la luciérnaga a la que nunca se la apagó la luz

Capítulo 25

Tomé un sorbo de mi café.

Ahora mismo estaba con un moño, unas ojeras bajo los ojos y en pijama sentada en el sofá sin querer moverme ni tener ganas de hacer nada.

Ni siquiera sabía donde se encontraban ahora mismo los demás. Llevábamos tres días en su casa de vacaciones, y la verdad aunque seguía estando mal me sentía mejor que el primer día que estuve aquí.

Tuve que bloquear los números de Sara, Enzo y Hugo. Porque no dejaban de llamarme, y cuando Hugo me había llamado desde el móvil de su madre decidí apagar mi teléfono, y hablar con mis padres y Laura desde el móvil de Blanca.

No quería leer sus mensajes, ni las excusas que me estaban poniendo sobre todo. Ya no estaba ni enfadada, solo decepcionada, no me lo habían contado y no tenía ni idea de porque motivo.

Blanca me hizo comprender que no me tenía que sentir culpable por haberme hecho amiga suya que esto no era traicionar a mi hermana, la había costado lo suyo que yo entrase en razón pero hoy por la mañana lo había conseguido.

Esta mañana es la primera vez en estos días que tenía una conversación fluida, y aunque había sido una discusión se que a las tres personas que convivían con migo les había causado un gran alivio.

Sobre todo porque ya no me sentía culpable, no era mi culpa, yo no lo sabía, y aunque lo supiese ellos directamente no tenían la culpa. No habían sido ellos los que habían asesinado a mi hermana, había sido Bruno. Había sido él solo y los demás supongo que al igual que Gloria estarían destrozados por lo que sucedió, no viéndose venir que unos de sus mejores amigos fuese capaz de hacer eso.

-¡Noa! ¡Noa! ¡Noa!-Exclamó Blanca dando saltitos mientras entraba al salón y tirándose prácticamente a mi lado en el sofá, haciendo que un poco de café se saliese de la taza.

-Hola.-La dirigí una pequeña sonrisa.

-¿A que no adivinas qué?-Dijo claramente emocionada. Yo me encogí de hombros mientras limpiaba con un papel el poco café que se había derramado esperando a que me contase el motivo de su emoción.

-Blanca pareces una niña pequeña.-Dijo Diego entrando también al salón, y aunque fuese raro tenía una gran sonrisa mientras miraba a su hermana.

-Tu cállate, que no tienes sentido de la navidad.-Dijo tratando de ignorar a su hermano sin siquiera girarse, pero era claro que Diego la estaba vacilando. Este se volvió a girar preparado para dirigirse no sé muy bien a que sitio de la casa pero antes se volvió a dirigir a Blanca.

-Sobre todo porque todo el mundo sabe que en noviembre espíritu navideño esta por las nubes.-Dijo sarcásticamente.-Si la convences avísame.-Y después de decir eso se fue.

-¿Convencerme de qué?-Pregunté yo extrañada.

-Han puesto las luces de navidad.-

-¿Y?-

-Que vamos a ir a verlas.-

-No.-

-No era una pregunta Noa.-Dijo levantándose de un salto.-Ahora mismo te vas a levantar, te vas a pegar una ducha, te vas a vestir y nos vamos a ir a ver las luces.-Dijo quitándome la taza de las manos y tirando de mis brazos para que me levantase y empezar a empujarme hacia la habitación donde ella y yo estábamos durmiendo y donde estaban nuestras maletas.

Me metí a la ducha después de que ella me insistiese para que fuésemos y al final accedí. Cuando estaba bajo el agua caliente la verdad me relaje por primera vez desde que descubrí que Bruno era el hijo de Gloria.

Parecía que habían pasado cinco minutos desde que entre a la ducha cuando Diego llamó a la puerta del baño para quejarse de que estaba tardando demasiado y que él también se quería duchar antes de ir a ver las luces. En ese momento estaba Blanca diciendo lo mismo que él pero un poco más suave.

Ahora me estaba terminando de colocar el cinturón del pantalón frente al espejo. Me quedé unos segundos mirándome directamente a los ojos y tomé una respiración profunda.

Blanca entró por la puerta ya perfectamente vestida, peinada y maquillada. Yo a pesar de que tenía mejor aspecto que hace media hora, tampoco me había esmerado mucho en escoger lo que me iba a poner, sinceramente no tenía ganas.

Deje que Blanca escogiese mi ropa, aclarándola antes que quería algo cómodo.

-¿Vamos?-Dijo cogiendo el bolso que estaba sobre su cama. Yo asentí y juntas nos dirigimos a la puerta principal donde nos esperaban Gabriel y Diego.

Y ahora Blanca y yo nos estábamos sacando fotos con las luces y los churros que ella había insistido en que le comprase su hermano porque la encantaban.

Llevábamos unos minutos ya haciendo fotos porque a Blanca no le gustaba ninguna, y a pesar de que yo no estaba muy de humor para esto me hice con ella las fotos porque al final me lo estaba pasando bien, además la cara desesperación de Diego con su hermana era demasiado graciosa.

-Por favor Blanca, salís bien en absolutamente todas las puñeteras las fotos.-Dijo Diego, bajando las manos con el móvil supongo cansado de estar en la misma posición todo el rato.

-Hace dos fotos decías que salíamos mal en todas.-Dijo Blanca, la cara de Diego en este momento era un poema y yo simplemente intentaba contener mi risa.

-Lo dije sarcásticamente Blanca.-

-Ves, esto te pasa por ser demasiado sarcástico ya no sé cuando me hablas en broma y cuando enserio.-

-Yo no soy demasiado sarcástico.-

-Bueno si tú lo dices.-Esa vez hablé yo.

-Gabriel, defiéndeme eres mi mejor amigo.-Dijo Diego girándose hacia él con el ceño fruncido y obviamente según se giró vi perfectamente como Blanca se estaba riendo a su costa.

-A ver tío, la verdad es que a veces si.-Pero cuando Diego le miro de manera inquisitiva intentó rectificar.-A ver no, solo a veces. Tienes una manera rara de expresarte, pero eso también está bien aunque…-

-Vale, está bien Gabriel. Ya veo cuanto me queréis.-Dijo cruzándose de brazos.-Mi mejor amigo y mi hermana contra mí, perfecto.-



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En el texto hay: misterio, amor de hermanas, amistad amigos

Editado: 20.04.2021

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