Jugar a ser Dios

Capítulo 4

Krusat siguió aseando al ministro, le lavaba todo el cuerpo, la verdad que me daba un asco, o mejor dicho, mucho asco. Al menos no le lavaba las partes pudendas. Entró Marian al cuarto de baño vestida con una bata de seda negra. Se la quitó y se metió en el jacuzzi con el ministro. Ella si comenzó a lavarle las partes pudendas. Primero con sus manos, luego se acercó y se sumergió en el jacuzzi mientras el ministro moría de placer, su cara lo delataba. En ese momento Krusat me hizo un gesto tan característico en él (cabeceó hacia la puerta), y nos retiramos.

Caminamos por un pasillo hacia el ascensor, subimos, y en el breve tiempo que duró ese viaje de sólo un piso, comprendí su mirada: "pibe, no viste nada". ¡Pero había visto todo! ¿Que me quedaba por ver?, lo único que pedía era no conocer al presidente de la República.

Una vez que llegamos a la antesala del despacho del ministro, nos encontramos nuevamente con Alicia, sentada cómodamente sobre su silla y escribiendo en una pc, el chofer leyendo el suplemento deportivo de un diario, y una joven (muy joven) muy atractiva, muy bonita. Krusat me presento ante ella:

- Morena, te presento a Edy, desde hoy trabaja con tu padre.

- Hola mucho gusto – dijo ella con una voz angelical.

- Hola – respondí secamente -

Ella se acercó y me besó en la mejilla. Olía a perfume importado mezclado con el aroma de su piel la cual era hermosamente suave, su sonrisa era luminosa mostrando todos sus parejos dientes.

Me atraía mucho esa mocosa, pero. que tendría... 16 años. tal vez 17... bue.. como Jazmín, pero Jazmín era otra cosa, la vida la había curtido desde muy chica, a veces cuando hablaba con ella, me parecía estar hablando con una mujer mucho más grande que yo, y sin embargo yo le llevaba 7 años. Me contaba de su infancia en Paraguay, el hambre que había pasado, los abusos que le propinó un tío, el tiempo que trabajo de prostituta en la frontera sin su consentimiento. Jazmín era una sabia y yo la quería mucho pero ella era un ser libre, era como un animal silvestre, podía hacer el amor conmigo durante una semana seguida, pero luego se aburría y buscaba otra cosa que la divirtiera más, pero eso sí, siempre volvía y me compraba con su sonrisa perfecta y sincera y sin sus peros, sin sus preguntas, sin promesas vanas, sin pasado pero también sin futuro, pero siempre volvía, siempre.

Comprendí que pretender algo con Morena era una locura, era la hija del ministro, era mucho más chica que yo, pero era un ángel, pero bueno tampoco me puedo enamorar de alguien que recién acabo de conocer. Me senté a su lado sin dirigirle la palabra, la miraba, le miraba sus manos dulces y suaves, manos de colegiala, ella también me miraba, pero era mucho más audaz que yo, cuando yo le devolvía la mirada, ella mantenía la suya desafiante, y la verdad que físicamente era preciosa, pero su sonrisa y su mirada tenían una cierta dosis de maldad. Tenía bastante del padre.

Cuando me animé a hablarle, luego de preguntarle que estudiaba, y todas esas pavadas que preguntamos los hombres cuando no sabemos que decir, apareció su padre, el ministro, bañado, cambiado, lucía un traje negro de primera línea, zapatos italianos que valdrían muchos sueldos mínimos, y una camisa de seda blanca con una corbata negra lisa, estaba realmente muy elegante, y limpio. Abrazó a Morena, casi interminablemente, mientras la abrazaba me miraba fijo a los ojos, creo que se dio cuenta de mi intención, no me psicopatié, no hacía falta que me lea el pensamiento o que me espié.

- Muchacho... muchacho...

- Sí, señor...

- Me dijo Krusat que me lo has ayudado bastante, me hablo muy bien de vos...

- Gracias...

- Agradecele a Krusat... voy a tomarte a prueba... también agradecele a tu padre.

- Gracias, señor no sé qué decir.

- Aprendé algo, cuando no sabés que decir, es mejor no decir nada, las estupideces guardátelas para tus novias adolescentes.

- Yo sólo tengo una novia y no es adolescente, tiene mi edad...

- ¿Qué edad tenés?

- 24

- Sos todavía un adolescente, y te advierto algo: te quiero lejos de Morena, te vi sólo 15 segundos con ella y ya me di cuenta de tus intenciones, no te equivoques, un polvo con una muchacha hermosa como mi hija, no vale si es el último en tu vida.

- Papá. pe...

- ¡¡¡Papá las pelotas!!! Vos te crees que no conozco a estos pendejos de mierda, yo también fui chico, yo también me quería coger cuanta mina linda se me cruzara... ¿O estoy mintiendo, señor González Vena?

Mientras me hacía esa pregunta insidiosa, mugrienta, me miraba fijamente se notaba que era hombre dispuesto a todo, yo pensaba que contestarle.

Si le decía la verdad, casi me dictaba la sentencia de muerte, si le mentía, no me creería, me incliné por una salida elegante, tampoco quería que Morena creyera que no me gustaba.

- Señor ministro... Ud. dice una verdad a medias.

- ¿Perdón?

- Me refiero, su hija es hermosa sin dudas. Tiene todo lo que un hombre puede aspirar de una mujer pero yo soy su empleado y le seré fiel también en eso, aparte tengo novia.



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En el texto hay: romance accion y drama

Editado: 28.02.2018

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