Jugar a ser Dios

Capítulo 27

Lo que realmente importaba era como encarar la situación. Mi inexperiencia era total. Nunca me había movido en un ambiente de ese tipo. Era demasiado pesado para una persona como yo. Mi levedad en ese campo era absoluta. Y el hecho de pensar que mi padre había pertenecido a ese mundo tanto tiempo me perturbaba aún más.

Por todo eso quería recordar alguna señal. Algún guiño que me hiciera sospechar, al menos, que él no era lo que yo creía que era, y que por otro lado era como él se mostraba. Era lo que el aparentaba ser. Quería parecer un boludo y lo lograba, pues para todo el mundo, yo incluido, lo era. Pero a pesar de eso, en mi fondo de mi ser me alegraba que realmente no lo fuera. Me alegraba que toda su vida había sido una simulación, en definitiva una mentira.

Intenté sumergirme en mi memoria para ver si encontraba algo, una alarma, algo que me pudiera hacer caer ese velo que tuve durante toda mi vida. Recordaba cenas. Almuerzos, meriendas, reuniones, cumpleaños, navidades, fines de año, noches de reyes y no encontraba nada. Solo venía a mi mente la figura de un hombre siempre sentado con cara de nada, sin demostrar ningún tipo de sentimientos. Casi inerte. No podía sacar nada en limpio sobre mis recuerdos.

Comenzó a dolerme la cabeza de tanto pensar en vano. Sentía como si tuviera mi cerebro seco, exprimido sin ningún tipo de resultado. Parecía que solo había logrado una pulpa y un jugo sin gusto y reseco que no logró aliviar mi sed de recuerdos.

Por fin dejé de pensar pues ya era en vano. Y en ese mismo momento recordé que en casa había un arcón con fotos, videos y recuerdo de familia. Ese arcón estaba en un depósito que estaba en el fondo de la casa, al lado del quincho. Ahí guardábamos todo aquello que nos sobraba y que no queríamos tirar. Era todo aquello que afeaba la casa pero que de algún modo nos representaba.

Encontré un bolsa llena de fotos. La llevé al living y vacié el contenido en el piso. Eran montones de fotos. Empecé a verlas y la verdad que no recordaba la mayoría de ellas. Había fotos mías con papá, con mis tíos, con primos y con Juan. Había algunas fotos con mamá pero no muchas. Después de que pasó bastante tiempo colgado recordando mi pasado volví al galpón y tomé otra bolsa. En ella había videocasetes. Los empecé a ver. Muchos de ellos estaban bastante deteriorados. Me la pasé toda la tarde viendo videos. Había algunos de mi madre. Pero nunca se la escuchaba o se la escuchaba de lejos, hasta que puse un video en el que hablaba y se le escuchaba perfectamente. Era un saludo que le hacía a papá por un aniversario de casados. La verdad que era muy bella. A veces me preguntaba como le había dado bola a papá. Jajajajajja.

Cada vez que la veía en la pantalla me parecía más y más hermosa. En el video decía que a papá lo amaba con locura y que le agradecía que le había regalado lo más lindo que tenía, a su hijo adorado Edgardo. Me puse a llorar como un niño mientras veía una y otra vez esa escena. Mi nombre saliendo de sus labios era lo más maravilloso que podía escuchar, era lo más maravilloso que había escuchado en mi vida. Y me preguntaba ¿Por qué se había ido? A veces pensaba que papá me había mentido y que en realidad estaba muerta. No encontraba respuesta a su ida, o mejor dicho a su huida. Mirándola bien agradecía haber salido a ella ya que papá no era muy agraciado, aunque la altura si se la debía a él. Y yo seguía repitiendo esa escena en la que mamá me nombraba una y otra vez. Intenté hablar con papá por teléfono, necesitaba escucharlo y contarle lo que me estaba pasando. Fue en vano, no me contestó, seguramente se habrá quedado dormido después de tomarse unos vinitos.

Estaba preocupado por Kuperman. Sabía que no podían matarlo porque era el único que podía y sabía usar a la maquina "Jugar a ser Dios". Intenté llamarlo pero no me respondía, hasta que contestó Krusat.

- Sí ¿Quién es?

- Soy yo, Krusat, Edy.

- ¿Qué carajo querés, pendejo?

- Primero trátame bien la reconcha de tu hermana. Quiero saber como esta Kuperman.

- Ah..mirá vos, resultó malo el nene de mamá. Está acá, no jodas.

- Pero quiero hablar con él.

- Te dije que no jodas.

Me cortó. Volví a llamar y me saltaba directamente el contestador. Llamé al celular de Krusat sin mucha esperanza y me ocurría lo mismo. Ya el sueño me estaba dominando. Me fui a mi habitación. Antes tomé otro video casete. Lo puse en la casetera y me acosté. Pusé play con el control remoto y empecé a ver. Era una fiesta familiar. Había mucha gente. Por lo visto era el cumpleaños de papá ya que se lo veía soplando las velitas. Mamá habló a la cámara y ahí no dude ni un instante: era la misma voz de la mujer que había seguido cuando bajé del subte. Y a partir de ese momento no pude dormir. Rebobinaba el video una y otra vez. No tenía dudas de que era la misma persona. Hasta la manera de mover las manos, la altura. Era mi vieja.



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En el texto hay: romance accion y drama

Editado: 28.02.2018

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