Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 62

DESDE EL MOMENTO QUE TE VI

«No hacen falta palabras cuando nuestras pieles se encuentran y se funden en una sola caricia, en un solo deseo».

Lucas pasa lentamente la esponja de baño por la espalda desnuda de Noelia; baja hasta su trasero, sus muslos, y sube por la parte delantera. Dedica especial cuidado a la entrepierna, luego sube por su vientre hasta terminar en sus redondos senos.

El agua de la ducha, que está ardiendo justo como le gusta a Lucas, cae con suavidad sobre los cuerpos de los esposos, quitando los residuos de jabón y los colma de un reconfortante calor.

El aire está cargado con el dulce aroma a jazmín y vainilla del gel de ducha. El vapor que se eleva lentamente, empañando los cristales, envuelve todo el espacio y crea una atmósfera íntima y cálida.

Afuera, el golpeteo rítmico de las gotas de lluvia que caen con intensidad contra el cristal de la ventana proporciona un telón de fondo relajante.

Lucas, con los músculos tensos por las actividades de ese turbulento día, se relaja bajo el chorro de la ducha que roza su cuerpo como una lluvia ardiente. El agua se filtra en su piel, aliviando los nudos de tensión.

El largo y oscuro cabello de Noelia cae en cascada sobre su espalda, brilla con las gotas de agua como mil pequeños diamantes. Lucas le da la vuelta quedando de espaldas a ella, toma la botella de champú y aplica una generosa cantidad en la palma de su mano. Con movimientos lentos y deliberados, comienza a esparcirlo con suavidad por la sedosa cabellera de Noelia. Los mechones se deslizan entre sus dedos como seda.

Ahora, es el aroma del champú el que se mezcla con el vapor del agua, creando una fragancia embriagadora que llena el ambiente. Noelia cierra los ojos, deja escapar un suave suspiro de satisfacción, entregándose al placer de ese tacto cuidadoso y agradable que producen los dedos de Lucas. Es tan relajante que siente que todo el estrés y horror de la noche se disipan.

Ella se siente completamente relajada y mimada.

Lucas se acerca más, sus labios rozan su oreja; susurra palabras incitantes con su voz en un murmullo bajo y ronco que le eriza cada milímetro de su piel. Siente una ola de calor que la inunda, un ardor que se extiende desde el cuero cabelludo hasta los dedos de los pies.

Noelia se gira en sus brazos, sus ojos se encuentran con los de él, y la chispa de deseo se convierte en una conflagración.

El vapor de la ducha que se concentra a su alrededor, crea un velo brumoso que nubla y transforma el espacio en un refugio privado e íntimo.

Sus miradas mantienen por un momento una conversación silenciosa de anhelo y deseo. Luego, sin decir una palabra, sus labios se encuentran en un beso tierno y profundo, lleno de emociones y crecientes ansias.

Para Noelia, el mundo se ha detenido desde que entraron en su habitación y solo existe en esos momentos, la calidez de los labios de Lucas contra los suyos. Siente su corazón latir con fuerza como las alas de un colibrí, emocionado por la intensidad de su pasión.

Lucas siente una vez más, esa conexión profunda con Noelia, esa que le hace sentir que finalmente, ha encontrado el lugar al que pertenece. Es como si el tiempo se hubiese detenido en esos labios suaves como pétalos, que le transmiten aquella sensación de paz, calidez y plenitud que solo junto a ella experimenta.

El beso profundiza, la respiración se les vuelve más pesada. Sus cuerpos emiten descargas eléctricas que se replican en sus zonas íntimas. Los pezones de Noelia, erectos como puntas de pinos, rozan el duro pecho de Lucas. Las manos masculinas recorren cada centímetro de la delicada espalda en un roce suave, lento.

—Vamos a la cama, mi ángel —ordena Lucas, a regañadientes mientras separa un poco sus labios y deja de besarla, haciendo uso del poco control que puede manejar en esos momentos.

Ella extiende la mano y sus dedos trazan el contorno de su rostro, deteniéndose en la curva de su mandíbula.

—Sí, mi señor —obedece. Sus ojos brillan como la luz de las estrellas.

Lucas cierra el grifo de la ducha, abre las puertas de cristal y busca las toallas. Con una de ellas seca la melena de Noelia y el resto de su cuerpo. Luego, ella hace lo mismo con él: seca su cabello mojado y pasa la toalla por cada músculo duro y firme con visible adoración. Él se inclina un poco y la levanta sin esfuerzo. Sus labios vuelven a unirse y no se separan hasta que llegan a la cama.

Lucas la deposita delicadamente en medio de las sábanas blancas y con cuidado se ubica sobre ella apoyándose sobre los antebrazos para no aplastarla con su peso.

Posa su boca sobre la de Noelia y la besa con adoración; sus labios vibran, deseando más y más. Noelia suspira y se aprieta más contra él; hunde sus manos en la piel de la ancha espalda y abre los labios bajo la presión de los de Lucas.

Él se mueve con suavidad y acomoda su dura erección sobre el vientre de Noelia. Las piernas femeninas se abren de inmediato acogiéndolo con placer. El cuerpo delicado, cálido y suave de Noelia lo excita como ninguna otra mujer ha conseguido. El deseo lo devora en una palpitante y cruel necesidad que borra cualquier otro pensamiento salvo el de poseerla para calmar ese enloquecedor dolor.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 19.05.2024

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