Sangre Mestiza I: el inicio de la travesía

16. Nada bueno se pega, Luke versión 2.0

— ¡Buenas noches! —saludó Luke con burla.
— Para la próxima no te espero y me largo —advirtió Naomi seriamente— ¿Empezamos o aún estas dormido?
Sentada cómodamente en el sofá, Naomi observaba con molestia al recién llegado. Luke estaba tan relajado con su cabello aún húmedo, que le dio la sensación de haberse levantado apresuradamente y bañado justo cuando ella llegó.
— Respiremos primero, que haya paz y amor en el ambiente —continuó recitando sonriente— especialmente amor.
— Cierra la boca —exigió entre risas.
Se sentaron en el comedor para mayor comodidad, tener un punto de apoyo donde escribir y dibujar los planos era necesario. Pero primero, debían tener claro que iban a crear. En un cuaderno hacían la lista de «posibles ideas fantabulosas» según Luke, quien agregaba ideas a la loca siendo eliminadas inmediatamente por Naomi.
— Un carrito a control remoto —sugirió Luke.
— Muy común —descartó Naomi.
— Una maqueta de la erupción volcánica —dijo con un poco más de emoción.
— Muy sencillo —refutó Naomi— y muy común también.
— Una nave espacial —sugirió sarcástico— eso no es común.
— Y de paso regresas con tu verdadera familia —agregó en el mismo tono.
— Mira, Naomi del Cristo —dijo Luke amenazante— el único que puede hacer bullying soy yo.
Lo miró fijamente tratando de mantener la seriedad, pero al ver el brillo travieso en sus ojos no pudo contenerse, estallo en risas.
— Si claro, cuéntame más —expresó burlona.
Continuaron con los intentos por idear algo original, no tan común y no muy complicado de hacer. Tenían tiempo suficiente para desarrollarlo a la perfección, pero aun así querían hacerlo con calma por si acaso no funcionan los primeros intentos.
— Estamos caminando en círculos —anunció Naomi algo desesperada— ¿Buscamos en internet?
— Si sirve de algo, bien.
Encendió su portátil, buscó en algunas páginas y blogs donde daban extrañas y muy entretenidas ideas para realizar. Sin embargo, muchas de ellas eran muy peligrosas como para llevarlas a la escuela.
— Empezamos mal —suspiró Naomi.
— Y tú querías dejarlo para después —recalcó Luke.
— Hazme un favor —solicitó Naomi con mirada inocente— muérete.
— ¡Cuanto amor! —exclamó Peter en tono burlesco.
Estaba recostado en el umbral de la entrada del comedor, sin camisa, descalzo y con el cabello alborotado. Se veía diferente a lo que estaba acostumbrada a verlo, arreglado y bien peinado. Pero debía aceptar algo, le sentaba de maravilla. Es más delgado que Jeimmy, pero también tiene una figura muy bien cuidada. Sus abdominales estaban bien marcados, su piel perfectamente bronceada y un bonito tatuaje resaltaba al costado cerca de las costillas. Tragó con dificultad para disimular la impresión que le causó verlo así, tan casual y sexi a la vez.
— Para que no digan que no los quiero —contestó usando el mismo tono de voz.
— ¿Podrías ponerte una camisa? —exigió Luke mirando seriamente a su hermano— intimidas a mi linda futura novia.
— Yo no sé de quién habla —replicó Naomi con fingida indiferencia— es tu casa, puedes andar como quieras. Además, no está de más alimentar el ojo. ¿Cierto, mi querido Peter?
— ¿Cómo dices que dijiste? —expresó Luke ceñudo.
— Confirmo y apoyo, mi querida Naomi —contestó Peter entre risas ignorando a su hermano— por cierto, ¿A qué se debe tu visita? ¿Luke te está chantajeando?
— ¿Disculpa? —exclamó indignado.
— Por raro que parezca, no —añadió Naomi entre risas— se supone que estamos haciendo un proyecto de ciencias para la escuela, pero seguimos en blanco.
— Me siento ofendido —murmuraba Luke.
— Puedo ayudarlos, si quieres —se ofreció sonriente, sentándose en uno de los puestos en frente de Naomi.
— Y traicionado —continuó Luke.
— Sería genial —exclamó entusiasmada— y si el señor ofendido pudiera colaborar también, sería aún mejor.
— Claro, todos abusen de la inocencia del pobre Luke —replicaba sin cesar Luke con gesto ofendido— será divertido.
Conversaron un rato exponiendo las principales ideas que se les había ocurrido, sin mencionar las más fantasiosas o comunes, solo las que de verdad podrían generar un impacto en los demás.
— Siguen siendo un poco aburridas, a mi parecer —comentó Peter seriamente.
— Lo sé, por eso estamos estancados —suspiró resignada.
— ¿Alguna idea, genio? —indagó Luke.
— Agradece que estas con Naomi, de lo contrario no te ayudo —sentenció con tono burlón.
Naomi trató de ocultar su risa burlona, fracasando estrepitosamente. Se reía a carcajadas, aumentando en intensidad al ver la expresión ceñuda en el rostro de Luke.
— Por eso es que te quiero —le dijo a Peter entre risas.
— Traidora —exclamó Luke dramáticamente.
— Bien, dejando a un lado su drama —comentó Peter— pueden hacer una planta generadora de energía casera, ya sea a modo de panel solar o eólica. Cualquiera de las dos estaría genial.
Con expresión seria y pensativa, Naomi sopesaba las opciones e ideaba formas para complementarlo.
— ¿Y si se hace de las dos formas? —sugirió Naomi— para que sea adaptable a diferentes climas. Digo.
— No es mala idea —añadió Luke— se puede hacer versátil, para instalarse en cualquier superficie.
— Excelente, estas en modo colaborador —con expresión inocente y una amplia sonrisa burlona, Naomi lo miraba directo a los ojos— ¿Ya se te pasó el berrinche?
— Caes mal, niña —se quejó— ¿Podrías ayudarnos con eso, querido hermanito?
— No —sentenció Peter.
— ¿Por qué? —preguntaron Luke y Naomi al unísono.
— Porque es tarea de ustedes, no mía —argumentó Peter seriamente.
— No seas malito —suplicaba Naomi con ojitos de perro regañado— necesitamos tus dotes de mecánico, sé un buen amigo.
Por un rato, Peter se mantuvo firme en su decisión sosteniendo y resistiendo ante la mirada suplicante de Naomi, ya había caído una vez ante sus ojitos de inocente manipuladora y no pensaba volver hacerlo. Pero no lo logró, con un suspiro de resignación dijo:
— Está bien —exclamó poniendo los ojos en blanco— pero solo con unos planos, lo demás lo hacen ustedes solos.
— Sí señor —dijeron al unísono.
Mientras Peter buscaba la salvación a los problemas académicos de Luke y Naomi, estos seguían jugueteando y bromeando entre risas escandalosas como un breve receso de su arduo trabajo. Regresó con dos rollos de papel blanco, en cada uno se apreciaba los planos exactos para crear dos plantas de energía caseras, una solar y otra eólica. Por una hora más discutieron entre los tres el cómo hacer que, dos planos tan diferentes, se adaptaran a uno solo para crear la planta de energía multifuncional. Y posterior a eso, los abandonó a su suerte.
El medio día llego y pasó de largo, y siendo casi las dos de la tarde Naomi empezaba a quejarse de hambre. Esperaba volver pronto a casa, revisar si tenían más deberes pendientes y tal vez salir un rato al bosque. La última vez que estuvo en su pequeña casa fue sin darse cuenta, de pronto podría encontrar alguna pista sobre la identidad de su misterioso salvador.
— ¿Será funcional o estallaría en mil pedacitos? —indagó Naomi pensativa mirando fijamente el boceto que había hecho fusionando los planos.
— Opto por la segunda opción —contestó Luke.
— Gracias por tu voto de confianza, cretino —anunció seriamente.
— Siempre estoy para servirte —susurró coqueto acercando su rostro al de ella.
— ¡Qué colaborador! —comentó ceñudo Jeimmy detrás de ellos— para atrás, confianzudo.
La molestia era evidente en la expresión de Jeimmy, obligando a su hermano a retroceder no sin antes responder con el mismo gesto.
— ¿Desde cuándo estas ahí? —indagó Luke frunciendo el ceño.
— Lo suficiente como para evitar que te pases de listo —contestó rodeándolos para sentarse justo frente a Naomi— ¿No sabes el concepto de espacio personal? ¿Te lo recuerdo?
— Si mal no estoy —dijo mientras se reacomodaba en su asiento para mirarlo fijamente— tenemos el mismo concepto, hermanito.
— ¿Tienes pruebas de ello? —indagó molesto.
— He visto más que suficiente…
Intrigada y algo molesta por el extraño cambio del ambiente, Naomi solo se limitaba momentáneamente a escuchar y ver a los protagonistas de tan «interesante» conversación. Carraspeó sonoramente para llamar su atención.
— ¡Hola! —exclamó con ironía— ¿Saben? aún estoy aquí.
— ¿Haciendo tarea? —reclamó Jeimmy arqueando una ceja.
— Proyecto de ciencias, se llama —intervino Luke con fastidio— que por cierto estas interrumpiendo.
— Yo no te vi muy concentrado en ningún proyecto —sentenció acusadoramente.
Fastidiada con lo absurdo de su conversación y en vista de que la seguían ignorando, decidió recoger sus cosas y salir de allí, de igual manera sus padres la estarían esperando para almorzar.
— Naomi, espera —llamó Luke reteniéndola en el umbral de la entrada al comedor— ¿A dónde vas?
— A mi casa, ¿Por? —respondió con gesto indiferente.
— No hemos terminado los planos —resaltó señalando aquel dibujo sobre la mesa.
— ¿En serio? —sarcásticamente los miraba a ambos— es que los vi tan ocupados en su absurda discusión que preferí no interrumpirlos. Ha de ser más importante, ¿No?
Caminó directo a la salida sin mirarlos de nuevo, escuchando a Luke llamarla varias veces para luego recriminar a Jeimmy por lo sucedido. 
— ¿Te vas tan pronto? —preguntó la señora Nieves.
Venía entrando por la puerta justo en el momento en que ella estaba por salir, traía consigo un par de bolsas de algún restaurante y su bolso de mano.
— La ayudo con eso —se apresuró a decir, mientras tomaba algunas de las bolsas.
— Gracias cariño —agradeció con una sonrisa— acompáñame a la cocina.
La siguió ignorando la presencia de Luke y Jeimmy siguiéndola con la mirada, esperaba que por lo menos dejaran su estúpida conversación sin sentido. 
— ¿Ya te ibas? —preguntó nuevamente la señora Nieves.
— Si, ya es un poco tarde y mis papás deben estar esperándome para almorzar —contestó Naomi— no quiero ganarme un castigo.
— Quédate a almorzar —sugirió con una amplia sonrisa— no te preocupes por tu madre, hablaré con Nilsa.
— No es necesario, no quiero molestar…
— Claro que no es molestia —interrumpió con firmeza— aquí siempre serás bienvenida.
— ¿Almorzaras con nosotros, mi querida vecina? —preguntó Peter detrás de ella.
Esta vez venía como de costumbre, vestido de forma casual y sus rizos ordenados. Prefería verlo sin camisa, pero no lo iba a reconocer en voz alta, menos estando su abuela presente.
— Claro que sí —contestó la señora Nieves mirándola fijamente— ¿cierto? 
Ambos la miraban expectantes, esperando obtener una respuesta afirmativa de su parte. Con un suspiro interno de resignación y una sonrisa divertida aceptó.
— Esta bien.
Entre los tres se encargaron de preparar la mesa y servir la comida la cual consistía en ensalada césar, papitas fritas y pollo agridulce. Retomaron sus puestos en el comedor como antes, Luke al lado de Naomi, Jeimmy en frente de ella, Peter a su lado y la señora Nieves estaba a la cabeza. Comían y charlaban con normalidad, siendo Luke y Jeimmy los únicos que lo hacían en silencio dedicándole una que otra mirada a Naomi, quién seguía firme en su posición ignorándolos.
— ¿No han pensado en quedarse en un lugar fijo? —indagó curiosa la señora Nieves— ¿Siempre deben mudarse?
— Ojalá no fuese necesario, pero… —se encogió de hombros con falsa indiferencia— es el trabajo de ellos, así que… Ya estoy acostumbrada.
— ¿Pero te gustaría? —intervino Jeimmy.
Lo miró fija y seriamente, aún seguía molesta con él y Luke, pero no pudo evitar sonreír ante el brillo de sus ojos cafés.
— Tal vez —contestó desviando su atención.
— No pueden estar viajando toda la vida —comentó Peter— ¿O sí?
— Estoy segura de ello —susurró Naomi sin muchas ganas.
— En algún momento deben parar —agregó la señora Nieves— estas en último año de escuela, aun te falta la universidad.
— Lo sé, pero lo sigo viendo complicado —dijo con una sonrisa triste.
Por un par de segundos su vista estuvo fija en la comida, había perdido por momento el apetito ante la mención de su cruel realidad. Deseaba con toda su alma poder estudiar una carrera universitaria, la que sea mientras pueda mantenerse en un mismo lugar por varios años sin que pase nada extraordinario. Pero estaba consciente de que era algo difícil de cumplir, para no decir imposible.
— Cariño, debes tener un poco más de fe —aseguró la señora Nieves tratando de subirle el ánimo— son cosas de la vida que no puedes dejar a un lado, cosas que deben pasar como a cualquier otra persona. Estudiar lo que tanto te apasiona, tener amigos y tal vez enamorarte. Uno nunca sabe.
— Ahmm… —balbuceó Naomi nerviosa, tratando de no reír a carcajadas— ¿Dijo… «enamorarme»?
— Claro, ¿Por qué no? —continuó sonriente y picaresca— aquí mismo hay buenos candidatos, y no lo digo porque sean mis nietos.
Al tiempo y como si lo hubiesen ensayado, los cuatro casi se atragantan con la comida. Al recuperarse, Luke estalló en carcajadas siendo acompañado por Peter, mientras que Jeimmy mantenía una postura seria y algo sonrojado, mirando fijamente a Naomi quien intentaba no ceder ante sus propios nervios.
— No, no, no. Yo creo que… —explicaba Naomi, carraspeando para aclarar su voz— está malinterpretando un poco las cosas, yo solo vine para hacer un proyecto con Luke. Yo… Ahmm… solo somos compañeros de clases.
— ¿En serio? Qué lástima —se lamentaba la señora Nieves— ¿Ni siquiera amigos? Tu madre me dijo que deberías tenerlos, nunca está de más tener algo de compañía.
— Lo sé, pero… —hizo una pausa con gesto pensativo— ¿Mi mamá le dijo qué?
La expresión de la señora Nieves cambio lentamente, pasó de tener gesto serio a uno de comprensión divertida al darse cuenta de lo que había dicho.
— ¡Ups! —exclamó sonriente.
Terminaron de almorzar entre risas y algo de nervios, y a pesar que la conversación no siguió por el mismo rumbo, Naomi no podía sacarse de la cabeza la expresión y la forma en que Jeimmy la miró en ese momento. Lo intentaba, pero no le era posible menos teniéndolo aún en frente.
— Gracias por la comida señora Nieves, estaba muy rica, pero… —anunció Naomi levantándose de su asiento— debo volver a casa.
— Vuelve cuando quieras —dijo sonriente.
— Te acompaño a la salida —se apresuró a decir Luke, siguiéndole los pasos.
— ¿Qué quieres, Luke? —indagó sin mirarlo a la cara.
— Te vas porque estas molesta con nosotros, ¿Verdad?
Se giró para encararlo, decirle su disgusto respecto al show que hicieron los dos podría servir para que dejaran de actuar de esa manera, sea cual sea haya sido el verdadero motivo. A decir verdad, no quería ponerlo nombre ni apellido a tal cosa, esperaba no hacerse ideas equivocadas y si podía no pensar en ello sería mejor.
— Me voy porque… —hizo una pausa, viendo arrepentimiento en sus ojos grises— necesito hablar con mi madre, muy seriamente.
— Yo no dije nada —escuchó decir a la señora Nieves en tono divertido.
— ¿Nos vemos luego? —preguntó esperanzado.
Lo pensó por varios segundos, manteniéndolo cruelmente a la expectativa mientras con ojos entornados lo miraba fijamente.
— Nos vemos el lunes —contestó decidida.
Se marchó a paso firme sin mirar atrás pese a los llamados insistentes de Luke, quien seguía haciéndolo sin dar resultado.
— Naomi, ¿Es enserio? —gritaba desde la puerta— apenas es sábado.
— Feliz fin de semana —grito sin mirarlo.
Entró a su casa esperando encontrar a sus padres almorzando o viendo la tele, de verdad quería encarar y reclamar a su madre el haber dado demasiada información a la vecina. No le causó incomodidad hablarlo con ella, pero de igual manera sus problemas personales no eran de incumbencia de nadie, más que de ellos mismos.
— Buenas, querida madre —saludó con sarcasmo— ¿Por qué tan solita?
Nilsa se encontraba en la cocina terminando los preparativos del almuerzo, siendo las dos y media era un poco tarde comparándolo con el horario habitual.
— Tu padre salió a comprar algunas cosas —contestó fijándose en la expresión ceñuda de su hija— ¿Y a ti que te pasa?
— Hablas bastante con la señora Nieves, ¿Verdad? —indagó seriamente.
— Mmmm… un poco… —aceptó Nilsa, tratando de no reírse a carcajadas— ¿Por qué?
— ¿Solo un poco, madre? —insistió ceñuda— ¿Segura?
— Un poco bastante, tal vez… —dijo divertida— bueno ya, mucho bastante. Lo acepto, creo que hable un poco de más.
— ¡Ma…! ¿Solo un poco? —exclamó Naomi— casi le cuentas la historia de mi vida.
— Ya deja el berrinche, tampoco es para tanto —replicó entre risas.
— ¿Ah no? Me exhibiste —se quejó.
— Pero valió la pena, ¿O no? —recalcó Nilsa con algo de orgullo— tienes nuevos amigos, y tal vez algunos pretendientes.
— Madre, tú sabes que te amo con toda mi alma —comento seriamente— pero estás loca, mujer. De remate. Necesitas un psicólogo urgente.
— Mejor ayúdame con el almuerzo si no quieres que ponga castigos a la loca —sugirió Nilsa divertida.
Prepararon y se sentaron a la mesa continuando con las risas y reclamos de Naomi, y justo en ese momento Félix llega cargado de bolsas. Muy amablemente, Nilsa se ofrece para servir su almuerzo dejándolos momentáneamente solos en el comedor.
— ¿Qué tal todo? —indagó ansioso.
— ¿De qué o qué? —preguntó de vuelta.
— No se haga la loca, señorita —amenazó seriamente— ¿Debo asesinar a alguien o puedo confiar en esos tres?
— ¿Estás hablando en serio? —asombrada, se reía ante tal cuestionamiento.
— Muy en serio —recalcó ceñudo— no voy a dejarte ir a la casa de tres chicos sin siquiera preguntar qué tal te fue, siguen siendo hombres y mayores que tú. ¿Debo repetir la pregunta?
Estalló en risas sin importar el gesto molesto de su padre, sus celos eran algo adorable y que solo había mostrado una vez cuando conoció a Elías. Había sido algo vergonzoso, pero muy divertido de ver.
— Papi, cálmate —comentó tranquilamente mirándolo con dulzura— todo fue muy bien, no pasó nada extraño. Adelantamos el trabajo y la señora nieves me invitó a almorzar, más nada.
— ¿Segura? 
— Totalmente.
— De acuerdo —suspiró más calmado— confiaré un poco más. Pero eso sí, la siguiente reunión será aquí y punto.
— Como tú digas.
Almorzaron entre risas y comentarios esta vez siendo el gran apetito de Naomi el centro de las burlas, recién había comido en casa de la señora Nieves y nuevamente estaba en las mismas sin siquiera demostrar algo de llenura.
— Aun no entiendo cómo es que no engordas con todo lo que tragas —comentó Nilsa asombrada— ¿Tienes fondo siquiera?
— A veces —contestó inocentemente.
— Espero que todo eso que te estas comiendo se transforme en energía, porque mañana la necesitarás —aseguró Félix divertido.
— ¿Me llevarán a pasear? —indagó esperanzada.
— Sigue soñando —se burló Félix.
— Tu padre y yo saldremos muy temprano mañana a buscar unos documentos en Villa San Pablo —anunció Nilsa riéndose de las palabras de su esposo— y no regresaremos hasta bien noche, así que te encargaras de todo.
— ¿Es en serio? —exclamó con puchero.
— Muy en serio —comentó Nilsa.
— Tan en serio que en la puerta de la nevera te dejaremos la lista de los quehaceres —comunicó Félix— e incluso el menú, así que no te pondrás a inventar esas cosas que tú llamas recetas sorpresa.
— No pues, gracias —se quejó.
— A la orden —contestaron ambos al unísono.
Sus carcajadas fueron sonoras mientras Naomi seguía quejándose sin cesar, pero disfrutando del momento. Sus palabras se cumplieron, le hicieron la lista y la pegaron en el refrigerador para que fuese lo primero que viera al despertar. Se quejó un par de veces más, y se encerró en su habitación para matar el tiempo. Pensaba salir al bosque esperando obtener alguna respuesta a sus miles de interrogantes, pero aún era muy temprano y el sol estaba demasiado fuerte para salir. Decidió adelantar su primer trabajo del año, el retrato de Jeimmy.
No tenía pensado cobrarle en realidad, lo haría por el mero gusto de dibujar sus finas facciones y resaltar esos detalles que tanto la tenían embobada. El color y brillo de sus ojos, la suavidad de su piel, su sedoso cabello y lo que vio justo ese día, un leve sonrojo en sus mejillas. Fue tan adorable su reacción que deseaba retratar ese momento, pero quería conservarlo para ella. Dejaría ese dibujo para después, mientras tanto solo se limitaría a realizar el que le daría a él.
Invocó en su mente aquellos recuerdos qué por las noches, en los momentos en que su mente trataba de quedar en blanco para dormir, regresaban para hacerla emocionar una vez más. Sin embargo, no quería dar evidencias de nada al retratarlo de una manera demasiado romántica. Decidió dibujarlo según los primeros recuerdos que tenía de él, como aquella vez que lo vio a través de la ventana salir de su casa, obviamente suavizando un poco su expresión seria basándose en una que ya empezaba a conocer más a fondo y que le fascinaba.
Dos horas de intenso trabajo bajo la influencia de sus canciones favoritas, trazando líneas, difuminando sombras y dejando el espacio para agregar algo de color. No estaba segura de usar sus colores convencionales, podría quedar bien, pero sus expectativas estaban muy por encima de lo que lograría con ellos. Esperaba obtener un resultado magnifico, algo que lo dejara de verdad impresionado con respecto a su trabajo. Miró su reloj, eran un poco más de las cinco de la tarde y el sol había bajado considerablemente su intensidad.
Se duchó rápidamente y salió tranquilamente de su casa en bicicleta, esperando fervientemente no ser observada por alguno de sus sobreprotectores vecinos. Quería un poco de privacidad y soledad, necesitaba buscar algo con urgencia, aunque todavía seguía sin saber qué cosa exactamente. Se dirige primero al lugar donde se encontró con aquella criatura, aún estaba el reguero de plumas manchadas con sangre redadas por todas partes. Se detuvo viendo un detalle, una mancha roja oscura en el suelo. Era su propia sangre seca, la misma que había perdido con aquella herida.
Cerca de allí encontró un rastro de huellas de zapatos, al parecer dejadas por el misterioso sujeto que la salvó mientras la llevaba cargada a la casa del árbol. Tomó algunas fotos del lugar y aquel rastro notando un detalle más, uno que de verdad le preocupó. Sobre el rastro de sangre seca que ella misma había dejado, se encontraba una leve y casi translucida capa escarchada de color amarilla. La primera vez había pensado que era por estar coagulada y seca, pero observándola de mejor manera se percató que estaba totalmente equivocada. Era escacha mágica, el único rastro que quedaba después de hacer un hechizo como los de protección o curación.
— Pero… ¿Qué…?  —titubeó incrédula— ¿Quién demonios…?
Descartó de inmediato la idea de su padre socorriéndola y llevándola a su refugio, no solo por la ausencia de alguna reprimenda de su parte, sino por el hecho de no concordar la evidencia con lo que ella conocía. Su propia magia es de color azul al igual que el reflejo de su cabello, y sabía perfectamente que la magia de su padre era morada, por lo tanto, no encajaba con su nuevo hallazgo. Con esto confirmaba uno de sus temores: alguien, un mago de gran poder la seguía a donde quiera que iba, y aunque le haya salvado la vida no dejaba de ser preocupante.
Continuó su camino observando lo desolada que estaba aquel lugar, no sentía la energía de las hadas o ningún ser mágico cerca. Y lo esperaba, después de aquel encuentro era muy probable que buscaran otro lugar para vivir. Llegó a su refugio sin encontrar más rastros de escarcha o sangre, las huellas habían continuado a intervalos irregulares hasta un tramo muy cerca de su refugio. Se aseguró de tomar fotos de las huellas, especialmente de las que se notara más nítida. Creía que era una idea absurda e incluso fantasiosa, pero intentaría de alguna forma identificar por lo menos el calzado de quien haya causado esas pisadas, así tal vez obtenía una pista.
— Trato de entenderte —dijo en tono molesto detrás de ella— pero en serio, no encuentro ninguna lógica a ese afán tuyo por regresar a este bosque.
Se giró lentamente no sin antes guardar cuidadosamente su teléfono celular, lo que menos necesitaba en esos momentos era que vieran sus extrañas fotografías. Jeimmy la observaba de forma escrutadora, los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.
— ¡Jeimmy! —exclamó Naomi sin muchas ganas.
— Creo que es buen momento para empezar a dar tus… —hizo una pausa buscando la palabra adecuada— «no fantasiosa y muy creíble» explicación, ¿No crees?
— Mmmm… no quiero —dijo para acto seguido rodear el árbol, buscando las lianas y hojas que ocultaban la escalera improvisada que creó.
 — Estoy hablando en serio, Naomi —sentenció siguiéndola.
— Y yo también, es más… —se giró para encararlo— te quería pedir un enorme favor. ¿Podrías dejar de seguirme? Es algo irritante a veces. Pasa la voz a los demás, si no es mucha molestia.
— No te estoy siguiendo —refutó con indiferencia.
— ¿En serio? —indagó sarcástica— entonces, ¿Debo pensar que viniste casualmente por mero gusto? Porque si es así no deberías reclamarme por venir cuando tú haces lo mismo.
Con un suspiro y una sonrisa de frustración, se pasó las manos por su cabello mientras mordía su labio inferior. Su mirada se clavó en los ojos de Naomi, esos que reflejaban fuerza e inteligencia, aunque muchas veces la usara para salirse con la suya.
— Eres un caso perdido —exclamó sonriente.
— Gracias, tomaré eso como un halago. 
Continuó buscando dándole la espalda, solo para para que no notara la boba sonrisa que había causado en ella ese mero gesto de morderse el labio. Sin duda alguna la había dejado babeando, no literalmente, pero si de una manera que esperaba no se notara demasiado. Encontró y desenredó la escalera, empezando a subir los primeros escalones.
— Espera —la sujetó por la cintura impidiendo que avanzar— ¿Qué crees que estás haciendo?
La mantenía pegada a su cuerpo abrazándola por la cintura, su rostro quedaba justo a la altura del de ella susurrándole directo al oído.
— Subiendo, ¿No es obvio? —susurró sarcásticamente tratando de controlar las sensaciones que su cercanía le provocaban.
— Estás loca si crees que te dejaré subir al mismo árbol del cual casi te matas —recalcó firmemente— ¿O crees que no lo reconocí?
Suspiró y dejó escapar una risa nerviosa, giró su rostro para poder mirarlo a los ojos.
— ¿Si ves eso que esta allá arriba? —indagó señalando la estructura dentro del follaje del enorme árbol— eso no lo tenía el otro árbol, así que no puedes asegurar que es el mismo.
— Créeme que sí puedo asegurarlo —susurró aún más cerca de ella.
— ¿Por qué eres tan terco? —se quejó con un puchero accidental.
— Estoy aprendiendo algo de ti —comentó divertido, con ese brillo y mira dulce en sus ojos.
— No me parece gracioso —replicó nerviosa desviando su mirada al frente— ahora si me permites, seguiré subiendo. ¿Puedes soltarme?
— Déjame pensarlo… —hizo una pausa apretando suavemente su agarre sobre su cintura, ocultando su rostro en su cuello acariciando con su nariz la sensible piel de Naomi— no quiero.
— ¡Jeimmy! —susurró con voz temblorosa— déjame subir o te pateo.
— ¿Por qué tan violenta? —susurró sobre su cuello.
— ¿Por qué eres tan irritante? —preguntó un poco frustrada.
— Me gusta hacerte enojar —susurró plantando un suave beso en su mejilla.
— ¡Eres imposible! —suspiró sonriendo.
— Gracias —exclamó divertido— te dejaré subir solo si tienes suficiente cuidado como para no morir en el intento.
— En serio te detesto —replicó entre risas— y también subirás, ¿Cierto?
— ¿Creíste que te dejaría solita allá arriba? —indagó en tono seductor.
— Tenía la leve esperanza —se encogió levemente de hombros.
Subió despacio y tranquilamente, escuchando como se burlaba Jeimmy de ella viéndola subir tan lento. Al llegar, esperaba poder ver algo en el tiempo que le tomara a Jeimmy subir el tramo de escaleras. La luz que entraba por la abertura en el centro del techo aún era suficiente para ver claramente, por lo que se apresuró a encontrar alguna huella o pista que ese día haya dejado pasar en alto.
— ¿Buscas algo? —preguntó Jeimmy entrando como si nada.
— ¿Cómo… subiste tan rápido? —preguntó asombrada y extrañada.
— Ya sabes, soy muy ágil… —contestó con una sonrisa de satisfacción en su rostro— por lo que hago ejercicio en las madrugadas y todo eso.
— Estás buscando que te lance de cabeza, ¿sabes? —comentó seriamente— búscate tu muerte natural.
Se vio obligada a cambiar de estrategia, estando él allí no podría hacer gran cosa. Se excusó con la limpieza para poder buscar lo que sea, removiendo hojas secas y algo de polvo para poder disimular. Pero nada dio frutos, no encontró absolutamente nada relevante. Se dio por vencida, acomodándose en la entrada para apreciar el paisaje y disfrutar de la fresca brisa.
Charlaron y rieron por largo rato, insistiendo sobre la extraña procedencia de aquel lugar. Naomi se limitaba a decir lo mismo una y otra vez, lo mismo que le contó a Luke cuando de la misma forma había dado con ella allí. 
— Solo lo encontré, lo limpié y decoré a mi antojo —explicó con firmeza— solo fue suerte y una mera casualidad.
Sin embargo, Jeimmy no terminaba de tragarse toda esa historia fantasiosa, pero no insistió más en el tema. El tiempo seguía corriendo, comieron algunos de los chocolates que ella siempre cargaba encima mientras veían el atardecer. La luz de la luna se filtraba por el techo, pero no alcanzaba a iluminar del todo por lo que encendieron la luces. Con ellas, el aspecto cambiaba sobremanera, le daba un toque más místico y personal. Allí, a solas con él se sentía tranquila y verdaderamente feliz, pero como ha sido siempre le duraba muy poco.
Su radar detectó cierto movimiento sospechoso no muy lejos de allí, eran varios puntos de intensa maldad acercándose lentamente al árbol. Esta vez su preocupación superó nuevos límites, aquellas auras eran desconocidas para ella, pero tenían algo que le resultaba familiar. Eran muy grandes, oscuras de color negro intenso, podía percibir cierta frialdad proveniente de ellos causándole escalofríos. Sea quien sea, no eran personas normales y tampoco venían en son de paz.
De inmediato, trataba de buscar alguna excusa que le permitiera llevárselo lejos de allí, lo primero que debía hacer era dejarlo por fuera de todo eso. Jamás se perdonaría si por su culpa alguien más sufría algún daño, ya pasó una vez y no quería repetirlo, mucho menos que sea Jeimmy quien salga herido.
— Ya es algo tarde —anunció Jeimmy con picardía y diversión— deberíamos irnos, no te vayan a castigar… otra vez.
— Me conmueve tu preocupación —replicó sarcástica, pero aceptó— en serio casi me haces llorar.
Internamente agradeció el hecho de que haya sido él mismo quien lo dijera primero, de esa manera no levantaría sospechas. Sin embargo, su ansiedad podría jugarle una mala pasada. Bajaron cuidadosamente, primero Jeimmy y después ella, siendo recibida por sus fuertes brazos antes de tocar el suelo. 
— ¿Nos vamos? —preguntó muy cerca de su rostro.
— Claro —contestó sonrojada.
Como ya era costumbre, Jeimmy conducía la bicicleta de Naomi llevándola a ella como parrillera. Esta vez no pudo disfrutar del viaje ni de su cercanía, aquellas presencias se acercaban peligrosamente a su ubicación. Salieron del bosque y poco a poco dejó de sentirlas, hasta llegar a perderlas por completo aún lejos de casa. Su alivio fue tan notorio, que Jeimmy preguntó por su extraña reacción, excusándose de estar algo cansada.
La ayudó guardando su bicicleta en el garaje al llegar a casa, reteniéndola por un par de minutos más antes de dejarla ir.
— ¿Cuándo empiezas mi retrato? —preguntó divertido— mi cuarto necesita decoración urgente.
— ¿Y crees que tu fea cara puede ser una buena decoración? —indagó sarcástica.
— Quería un retrato tuyo, con tu linda carita toda enojada —contestó Jeimmy inocentemente— pero dudo que me dejes tener uno.
— Eso sonó perturbador… —replicó anonadada y sonrojada— acabas de superar a Luke en el nivel de acoso. ¡Bye!
Giró sobre sus talones para marcharse rumbo al interior de su casa, siendo retenida por sus brazos alrededor de su cintura.
— Espera —reía sonoramente— era una broma.
— No me di cuenta —exclamó con sarcasmo— para nada.
La hizo girar aún entre sus brazos para que lo mirara a los ojos, mientras que con una mano apartaba mechones de cabello de su rostro.
— ¿Más o menos cuanto te demoras en hacerlo? —preguntó Jeimmy en un susurró.
— Mmmm… —murmuró nerviosa— no mucho, solo faltan detalles a color… pero claro, será complicado hacerlo porque no tengo los insumos. Por culpa de alguien no pude comprarlos, una hermosa paleta completa y de buena calidad. Habría quedado divino el retrato si no fuese por culpa de ese pendejo.
— ¿Qué clase de ser malvado haría tal cosa? —exclamó con fingida condolencia.
— ¿Ya te he dicho cuanto te odio? —se quejó Naomi con el ceño fruncido.
— Un par de veces si —se aceró peligrosamente a su rostro, desviándose para dejar un suave beso en su mejilla— ¿Algo más que necesites? Diferente a los colores.
— Ahmm… pues… —titubeaba nerviosa— una foto, solo para ver ciertos detalles.
— Mas tarde te la traigo —pellizcó suavemente su mejilla— nos vemos luego entonces.
Entró a su casa aún sin regresar de ese viaje a la luna al que la había mandado las suaves caricias de Jeimmy, ese delicado y dulce beso sobre su mejilla y su gruesa voz al susúrrale al oído. Se encerró en su habitación buscando el retrato que había adelantado, corrigiendo y mejorando ciertos aspectos que tenía frescos en la memoria. Sus acercamientos a ella la tenían delirando, sin poder evitar sentir tanto revuelo en su estómago, cabeza y, sobre todo, en su corazón. No esperaba aceptarlo tan pronto, pero Jeimmy le gustaba demasiado.



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En el texto hay: monstruos, magia, sobrenatural

Editado: 01.09.2021

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