Ámame otra vez

26. Todo tiene tu nombre.

Dasha movió el cuello de un lado a otro, sintiéndose más pesada que todos los días. No había duda alguna de que Jedward y ella no podían estar juntos por más que deseara, no podía darse el lujo de echar a perder todo por alguien que no estaba del todo preparado para lo que se venía. Ni hablar de que posiblemente ella tenía que y él tuvieran una relación como querían si el mundo les estaba dando la espalda.

El beso que se dieron la dejó más pensativa que todos los días y Nathalie era otra persona que se interponía en sus caminos como una pulga. Los medios seguían hablando de cómo la modelo del momento y su actual pareja estaban a la espera de su primer hijo y de qué su matrimonio estaba muy bien.

Tahir y ella quedaron en verse luego del trabajo, ya que Jedward pidió pasar la tarde con los niños en la casa de sus padres y ayudarlos con sus tareas. Ella, por su parte, buscaba más seguido algún sitio donde mudarse y que fuera lejos de la vista de sus padres, porque ya era momento de buscar sus propios medios y lado lo que quería.

— Entonces te besaste con Jedward —Tahir le pasó una taza de chocolate—. ¿Se te paró eso…?

— Ay, no seas cochino —arrugó la nariz, tomando el chocolate—. Sí, se me paró algo más que el corazón con solo un beso —hizo un puchero—. Sigo amándolo como nunca y es molesto sentirme de este modo sabiendo que no podemos estar juntos.

— Dile todo, porque él te ama de igual manera —su amigo le recordó—. Tus padres merecen saber la razón principal por la cual viniste a los Estados Unidos en primer lugar. 

— Decirles que vine por algo más que una visita será algo horrible —negó con la cabeza—. Ya estoy aquí, el abuelo Will no le ha dicho a nadie mi pequeño secreto, bueno, el secreto de este trío.

— Ya te he dicho que no es necesario que te eches la culpa de todo.

— Ya es costumbre echarme la culpa hasta de la manera en la que respiro —le restó importancia al asunto—. ¿Cómo estás tú? ¿Te gusta esto?

— Las mujeres se me lanzan encima y tuve que cambiar de secretaria varias veces —ambos rieron ante eso—. Al final, me quedé con una linda señora de cuarenta que está por tener a su primer nieto…

— Vaya, es joven para… —hizo una línea recta—. Olvida lo que dije, porque mi madre antes de los cincuenta ya tenía nietos.

— Eres muy hermosa, date la oportunidad con Jedward, saca a esa arpía del camino y evitemos esto…

— Hace años, mi hermano Liam pasó por algo similar a lo mío y cometió muchos errores por no protegerse —hizo una mueca, antes de beber un poco de su chocolate—. Aunque ahora está en la cima del mundo, es posible que se sienta culpable por no hacer las cosas bien cuando debió hacerlo.

— Por eso te digo, no me molesta que le cuentes a Jedward por qué estamos juntos y el tiempo que vamos a durar —él le dio un sorbo también a su bebida—. Debes tratar de no echarte la culpa por todo lo que ocurre.

— Haré mi mejor intento de no cometer los mismos errores de siempre y le diré a Jedward todo lo que ocurre.

Se pasó el resto de la tarde hablando con él de cosas sin mucha importancia, y poniéndose de acuerdo para la boda que debía llevarse a cabo lo antes posible. La familia de Tahir estaba al tanto de que debían casarse lo antes posible para unir a sus familias de una vez por todas. Se despidió de su amigo, y condujo hasta su casa, en donde encontró el auto de Jedward aparcado y también el de su hermano Liam.

— Hola, cariño —la saludó Carmen—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo?

— Estoy más o menos —sonrió hacia su madre—. Digamos que no me está yendo del todo bien, pero no hay de otra, no me puedo quejar —le dio un beso en la mejilla—. ¿Y los niños?

— En la playa con Jedward, recuerda que se irán unos días a quedarse con él en dónde ya sabes —le quitó la lonchera, que estaba vacía—. Te comes todo como si estuvieras en la escuela.

— El que ellos tres pasen tiempo juntos será algo raro y más porque Jasha le hace la vida imposible a su padre por cualquier cosa —ambas mujeres rieron—. Jedward y Jasha tienen todo similar, físicamente es idéntica a mí, pero tiene todo lo de su padre a esa edad…

— Volkan fue el que más sufrió, bueno, toda la familia cuando tenía esa edad y juró e hizo que todos lo pusieran en sus testamentos —Carmen la llevó hasta la cocina—. ¿Cómo van las cosas con Tahir?

— Van bien…

— ¿Cuándo pensabas decirme lo que ocurrió en Rusia? —soltó su madre, luego de hacer que se sentara, y Dasha se quedó en silencio—. Cariño, sé cuándo tienes problemas, yo te traje al mundo…

— Ni siquiera estaba en ninguno de los estudios… es más, Liam fue quien se mostró…

— Bueno, al menos naciste y por ti sigo con tu padre, Liam no cuenta…

— ¿Cómo que no cuento? —su hermano entró a la cocina, todo sudado y con vendas en las manos—. ¿De qué estaban hablando?

— De que Asya debe pedirte el divorcio —dijo Dasha, poniendo los ojos en blanco—. Actualmente, ella debe estar sufriendo por estar casada con alguien como tú…

— Asya no me dará el divorcio, porque me ama a mí y a ella —Liam no sonaba muy convencido—. Le dije que viniera para tu boda, creo que también llegará la semana que viene —abrió una caja de jugo, y antes de que intentara tomarlo directamente; Carmen le lanzó un vaso que él atrapó con agilidad—. Eso es abuso familiar.

— Ya eres bastante mayor, no digas cosas estúpidas —Carmen le apuntó con el dedo—. Bebe desde el vaso y si me doy cuenta de que tomaste directamente, irás a dormir a un hotel.

— No puedes hacer eso —Liam jadeó—. No tengo una casa ahora mismo, y mi esposa y yo no estamos en los mejores términos.

— Es que no estás haciendo las cosas bien. En dos días, ya la tenías como tu esposa, a pesar de que ella pasó por algo grave. Usaste a Kaleb…

De manera disimulada, se fue alejando de su familia, y fue hacia el exterior para buscar a sus hijos, los cuales estaban corriendo de un lado a otro con Jedward. 




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