Solo Mía

Capítulo 01 "Hola"

Jueves, 15 de junio, 2017.

 

Los nervios de Gabriela estaban en su máximo punto mientras observaba el cartel de la entrada a Ashland.

—Por fin en casa— la voz notablemente feliz de su padre no logró sacarla de sus pensamientos.

Cualquiera pensaría que ver ese cartel diciendo Bienvenidos a Ashland, Oregon la pondría feliz, y así sería de no ser que ignoró por completo su vida en este lugar.

—Gabi— esta vez una mano tibia en su hombro la hizo pestañear volviendo a la realidad.

— ¿Si?

— ¿Qué pasa hija? Has estado muy distraída desde que te contamos que volveríamos, creí que te haría feliz volver a casa— era obvio, ella no tenía idea de que su hija planeaba no regresar a ese lugar— de volver a ver a Jason y a Damon.

Volver a verlo, esa era la cuestión. Ella sabía perfectamente que la razón de estar así no era porque ella no quisiera volver, sino por encontrarse nuevamente con sus amigos.

—Lo estoy mamá— hizo un intento de sonreír— solo es que aún no lo creo— en cierta forma, no era totalmente mentira, aún no procesaba lo que está ocurriendo.

— ¿Segura? Sabes que no hay problema de volver, dejaremos a tu hermano y ya está- por un momento las ganas de aceptar esa propuesta la invadió.

"Egoísta."

La voz de Keila resonó en su cabeza, su loba interior la estaba regañando y mucha razón tenía.

—No mamá, no permitiré que se pierdan del nombramiento de mi hermano— dijo apresuradamente— es un tema importante tanto para la manada como para nosotros y no me lo perderé.

—Está bien— sonrió dejando a la vista sus dientes derechos pero medio amarillentos gracias al cigarro.

La vista de Gabi volvió a la carretera al notar que su padre había parado el auto. Ahí se encontraba la casa, su casa.

—Tenemos visita— su padre bajó del auto seguida por su madre. Sin comprender Gabi miró hacia fuera, aún no se había convertido, puesto que se convierten a los 16 y a ella le falta una semana, lo que provoca que sus sentidos no estén bien desarrollados aún.

—Quédate aquí— la voz gruesa y grave de su hermano mayor hizo que ella se congelará, más que una opción fue una orden.

—Claro— su vista no la sacaba del extenso bosque que se formaba detrás de su casa.

Se escuchó la puerta del auto abrir y cerrar de golpe, la figura esbelta y alta de Eyael, su hermano, apareció y se colocó al lado derecho de su madre.

El cuerpo de Eyael es digno de admirar, grande y fuerte tal y como tenía que ser un macho Beta, castaño con ojos color miel, una cara definida y una mandíbula cuadrada, aparte de tener un cuerpo duro y bien marcado.

—Dios— la voz de la chica sonó como un susurro e hizo que el vidrio delante de ella se empañara por el calor emitido por su boca al pronunciar esas palabras. Los nervios la comían por dentro, nervios e intriga, sí, intriga por saber qué es lo que se oculta tras los enormes árboles y la oscuridad que estos proporcionaban al inmenso bosque.

En eso, un lobo gigante hizo su aparición en escena. Su color es negro, tiene pintas blancas en el hocico, los ojos color esmeralda resaltan entre su pelaje oscuro. Por su tamaño y la forma de pararse dejaba en claro de que era un Alpha, o quizás lo sería pronto. Su estatura era algo impresionante, enorme, de unos 2,80 metros.

Detrás del inmenso lobo negro aparecieron tres lobos un poco más chicos que el de negro, de seguro su Beta y dos omegas. Uno de ellos era de un color siberiano con ojos negros como aceituna mientras que los otros dos eran de un color café con ojos amarillos.

Eyael se puso a la defensiva, ninguno de la familia Mont los conocían o habían visto alguna vez.

El siniestro lobo negro volvió a su forma humana dejando a todos con sorpresa y sonrió.

—Hey, no hay para que ponerse violentos.

—Joder Jason, nos has dado un susto de muerte— la voz de Eyael cambio de tono, ya no estaba a la defensiva, su tono era más de alegría. Ambos chicos sonrieron y se saludaron como todos unos machos.

—Había sentido una presencia en este lugar, quería ver quién era— rio leve— no sabía que volverían hoy, de haberlo sabido no me hubiese presentado así.

— ¿Qué? ¿Cómo? ¿Gabriela no te lo dijo?— el ceño fruncido de su hermano le dio a entender a Gabriela que estaba en problemas.




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