Ámame otra vez

33. Un poco del pasado.

«— Mami… —dijo Jedward, y luego frunció el ceño—. ¿Qué hace ella aquí?

— Ya hemos hablado de eso, Jedward —dijo Volkan, sin mirarlas—. Ella es tu hermana, la pequeña que debes cuidar con tu vida de ahora en adelante.

— No la quiero como mi hermana —Jedward se arrastró hasta dónde se encontraba su padre—. Quiero que se vaya, por favor. Ella no me gusta.

— No puedo decirle que se vaya, ya que ella es tu hermana —Volkan suspiró cansado—. Su nombre es Dasha, desde hoy vivirá con nosotros, tienes que compartir con ella todo y…

— No, no —el pequeño quería llorar por sentirse tan vulnerable—. Es que no…

— Espera un momento, Jedward —dijo Nicole, sentándose junto con ellos—. Eres mi hijo, te amo y lo sabes mejor que nadie, pero estás actuando de forma que no me gusta en lo más   y lo sabes. Espero que estés al tanto de que desde ahora la vas a tratar bien. 

— ¿Y si no quiero?

— Tendrás que dormir solo, hacer todo tú solo porque no me verás por ningún lado, sabes que te amo, que eres mi hijo, pero te estás pasando de la raya en muchas cosas y no me gusta.

— Ella es muda —dijo Volkan—. Es por eso que no se puede defender de ti y sería bueno que dejaras de tratarla mal, porque harás que llore —apuntó hacia la pequeña, la cual los estaba mirando expectantes—. Tienes que cuidarla, eres su hermano mayor.

— Es que yo la quería como mi esposa, no es justo…

— Desde este momento se terminaron de ver esas novelas para ti —bramó Volkan, enojado con ella—. Es inaudito que hagas ese tipo de cosas»

Jedward llevó en brazos a la pequeña persona que estaba dormida. Jasha se dio a la tarea de querer hacerle la vida imposible y de hablar cosas sin sentido. Se suponía que la iba a llevar a lo que sería la isla que con tanto esmero se la ganó, pero parecía ser algo imposible conociendo a esa niña. Más aún cuando todos en su familia supieran cuál fue el regalo más valioso que le dio su tío Kiral cuando era un niño y que cuando cumplió la mayoría de edad, automáticamente pasó a sus manos.

Jadiel estaba con su abuela Karla, charlando y él no podía dejar de mirar el hermoso paisaje que le daba la casa a esa hora del día. Jasha estaba muy cómoda y no parecía ser la niña que fue operada en poco tiempo porque no podía respirar como se debía. La noche estaba por caer sobre ellos dos, así que tomó asiento en una de las bancas libres y se dispuso a pasar el rato con el engendro del mal que parecía ser un buen ángel.

— Debiste quedarte de pie —dijo Jasha, sin abrir los ojos—. Ya me estaba durmiendo, pero terminaste por sentarte —farfulló la pequeña—. ¿Cuándo llegará mamá?

— Debe venir en camino —la acomodó en sus piernas—. Debes dejar de decirle a todo el mundo que te di un regalo, nadie sabía sobre eso.

— Todos lo saben —Su hija la miró fijamente—. Además, ya es mío.

— Eres una cosita interesada —le pellizcó la mejilla—. Ya estás en todos los medios como la niña que se atrevió a golpear por gusto a una persona… debemos decirle a tu abuelo que se prepare para las futuras demandas.

— Nadie puede tocarte, solo yo —la pequeña estiró su mano para acariciarle la mejilla—. Ese pobre de vida iba a tocarte, yo no pude aguantar más con eso. 

— Intenta hacerlo para la próxima —Jedward suspiró un poco cansado—. No puedes ir golpeando a las personas solo porque quieres hacerlo, eso está mal.

— Que no se acerquen a ti más de lo debido —ella se apoyó cerca de su pecho—. Lo hice porque tenía miedo de que te hicieran lo mismo que a mi mamá —su corazón se apretó ante esas palabras—. Mi mamá sufrió mucho y las personas decían cosas feas sobre ella.

— ¿Cómo es que sabes tantas cosas sobre la vida de tu madre?

— Porque escuché al abuelo hablar con la abuela Natacha, la que se parece a tu mamá… ¿Son hermanas?

— No, no son hermanas —rio un poco—, pero son idénticas y créeme cuando te digo que esas dos mujeres dejan mucho que decir actualmente.

— Son ricas, tienen su propio dinero y yo también lo voy a tener cuando sea grande —abrió los brazos, de manera graciosa—. Volviendo a lo de antes, mi mamá lloró mucho… en la escuela la llamaban por nombres feos que no eran ciertos, porque ella nunca cometería pecado —confesó la pequeña, haciendo una mueca—. El abuelo nos llevó a una nueva casa por protección y dijo que iba a quemar la iglesia y matar a cualquier persona que dijera cosas feas sobre mi mamá.

— ¿Y lo hizo?

— No lo sé —Jasha se encogió de hombros—. Mi mamá dice que no le haga caso al abuelo Will, porque cuando Natacha no está cerca, se vuelve algo loco y más ahora que está algo viejo.

Jedward negó con la cabeza, Jasha era una persona sin filtro y ni hablar de que posiblemente su querida hija le iba a sacar muchas canas verdes con el paso del tiempo. Ella se quedó dormida otra vez en sus brazos, mostrándose más angelical que nunca. 

Regresó a la casa, viendo cómo su abuelo bajaba las escaleras, un poco mejor de salud, pero que ya la vejez no le iba a dejar el pase libre para que sus nietos lo molestaran por querer quedarse con su dinero. 

Se aseguró de que su hija estuviera durmiendo, y vio que Jadiel por igual, así que decidió bajar a la sala para saber sobre la salud de su abuelo, pero se encontró con Dasha entrando a la casa con una pequeña maleta de mano y otras más detrás de ella.

— Hola —la saludó—. Imaginé que ya no ibas a venir.

— Digamos que la prensa está por los alrededores de la propiedad familiar y tuve que buscar algunas cosas para todos —mostró las maletas—. Tu madre preparó tus cosas, por si te ibas a quedar más tiempo aquí.

— Entiendo —dejó que el personal tomara las maletas—. Puede llevarlas a la habitación en la cual estoy actualmente, mañana nos iremos de aquí de todos modos…

— No podemos irnos aún —mencionó Dasha, un poco nerviosa—. Debes regresar a la empresa, todos esperan por tú allá y la verdad es que no quiero que algo llegue a los oídos de mis hijos respecto a…




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