicitara hasta que le dio el ok, confirmando la cara de su pronta pareja en un sueño hecho real. En unos días ven a mi casa. Ella le escribe por mensaje su dirección. Y la cita quedó programada entonces. -

 

 

 

La cuarentena se decretó pocos días antes de aquel encuentro con las restricciones correspondientes. Nadie sale de su casa. Cierta cantidad de ilusos salieron de todas maneras, y les valió la pena de cárcel, y multas determinadas conforme lo decretado.

 

No tardo en comunicarse con ella por el celular, mediante un llamado exprés

 

 

- ¡Mi vida!, ¿te parece si posponemos?, aunque deseo verte – carraspea con desanimo –

 

- También lo deseo, mi lindo, sin embargo la situación no es acorde para ello. –

 

- Pero, puedo escaparme, sin que me avisten, o justificar que voy a tu casa por razones determinadas

 

- ¿Qué razones darías? – pregunta ella. -

 

- No, se me ocurren, pero tengo que verte. – desesperado le expresa. – Ella titubea unos instantes.

 

- No vengas, no es conveniente. –

 

- ¿Por qué? - el hombre se quedó pensativo –

 

- ¡Porque no!

 

Aquel sujeto no era del no fácil, y volvió a reiterar el pedido

 

 

- ¿Quiero verte? ¿Acaso hay algún problema?

 

- No, no lo hay – repite otra vez ella, ya cansada

 

- ¿Entonces? – pregunta en con enfado –

 

 

 

 

- ¡Bueno! - respira resignada - ¡puedes venir! – responde con su respiración pausada

 

 

- ¡Excelente! – expresa - iré en la tarde – noche. -

 

- Bien, Sabes, a veces no hay que ser tan impulsivo, y ansioso. A veces es mejor tantear el terreno, y verificar lo que podemos obtener, o no. ¿No te parece?

 

- ¿Por qué me dices eso? – pregunta dubitativo -

 

- Pienso eso, te espero, un beso – cuelga el llamado del móvil. –

 

La llegada de aquel sujeto fue rápida, e inminente. Tenía ganas de ver aquella mujer. Esa dama cautivante. Ese deseo impoluto que lo dirigió a sortear caminos restringidos para poder llegar a ella. Al apretar el botón del timbre del domicilio, ella abrió la puerta y sonrió. Él con una botella de vino le devolvió la sonrisa con una mueca, y le regaló de sus labios un beso bien apasionado. La sangre entonces de aquella dama hervía, y eso era un síntoma real. Ella preparó una cena discreta, y entre pláticas, se dieron al alcohol de aquella botella. Él, se arrimó a ella, y la beso, ella tomó su mano, y lo condujo con su tacto a la habitación donde lo esperaba una cama caliente y una historia.

 

Al desvestirse, palparon sus cuerpos, sus caricias hicieron que vibrara cada milímetro de piel. Ella con las palmas de su mano le marcó una distancia antes de proseguir. Lo miró y acarició su cabello. Observo sus ojos.

 

- Tienes unos ojos bellos, y resplandecientes. Los ojos son un atributo que llega al corazón – le comenta la mujer. -

 

- Gracias, ¿crees que es así? – apenas respira extasiado –

 

- Respira normal, mi querido – le sonríe – respira tu momento. A veces hay que aprovechar las bocanas que nos da la vida para mantenernos vivos, a veces debemos pensar nuestros movimientos. ¿Conoces la naturaleza animal?

 

- ¿Naturaleza animal? – frunce el ceño sin entender – no –

 

- Los seres vivos no razonan como nosotros. No poseen esa capacidad de pensar ampliamente, ni de memoria. Por ello sus sentidos son más agudos, entonces saben responder a estímulos, aunque su libido salvaje los impulse, son precavidos ante el peligro. Ese es un don que los seres humanos por su falta de conciencia no poseen. Piensan, y no piensan. Desarrollan actitudes reflejadas en la inutilidad y maldad. No tienen salvación, por eso un virus los destruye. – piensa ella -

 

- ¿No comprendo? – ríe sin mediar otra frase contundente ante tales palabras –

 

- No te preocupes, sabía que no entenderías – y de forma inesperada lo abraza, y arroja en la cama.

 

Ella palpa su pene que se erecta hasta el cielo. Lo toma, y lo introduce en su cuerpo. Sus pechos se bambolean, y el cierra los ojos del placer. El placer, si el placer del sexo en el aroma salvaje, mientras su cuerpo acariciaba los contornos de la piel, y el éxtasis mayor. Dueña de la lujuria y la carne, certificó la pronta eyaculación de un miembro viril que penetró aquella trampa para tontos. Pronto aquel monstruo clavo una de sus garras para asegurar en su pecho perforando el pulmón, y con ello el corazón de su víctima. Así ha de ser la naturaleza humana. Sus potentes dientes quebraron el cráneo. Poco a poco se alimentó de su cerebro, lleno de ideas macabras, sin dejar bocado alguno. Sin desaprovechar cada músculo, nervio, y órgano. Y los ojos desorbitados ya sin vida fueron




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.