Mi amante, el príncipe de jade.

Fuera de aquí

 

 

Aquel mal trago había dejado furiosa a la reina, la princesa intrusa le había revelado su verdadero rostro, el mismo que se escondía debajo de esa sonrisa tierna y pacifica, Silfi le había enseñado los dientes y sus verdaderas intenciones, lo que más coraje le daba a Lía era el cinismo y la seguridad de Silfi al asegurar que Valeska la deseaba y que tarde o temprano, ella se convertiría en su concubina, la emperatriz la despreció desde el primer momento, nunca nadie había sido tan descarada como esa elfa maliciosa.

—¡Es el colmo! ¿en que momento esta mujer se empoderó de esa manera?—decía Lía mientras se dirigía a la oficina de su esposo, cabe destacar que no estaba permitido interrumpir al rey, nadie tenía autorizado estar, ni siquiera su familia, por eso cuando los guardias vieron que se iba a acercando, trataron de impedirle el acceso.

Pero al verla tan molesta, no supieron como reaccionar.

—Lo sentimos majestad, pero el rey no puede recibirla, ahora mismo se encuentra revisando unos documentos que tiene que firmar.—dijeron ellos con nerviosismo.

—Háganse a un lado, esto es más importante que unos simples papeles. —respondió Lía echando humo de las orejas.

—Pero…

—Si no piensan hacerse aun lado, entonces yo me aré mi propia entrada.

Lía abrió un portal dejando a los guardias sin opciones y la emperatriz entró a la oficina real plantando frente a su esposo, el cual la miró soltando un suspiro, al ver su cara supo de que se trataba.

—La quiero fuera del castillo…—declaró Lía con el ceño fruncido.

—Tenías que ser tu, eres la única que desafía las reglas y la única a la que se lo permito ¿que deseas mi reina? Te vez furiosa.

—Quiero que saques a esa mujer de aquí, es una trepadora, la descubrí teniendo sueños impuros contigo, te besaba y me reemplazabas por esa orejona, además la muy cínica me increpó delante de los niños diciendo que ustedes se habían besado ¿por que tienen que escuchar eso mis hijos?

—¿Ella dijo eso? Le advertí que no hiciera nada estúpido…—externó Valeria airado.

—Ha ido demasiado lejos, me ha faltado al respeto a mí y a nuestros hijos, haz tenido mucha consideración con esa mujer ¿por qué? ¿Acaso te gusta?—le preguntó Lía con dolor.

—Solo me gustas tu, ella no es nada.

—Mientes, tu no eres tan condescendiente, te ofendes con facilidad, le haz cortado la cabeza a muchos por una simple mirada, incluso acabaste con la vida de leales sirvientes solo porque no hicieron las cosas como tu decías, no puedes engañarme, si por ti fuera ya la habrías hecho tu concubina y ella afirma que se besaron, te gusta, lo sé…—Lía comenzó a llorar de rabia.

—Yo jamás haría algo que te lastimara, nunca te traicionaría, es verdad que me vi tentado acostarme con ella, las beses que me besó me agarró por sorpresa, pero nunca le devolví el gesto, si no la encerré en un calabozo fue solamente por cosas diplomáticas, me sirve más si está sana y salva que muerta, pienso mandarla sin el titulo de princesa, solo como una administradora de mis vienes en su pueblo, sé que los elfos planean liberarse de mí a travez de ella, la usarán a su conveniencia, pero no dejare que se salgan con la suya, exprimiré sus recursos y les haré pagar por su atrevimiento, a ella le dejé bien en claro que tiene prohibido tocarme sin mi consentimiento, se irá de aquí en…

Lía lo interrumpió con la voz entre cortada.

—La deseas….

—¿No es cuechaste todo lo que te dije? Solo fue momentáneo, no la toqué.

—Me fuiste infiel con ella en tu corazón, ahora entiendo porque no se ha ido.

—¿A donde vas Lía? —le preguntó Valeska al ver que se dirigía a la puerta.

—Déjame sola, no quiero hablar contigo.

—Regresa aquí, no hemos terminado de hablar.

—¡Pues yo si! —Lía se fue azotando la puerta, se sentía lastimada y Valeska se sentó de golpe en su silla mientras se llevaba las manos a la cabeza.

—Maldita sea… otro problema más…

Mientras tanto, Beatriz cuidaba de sus nietos, Emm se había vuelto muy serio, estaba pensando en lo que había pasado.

—Esa mujer es una atrevida, deberían cortarle la lengua.—exclamó Emm recordando lo ocurrido.

—Si, jamás pensé que se le soltara de esa manera, estoy segura de que Lía ya le dio un ultimato, esa princesa es una mentirosa, dudo que el rey le haya dado entrada en algo, yo fui testigo de cuando al rechazó.

—Ay mujeres que simplemente no sé rinden, la elfa debe ver al rey como la salida a sus problemas, pero no le llega ni a los talones a la princesa, solo un estúpido la cambiaria por otra mujer.

—Hablemos de esto en otra ocasión, dicen que los niños tienen oídos agudos.—Beatriz dijo esto porque no quería que Aspen se inquietara con los problemas adultos, el príncipe estaba sosteniendo un libro mientras permanecía sentado en un pequeño sofá, su hermanita ya se había quedado dormida.

De pronto, Lía llegó a su encuentro, Aspen abrió los ojos de golpe cuando se percató de que su madre había llorado, estaban rojos he hinchados y se quedó tieso pensando en lo que aquella princesa le había dicho para que se pusiera así y sintió una rabia profunda.

—¿Lía que paso? ¿Estás bien? —le preguntó Beatriz desconcertada.

—¿Que le dijo esa mujer?—le preguntó Emm poniéndose rápidamente de pie.

—Es una…—Lía hizo una pausa al ver que Aspen la miraba detenidamente. Y corrigió sus palabras.—Espero que el rey la mande lejos lo antes posible.

—¿Quieres hablar de esto en privado?—le preguntó Beatriz al verla tan agitada.

—Si, pero primero llevemos a los niños con sus cuidadoras, Minerva ya se durmió y Aspen tiene que ir con su institutriz.

—Yo los llevaré, no se preocupe por nada.—le dijo Emm y así lo hizo.

Lía le contó todo a su madre y lloró amargamente, los celos eran la peor compañía, además de que le dolía pensar que su esposo se hubiera fijado en Silfi.




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