La predicción de Madame Clarice

Capítulo 47.

Fernando.

El almuerzo transcurrió bastante rápido y en completo silencio. Ninguno de los presentes habló de nada, como si no tuvieran temas de conversación en común. Pero sabía que Agatha y Lydia simplemente tenían miedo de decir en voz alta una pregunta muy incómoda. ¿Cómo seguir adelante con sus vidas, después de descubrir la verdad sobre el engaño de Walter? Mamá y yo consideramos inapropiado preguntarlo, ya que este problema no nos concierna directamente.

Después de comer, la propia Lydia empezó a recoger la mesa y mi madre se fue con Botoncito a su habitación. Nadie canceló la siesta de la tarde para la niña. Sólo nos quedamos Agatha y yo en la mesa. Ella estaba mirando a un punto y quedó completamente inmersa en sus pensamientos. No quise interrumpirla, aunque entendí que no podía posponer más nuestra conversación seria, ya que cada hora que pasaba en este manicomio me involucraba en nuevos problemas con los que no tenía conexión directa y no quería saber nada acerca de todo esto.

En ese momento sonó mi teléfono. Era mi amigo de la clínica, donde pedí hacer mi prueba de paternidad.

- ¿Que has descubierto? - pregunté, tratando de no delatarme, asumiendo que a Agatha no le gustaría nada mi idea de descubrir la verdad detrás de sus espaldas.

- No puedo darte un resultado negativo obvio. El espectrograma mostró algunas coincidencias, pero esto aún no es seguro. Tenemos que esperar unos días más.

- ¿En qué sentido?

- Si no hubiera coincidencias, entonces hoy podría decirte que no tienes nada que ver con esta niña. Ahora toca esperar, si las coincidencias aumentan. - él respondió.

- Entonces, ¿quieres decir que el resultado es positivo? - Pregunté un poco nervioso.

- No precisamente. Puede que resultes ser su pariente lejano. En una palabra, sólo podré darte la conclusión final dentro de tres días, no antes.

- Gracias. - Respondí y miré a Agatha.

Ella todavía estaba sentada mirando a un punto, como si no prestara atención a nadie y a nada en su alrededor. No podía ver a través de ella, y mucho menos leer sus pensamientos como una especie de telepatía, pero entendí que ya estaba harta del shock asociado con su padre. Y ahora yo también quería llegar a ella con mis pretensiones sobre Botoncito, ya que tenía muchos menos motivos para considerarme su pariente lejano, que para creer que era mi hija.

En este punto, ya había decidido que sería mejor posponer nuestra conversación por un tiempo, temiendo que su primera reacción ante mi intrusión en el mundo de sus secretos íntimos y puntos vulnerables fuera una resistencia inmediata, tanto mental como emocional. ¿Y quién me daría una garantía el hecho de que me creerá, que yo de repente resulté ser el mismo hombre con el que tuvo su primera relación sexual, después de lo cual dio a luz a una hija? Especialmente cuando su propio padre mintió a todos los que lo rodeaban para no quedarse solo.

Me levanté de la mesa para regresar a la habitación. De repente ella me miró con una mirada directa y extremadamente tenaz.

- ¿Has estado allí?

- ¿Dónde?

- En esa fiesta.

- No. Yo no estaba allí. - Admití honestamente, ya que de hecho pasé toda la noche en mi habitación, preparando documentos para la próxima audiencia y dejando que Cornelio hiciera todo el trabajo del cuidado de Mark Miller.

- ¿Entonces por qué decidiste que fue Sam quien me drogó? - Preguntó directamente con tanta determinación que me di cuenta de que sólo desde fuera parecía demasiado joven, inexperta, vulnerable y, muy posiblemente, una provinciana de mente estrecha. Pero realmente, ella era fuerte y en aquel determinado período de su vida maduró más allá de su edad. La madurez no está determinada por el número de años, sino por algún otro criterio, por la superación de

- Vamos a la habitación, - respondí con decisión. - Deberías ver un vídeo.

- ¿Qué vídeo? - preguntó, pero luego se respondió ella misma. - OK vamos. Parece que hoy es un día de grandes descubrimientos.

Entramos a su habitación, encendí la computadora de María. Antes del almuerzo edité los dos videos en uno y lo publiqué en mi nube.

- Antes de que veas este video, me gustaría saber, ¿todavía sientes algo por Sam?

- No. No lo sé, - respondió ella con incertidumbre. - Una vez estuve muy enamorada de él, pero ahora es el marido de mi hermana. Eso lo dice todo.

Se sentó en una silla frente a la computadora y se pasó la mano por la cara, como si se quitara un velo.

- Vamos. Quiero saber la verdad.

No respondí y encendí el “play”. Ella miró todo el video sin parar hasta el final. Quizás en ese momento recordó todo lo que pasó entonces y lo volvió a vivir.

- Sí, pero ¿por qué decidiste que era Sam?

Entendí que ella no podría creer que un hombre a quien amaba podría ser capaz de algo tan bajo. Me acerqué, encontré el cuadro donde un tipo le estaba entregando la pequeña bolsita a Sam y lo aumenté.

- Aquí mira. Primero, esta bolsita está entre los dedos de este tipo y luego entre los dedos de Sam. Luego se acercó a tu vaso. Está claro que desde este ángulo no está claro qué puso exactamente en tu jugo, pero después de que lo bebiste casi de un trago, comenzaste tu baile erótico. - Expliqué.

- ¿Pero por qué lo necesitaba? - preguntó sonrojándose ligeramente. - Lo amaba y pensé...

- Creo que él sabía de tu próximo compromiso con el hijo de Fitz, asumió que Walter nunca incumpliría su palabra y que tú nunca pasarías por alto tus principios morales: "no hay sexo sin un anillo en el dedo". Entonces decidió conseguirlo todo de una vez de esta manera. Te habrías acostado con él, tu padre o Fitz se habrían enterado, el compromiso habría sido anulado y Walter te habría entregado junto con el terreno que le vendió a Fitz.

- Pero podría haber ido conmigo a ver a mi padre y podríamos haberlo convencido de que nos dejara casarnos. - dijo Agatha, volviéndose hacia mí.




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