Ámame otra vez

35. No puedo hacerme millonaria.

«— Me casaré contigo —dijo Jedward, sacándolos de su conversación—. Yo…

— Te dije que no hagas eso, por el amor de Dios —dijo Nicole, exasperada—. Son unos niños, no puedes decir que te vas a casar con ella. Es tu prima, ustedes dos no pueden siquiera pensar en algo como eso.

— Es que yo me quiero casar con ella, mamá. No es justo.

— Justo sería que fueras a prisión, estoy por considerar seriamente el meterte en prisión para que aprendas a mantener esa boca cerrada, porque lo único que sale de ahí es basura —le dio unos cuantos golpes en la boca, sin embargo, no fueron con dolor, sino en modo de que hiciera silencio—. Cada vez que dices algo, la asusta, recuerda que eres un niño que le lleva mucho en inteligencia.

— Es por eso que me casaré con ella, porque si yo me quedó con la herencia de papá, ella no tendría que hacer nada —Jedward sonaba seguro de sus propias palabras—. Haré todo, así como…

— Jedward —Volkan entró al jardín—. Ella es tu prima, es la hija de tu tío Damon. Por lo que si no es tu hermana, es tu prima y cómo te dijo Nicole, puedes ir a prisión.

— Yo no iré a ningún lado, el tío Damon me ayudará.

— No lo haré, porque te quieres robar a mi hija… —en cuanto Dasha escuchó su voz, se levantó con algo de dificultad y fue hacia dónde se encontraba él—. Hola, pequeña.

— La sangre llama y pesa —dijo Volkan, con una pequeña sonrisa en los labios—. Se nota que tu hija desde antes ya te reconocía y no te diste cuenta.

— Son cosas que suceden —Damon besó el rostro de su hija—. Me iré a casa, gracias por ayudarme con sus cosas.

— De nada, fue un placer…

— Mi hermano me regaló su casa, que está a unos pocos minutos de aquí, así que me verán seguido…»

Tuvo que apretar el puente de su nariz cuando vio a todo a la prensa en la entrada de su empresa, estaba harto de todo, en cualquier momento mandaría una bomba para matarlos a todos y salir de ellos. No podía ser cierto que esas personas estuvieran ahí buscando información que por supuesto no se la iba a dar. Su familia tuvo que estar moviéndose de un lado a otro por culpa de ellos.

Para el colmo, los padres de Nathalie lo llamaron temprano esa mañana para ordenarle que detuviera la masacre que su tío Damon estaba haciendo y lo primero que hizo fue lanzar el teléfono al basurero más lejano que podía existir en esa ciudad y pedirle a su tía Grace que se hiciera cargo de la nueva línea.

Sus hijos no habían ido a la escuela, y por el momento era mejor que se quedaran en la casa de sus abuelos, ya que hasta los que estaban en Rusia llegaron al país para alivianar todo lo que ocurría.

No obstante, el trabajo debía continuar y eso lo supo en el momento que Dasha estaba saliendo del cuarto de copias. Sus empleados no decían nada, pero por sus miradas esquivas, entendió que ellos preferían tener la boca cerrada antes de tener la mancha en sus expedientes a la hora de buscar trabajo en otro lado.

— Buenos días —saludó a Dasha, la cual entró a su oficina como si nada—. ¿Todo bien?

— La prensa está en todos lados y tuve que decirle a mi padre que me trajera antes de ir a su bufete de abogados a solucionar esto —puso las copias sobre el escritorio de Jedward—. ¿Qué tal tú?

— Me quedaré aquí durante un tiempo —apuntó hacia arriba—. Ya de todos modos es mi hogar y los niños están seguros en la casa de los abuelos. Tú puedes quedarte aquí si quieres, no hay problema con eso.

— Si me quedo aquí, lo más seguro es que Nathalie llega y nos ve en el mismo sitio…

— Cambié todas las claves que puede haber en este edificio —Jedward le explicó—. No lo digo porque quiero que comencemos una relación, los tiempos son oscuros y no sabremos cuando todo se calme.

— Lo sé, y tengo miedo de lo que harán los padres de Tahir ahora que saben de esto —Dasha sonrió a medias—. Ellos no son fáciles de tratar y si es para unir fuerzas con alguien más, harán lo que sea.

— La familia que tenemos no permitirá nunca que algo como esto ocurra —dejó su maletín junto al escritorio—. Sigues teniendo miedo como si en verdad fueran a pasar cosas malas. Trata de calmar a tu corazón, porque lo único que podrás conseguir es que te dé un infarto…

— Debo preguntarte algo que me está carcomiendo la mente desde el fin de semana —Dasha se pasó la lengua por los labios—. ¿El sexo conmigo era algo aburrido?

— ¿Qué? —su voz sonó aguda—. ¿De dónde sacas eso?

— Pues porque tengo problemas de respiración… deberíamos hacerlo lento y de manera rutinaria cuando éramos jóvenes —las mejillas de la madre de sus hijos se pusieron rojas—. Tuve una pareja que me dijo que el sexo conmigo era aburrido y…

— Dasha, ¿estuviste con muchos hombres en Rusia? —ella se quedó en silencio—. ¿Tu vida sexual era muy activa?

— De vez en cuando salía a tener sexo… ¿Por qué es relevante ahora? ¿Y la respuesta a mi pregunta? —Dasha cruzó los brazos en su pecho—. Vamos, dime ahora.

— Yo solo quiero saber la razón por la cual tú…

— ¿Celoso de que me haya acostado con más hombres aparte de ti? ¿O temes que haya tenido un hijo con alguno de ellos? —levantó el mentón, y Jedward hizo una línea recta con los labios—. Descuida, no tengo hijos regados por el mundo, tampoco tuve abortos.

— Yo no…

— Te cuento esto, porque quiero que comencemos bien y me miras como alguien que juzga sin razón —se encogió de hombros, y caminó hacia la puerta—. Revisa los documentos que están en tu escritorio, firma hasta las copias y avísame si saldremos a darle un vistazo a la construcción del hotel…

— No, no era aburrido.

Dasha sonrió, pero no de una manera sincera. Salió de su oficina y él tuvo que sentarse detrás de su escritorio para asimilar lo que ella le había dicho. Podía ser mentira que tuvo sexo con otros hombres luego de él, pero era algo que no debía siquiera recriminarle, ya que se casó y era obvio que no iba a estar sin hacer nada con su esposa. Se pasó una mano por el cabello, tratando de pensar con claridad, pero parecía ser imposible eso. Fue como un balde de agua fría.




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