La reina del sur

Capítulo 10

Xion duerme abrazado a mí, no se ha separado desde que Zoen dio a conocer de quien era hijo. Quise negármelo, pero lo sabía, en especial porque es un violento igual que lo era el fallecido padre de Daniela, a él también lo sodomizaron y cuando él se resistió acabaron por asesinarlo. Cuando Daniela se convirtió en mi doncella, ella me confesó que se había relacionado con el sobrino del rey con la esperanza de poder salir de palacio. Pero para Ravn ella solo había sido una más, nadie de interés. Ni siquiera era consciente de quien era su padre. Lo que yo no sabia es que Daniela le era fiel a Ilsis, no cualquiera conoce a los irkej. No mucha gente sabe lo que es un irkej, y algo me dice que Daniela no le dio el significado completo de esa palabra a su hijo. Un irkej no es un validus cualquiera. Somos los descendientes directos o indirectos de los doce. Él es un irkej porque es un descendiente indirecto, su abuelo, su tatarabuelo y algunos más antiguos a él eran violentos, descendentes indirectos de Atlas. Zoen es un irkej indirecto porque quien le dio sus poderes, es un hijo Erebos, no tan fuerte como él pero lo suficiente como para destacarse del resto de Dioses menores cuyos dones no son considerados irkej.

Cuando siento el agarre de Xion relajarse salgo de la tienda de campaña y me alejo del campamento, lo suficiente para no perturbar el sueño de nadie, lo suficiente para que estén protegidos con mis dones.

– Xion Vintus. – me dice Atlas al llegar. – Es un niño, pero creo que te dije que no fueses compasiva.

– Y no lo he sido. – ruedo los ojos. – Es un niño, y un irkej que aún no entiende el odio pero que lo entenderá. – suspira, sabe que tengo razón. – Es fuerte Atlas, solo hay que entrenarlo y alimentarlo, en un futuro puede ser un excelente guerrero.

– No necesitas alguien que pueda ser grande en el futuro sino alguien que sea grande ahora.

Comienzo a sentir la ira fluir por mis venas, no me gusta que me cuestionen, mucho menos cuando no son ellos los que deben librar esta batalla. Puede que me estén ayudando a controlar mis poderes, pero no me ayudan en nada más. Yo tengo que encontrar las respuestas sola, yo. Nadie me ayuda, estoy sola en esto. Así que no tiene ningún derecho a cuestionar mis decisiones.

– No tienes derecho a cuestionar mis decisiones.

– Si cuando tus decisiones son estúpidas.

– ¡No! – el grito sale antes de mi garganta.

El poder se desprende de mi cuerpo, siento una inmensidad dentro de mí explotando. Veo mi objetivo claro, todo se ve muy claro. Estoy enfadada, cabreada y aún más molesta de lo que estaba después de la conversación con Zoen. Todo sale con violencia de mí, tanto el agua como el aire. No veo al hermano gemelo de mi madre, solo me descargo contra quien ha provocado mi ira. Dejo que todo vaya contra él.

– ¡Para! – escucho su grito pero no me detento. – ¡Ya! Némesis, tienes razón, no tengo que…. Cuestionarte.

Me detengo después de escuchar esas palabras, retengo mis poderes nuevamente en mí. No hay nada destrozado, nada más que mi tio que está de rodillas y buscando aire desesperadamente. No para de toser y está de rodillas.

– Eso… eso es lo que puedes hacer. – dice cuando consigue dejar de toser. – Puedes, incluso, poner de rodillas a un Dios.

– Pero desgasta.

– Te relentiza, te cansa por eso no debes abusar de él. – asiento. – Te falta uno Némesis, y el tiempo corre rápido para ti.

– ¿Qué tan rápido?

– ¿Qué tanto? Mucho, todos los días cuentan y estás cerca de tu padre.

– Cuando lo rescate…

– Iniciará la guerra Némesis. – tomo una gran respiración y luego lo suelto. – Tus enemigos aguardan a que hagas tu movimiento.

– Me estás diciendo que comience a hacer aliados en el sur. – él asiente aunque yo no estaba preguntando, era una afirmación. – Ameba, ¿está en el sur?

– Yo no puedo ver eso, es cosa de Thea, pregúntale cuando la veas.

– Lo haré.

– Descansa Némesis, y comienza a mostrar tu marca para que tengas claro quienes son tus amigos y quienes son tus enemigos.

– ¿Cuántos meses tengo?

– Cuatro, máximo cinco. – suspira. – No podemos decirte donde está tu padre, pero si puedo apremiarte. Está condenado a muerte.

– Contrarreloj, genial.

– Lo siento.

Me doy la vuelta y me voy, no tengo muchas ganas de entrenar y ya sé que tanto puedo y que tanto no puedo hacer. Es solo cuestión de tiempo que el don que desconozco aparezca. Solo espero que sea más pronto que tarde.

 

 

Nossen lleva en brazos a Xion, es el único a parte de mí y de Zoen con el que el pequeño se siente lo suficiente cómodo. No le habla mucho pero se siente seguro con él. Y yo estoy un poco cansada de haberme desvelado anoche. No puedo dejar de pensar en que mi padre está condenado a muerte, el tiempo corre contra mí y yo llevo un grupo tan grande que me siento ralentizada pero no voy a abandonar a ninguno. Solo espero que la traición se dé cuanto antes para tener una persona menos de la que preocuparme.

— Némesis. – me llama Brien desde el carruaje.

— ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Le ocurre algo a a Zoen?

— No, solo queríamos saber si todavía falta mucho para llegar.

— No, en un par de horas llegaremos a Kiten, pasaremos solo la noche así que coman y duerman bien.

— ¿Kiten? – me pregunta Xion. – Mi abuela era de Kiten.

— ¿Y tu abuelo?

— Mi mamá solía decir que el reino en el que vivía su papá ya no existía.

En resumen y lo que su madre no le dijo es que su abuelo pertenecía a Ilsis, por consecuencias él me debe lealtad, aunque jamás obligaría a quien no quiere ser parte de mí reino. No tengo ganas de pelear por quien no quiere luchar a mi lado.

— Ilsis.

— Ese es el reino de los irkej. – sonrío a sus palabras.

— En efecto Xion, eres un niño muy inteligente. – él esconde su cara en los brazos de Nossen, avergonzado. – Nos, creo que será un gran padre.




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