La Elegida

Capítulo 1: Huir

Otra vez fuego y cenizas.

Otra aldea destruida en manos de “los Sombra”.

¿Por qué me buscan?

¿Quién soy ?... o ¿Qué tengo?

Mujeres con sus niños en brazos corren a refugiarse de la muerte.

Ellos matan e incendian lo poco que queda de nuestro mundo.

Un mundo de magia, que les recuerda lo vulnerables que pueden ser.

Porque “los Sombra “ hace cientos de años, antes de convertirse en las bestias que son ahora de casi dos metros de altura, con colmillos afilados, cuernos gigantes y alas negras… eran humanos.

“Corre Leia…Corre y ocúltate…. “-escucho las palabras de mi madre - “vendrán a rescatarte y te protegerán. Está escrito” es lo último que alcanzó a pronunciar, mientras moría por una extraña enfermedad.

Tantas preguntas para hacerle.

Tantas cosas que no entiendo.

Vivimos los mejores años de nuestras vidas, en la mansión de mi padre en la Tierra de los elfos. Sin lujos, pero con todo al alcance de mi mano.

 Mi padre supo viajar al mundo de las hadas, en busca de objetos para coleccionar, cuando era joven. Tenía una sala llena de ellos. Nunca me quiso decir cómo hacía para cruzar el muro tantas veces, pero sospecho que el mago Gar tuvo algo que ver.

Teníamos una vida feliz.

Hija única.

No tenía hermanos para pelear.

Solíamos cabalgar juntos los tres, y hacer picnics cerca del lago.

 Mi amiga y vecina Amanda, era mi compañera de aventuras.

Solíamos meternos en los bosques oscuros a jugar en el lodo, o en el nido de los pájaros gigantes de la montaña, y todo lo que de alguna manera, significara aventura.

Yo era la de las ocurrencias, mi amiga,  siempre me seguía, ella era un poco temerosa.

A pesar de ser elfo, las artesanías nunca me salieron bien.

Confieso que tampoco le puse empeño.

Siempre me gustó más leer libros, hablar con la gente, pero sobre todo salir al campo y estar en contacto con la naturaleza.

Hace muchos años los sombras, han invadido el reino de las mariposas y el reino de las hadas.

Nuestro mundo estuvo exento, y no los ayudamos lo suficiente.

En varias tertulias le comunique lo que pensaba a nuestro líder Astrus.

Solía decirle “debemos ayudarlos”, pero él siempre me respondía que eso era imposible, que no teníamos ni tanta magia, ni tanta  fuerza para vencerlos, y debíamos permanecer fuera del conflicto, porque de hacerlo, podíamos propiciar que nos atacaran y si eso sucedía el mundo bueno en su totalidad, moriría para siempre.

“Somos el último pueblo con magia de bondad, si nosotros caemos, el mundo mágico estaría perdido”

¿Cómo podía estar tan seguro que igual, no nos atacarían?

¿Qué pasaría si un día decidieran hacerlo?

Preguntas que siempre tenían las mismas respuestas.

“No tienes de qué preocuparte. Estamos a salvo aquí”

Asique, no nos preparamos para la guerra.

Los elfos no éramos de su interés porque nuestra magia es muy limitada.

Y así fue durante todos estos largos años de guerra del mundo mágico.

Nuestro muro era infranqueable según los elfos de mayor sabiduría.

Hasta ese día.

Ese trágico día, “los Sombra” cruzaron el muro que separa, su mundo con el nuestro.

NADIE podía cruzarlo, pero ellos pudieron.

El río que separa ambos mundos es de color sangre, como una catarata aplastada, de forma horizontal, con veloces rápidos y correntadas.

No hay manera de sobrevivir allí.

Tiene vida propia.

Las leyendas que escuchaba de niña, decían que cuando el río te tocaba, te rodeaba, te olía, te sentía, saboreaba tu magia y tus miedos.

Lo sabía todo de ti.

 Estabas desnudo en cuerpo y alma frente a él, y con una fuerza arrolladora te arrastraba hasta el fondo.

Son leyendas, nadie ha regresado para contarlo.

Esa mañana aparecieron en nuestro pequeño castillo, cargados de arcos y flechas.

Fueron directo a buscar a mi padre, como si necesitaran  algo que él tenía, y luego de someterlo a varias preguntas que no accedió a responder, lo ejecutaron.

Preguntaban dónde estaba oculto el fuego sagrado, decían que tenían información de que él lo sabía, e insistían preguntando quién era la elegida de las estrellas, “la verdadera”.

Quise correr a ayudarlo pero la mano de mi madre, apretó con fuerza la mía, me miró, con lágrimas en los ojos y desesperación.

Éramos indefensas ante ellos.



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En el texto hay: fantasia, romance, protector

Editado: 17.05.2024

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