Ámame otra vez

39. Seré buena.

«— Papá, mi esposa tiene hambre —dijo Jedward, sacándolo de sus pensamientos, por lo que Volkan puso los ojos en blanco al escucharlo decir eso.

— ¿Cómo sabes que tiene hambre?

— Porque su estómago hizo un sonido que indica cuando una persona tiene hambre —respondió Jedward, como si fuera la cosa más sencilla del mundo—. ¿Verdad que tienes hambre, mi amor?

— Deja de decir ese tipo de cosas, te recuerdo que es tu prima, la hija de tu tío y la chica que está a millones de kilómetros de tu alcance y cómo tu tío Damon te dijo que no…

  A mí no me importa lo que diga el tío Damon, me casaré con Dasha y me iré lejos de todos —dijo seguro».

Luego del cumpleaños de Dasha, llegó a la conclusión de que no podía darse el lujo de dejar que las situaciones actuales le diera un mal paso o que lo derrumbara. 

Habían pasado unos días en los cuales sus hijos ya tenían que regresar a la escuela y esperaba que todo siguiera su curso normal, esperaba que su retoño de cinco años no anduviera metiéndose en problemas como sabía hacer. 

Dasha se encontraba en el piso de su oficina, con la maqueta 3D que mandó a hacer del hotel luego de darle unos toques más y él la miraba fascinado, ya que tenía el cabello recogido en un moño algo desarreglado. 

Mientras que la cadena que él le dio cuando eran niños adornaba su cuello… Esa cadena fue el primer regalo que le dio su padre Volkan luego de que su madre decidiera darle una oportunidad.

Él siempre vio a Dasha como su primera opción para todo y no le importaba en lo más mínimo lo que las personas dijeran de él. Las luces estaban apagadas, y solo estaban ellos dos en la oficina, solos… sin esos mocosos del demonio que podrían molestarlos.

— ¿Estás bien? —le preguntó Jedward, al verla suspirar cansada—. ¿Por qué no tomas un descanso de todo?

— No puedo hacerlo —hizo un puchero—. ¿Han llamado de la escuela de los niños? ¿Jasha se metió en problemas?

— No, ¿no le tienes fe a tu hija? —Jedward negó llena de diversión—. Ya sabes, es un angelito y se le dijo que si sigue de ese modo, le daría lo que tanto quieren en mi familia…

— No debiste decirle que le darías ese pueblo, mira lo que pasó con la hija de Liam y Asya —Dasha le apuntó con el lápiz—. Ahora todos andan detrás del tío Kiral para saber qué fue lo que realmente te regaló.

— Bueno, yo me lo gané por ser su favorito, no es mi problema que el tío Kiral no tenga más que dar —se encogió de hombros—. Además, nadie puede decir que lo hizo bajo amenaza…

— Tenías como la edad de Jasha cuando hiciste que el tío Kiral firmara esos documentos, eres igual a ella —entrecerró los ojos en su dirección—. Estoy segura de que si sigue así, será lo que nunca pudiste ser, un mafioso.

— Al menos sigue unos buenos pasos a la hora de decir que es mi hija —bromeó Jedward, antes de ponerse de pie e ir a dónde ella se encontraba—. No sé qué haría sin ti ahora mismo…

— Quedamos que llevaríamos todo con calma —susurró Dasha, al verlo caminar hacia ella—. Tengo miedo, la verdad es que temo que en algún momento esto se derrumbe como hace once años…

— Nada se tiene porque derrumbar, ya que los dos sabemos lo que queremos y créeme que no me rendiré ahora contigo —se levantó del asiento, y caminó hasta dónde se encontraba ella—. Aunque, estoy realmente enojado contigo por no decirme todo lo que te pasaba.

— Ya te dije que me daba vergüenza decirlo, porque todos me miraban mal —ella tomó su mano—. Incluso, cuando tenías quince y no quisiste esa beca, seguían mirándome mal y no me parecía ser la cosa más justa de todas.

— Bueno, las personas deben entender que estábamos enamorados y que no podían meterse en nuestras vidas —comenzó a moverse como si estuvieran bailando—. Me debes un baile de graduación…

— Bueno, nos debemos muchos bailes —ella le siguió la corriente.

Jedward le sonrió un poco antes de darle un beso y regresar al trabajo. Decidieron que se tomarían todo con calma en su relación, tal y como debió ser en el pasado, ya que ella tenía la sospecha de que los padres de Tahir no se iban a quedar de brazos cruzados viendo cómo toda una familia se les iba encima por el error de su hijo. 

A la hora de la comida, le dijo que iba a comprar algo del almuerzo, por el hecho de que ninguna de sus madres podían ese día llevarles algo de comida, por lo que estaba ocurriendo en sus trabajos.

Se sentía mal en ese aspecto, su madre no tuvo una vida fácil ni antes o cuando inició su matrimonio con su padre. Le costó mucho poder salir adelante y durante sus primeros tres años de vida, tampoco fueron buenos por la enfermedad en los riñones que heredó de su padre y que, para su mala suerte, terminó por pasársela a Jasha, su pequeño engendro del mal que tenía un complejo avanzando de mafiosa…

— ¿Jedward? —alguien lo llamó, en cuanto entró al restaurante—. ¿Podemos hablar?

— Tienes una orden de alejamiento, Nathalie —se giró para verla, y no se veía como alguien que estaba pasando por una mala situación—. Ya te lo dejé en claro, que no quiero hablar de nada contigo y menos sabiendo que tú estás haciendo hasta lo imposible para que…

— He venido en un momento de paz contigo —ella entró al restaurante, mirando hacia los lados—. Sé que tú estás saliendo con esa chica…

— Su nombre es Dasha y es mi futura esposa —la encaró—. Si tan solo tu familia no se hubiera metido en nuestras vidas, nada estuviera pasando.

— Yo en verdad te amo, Jedward —Nathalie intentó tocarlo.

— Aléjate de mí, tienes una buena vida ahora y todavía espero que puedas conservar el trabajo que tienes —chasqueó la lengua—. He sido muy paciente con tus cosas, no he dado mi brazo a torcer para que puedas…

— Por favor, no me hagas esto —ella se veía lastimera—. Arreglemos las cosas, podemos olvidar todo y las personas nunca…




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