Ámame otra vez

19. Te dejaré toda mi fortuna.

Pasar el día con Jasha no debería ser tan difícil, mucho menos cuando ella estaba convaleciente en ese momento. Sin embargo, el engendro del mal que le tocó como hija, estaba haciendo un rompecabezas en el piso de su oficina, mientras que él estaba terminando de hacer unos planos que necesitaba para las construcciones a futuro, qué haría para su tío. Dasha estaba en su oficina haciendo los planos para el exterior del lugar y también buscando información de los hoteles a su alrededor para que fuera lo más diferente posible a todo.

— ¿Qué me estás mirando? —le preguntó Jasha, mirándolo desde el piso—. ¿Verdad que soy lo más hermoso que has visto en toda tu vida?

— No digas estupideces —tomó un lápiz para trazar algunos puntos—. Sigue con lo que haces, yo me estoy aburriendo…

— Busca algo que ver —farfulló—. Necesito ver la novela. ¿Tú también ves novelas?

— Todo el tiempo —caminó hasta el control remoto—. Espera, haré eso para que dejes de molestarme.

Buscó una de esas cuentas que usaba y le puso una novela que apenas comenzaba y regresó al trabajo. 

Para tener cinco años, ella era muy inteligente a tal punto de que dejó de lado todo y se olvidó que él a esa edad le sacaba muchas canas a su padre. Siguió con el trabajo, el tiempo pasaba como cosa loca a decir verdad; Nathalie estaba en la ciudad haciendo algunos desfiles y él tenía que cuidar durante unos días más a ese engendro antes de que entrara a la escuela. 

Con Dasha, las cosas se estaban volviendo monótonas al grado de que apenas se veían para dirigirse dos palabras y eso era todo.

— Vaya, ustedes dos tienen gustos similares —bromeó Nicole, su madre, entrando a la oficina—. Buenos días, vengo a traerles algo de comida.

— Hola, mamá —Jedward fue hacia dónde se encontraba ella, y la abrazó—. Gracias por venir, ¿no quieres llevarte a esta niña?

— Para nada, me quedo aquí con él —Jasha se giró un poco—. Hola, abuela. Eres muy bonita… ¿Por qué mi papá salió de ese modo tan feo?

— Porque la única bonita es mi hija Asya —Nicole se agachó a la altura de la pequeña—. ¿Cómo estás? ¿Te duele algo?

— No, todo perfecto.

Puso los ojos en blanco cuando se dio cuenta de que ya estaba en un segundo plano. Dejó que esas dos estuvieran viendo la novela y decidió que era momento de ir a ver a Dasha y matar un poco del tiempo.

— Regreso en unos minutos…

— Me llevaré a Jasha con tu padre —Nicole se puso de pie con la pequeña—. Puedes quedarte tranquilo trabajando sin problema.

Le dio un beso en la frente a su madre y una mirada a su hija, misma que le sacó la lengua antes de que él saliera. Caminó con pasos decididos hasta dónde se encontraba la oficina de su ex, la cual estaba caminando descalza mientras tenía los planos del exterior en las manos…

— Hola… ¿Qué estás haciendo aquí? —Dasha bajó los planos hasta el escritorio—. ¿Y…?

— Mi madre llegó y dijo que se la llevaría a la empresa de mi padre —cerró la puerta detrás de él—. En unas horas, tenemos que ir a ver la propiedad y Jadiel debe ser…

— Mi padre me dijo que lo iría a buscar a la escuela —ella se recogió el cabello—. No encuentro muchas cosas bonitas para poner en el jardín, es como si todo estuviera para atrás —levantó los brazos—. La decoración exterior debe ser buena para que vaya a juego con la del interior.

— ¿Crees que es mucho trabajo para ti? ¿Debo pedirle ayuda a otra persona?

— ¿No me tienes confianza? ¿Por qué pusiste en ese contrato que debían ser diez años?

— Porque me sentía enojado por tu abandono, pero no vine hasta aquí para que hablemos de algo que no se dio y no se dará —espantó las palabras—. Pido disculpas si se notó que estaba tomándome atribuciones que no debía. Es que te vi tan cansada que quise… 

— ¿Sabes que me puedo ir al trabajo en cualquier momento, verdad? —preguntó con los brazos cruzados en su pecho—. Quiero que lo tengas en claro, pagarte una buena suma de dinero por romperlo, no es nada y te aseguro de que mi padre puso algo en eso para que cuando me harte de ti…

— Te vayas —asintió—. Lo tengo muy claro —metió las manos en los bolsillos de su pantalón—. Me temo que en estos momentos…

— Lo lamento, pero no es un buen momento para hablar de nuestro pasado —ella se metió el lápiz en la boca, y fijó la vista en los planos—. ¿Han avanzado algo en la construcción?

— Kiral dijo que esperaremos por ti —se puso a su lado—. Es entendible que no puedas trabajar si Jasha está enferma. Él les paga a los trabajadores por mí.

— La fortuna del tío Kiral es mayor que la de un mafioso al mando de los cinco continentes —negó divertida—. Estuve pensando en poner algunos árboles con figuras del imperio otomano —apuntó hacia algunos puntos—. Sin embargo, necesitamos los permisos del gobierno para hacerlo todos de manera legal, ya que posiblemente en el futuro pidan…

— Dinero los del gobierno y se vuelva algo entre países —completó por ella—. Descuida, lo sé —se pasó una mano por el cabello—. Hablaré con el tío Kiral sobre esto, ¿ya tienes los árboles que quieres en esos puntos?

— Aquí hay una lista.

Jedward fue ojeando los árboles que ella requería para esos lugares y eran algo costosos, pero con el dinero que tenían de fondo, daba para más. 

Se quedó con ella para trabajar en los preparativos de la construcción que hacían falta e ir a llamar a los empleados. Si su madre se llevaba a ese engendro del mal, él podía pasar tiempo a solas. Sin embargo, cuando entró a la oficina en busca de la comida, seguía esa novela y no pudo evitar quedarse mirándola; parecía un crío.

— Algo me dijo que debía venir detrás de ti y sí que tuvo razón —Dasha le pasó el plato con la comida—. No has dejado esa manía de olvidarte del mundo cuando se trata de novelas. Es una lástima que seas tan viejo.

— Suficiente, tengo con que ese engendro del mal me diga de ese modo como para que tú también lo hagas ahora —bufó, tomando el plato—. Siéntate, tomemos un merecido descanso.




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