Ámame otra vez

48. Niños en cultos.

Dasha se mordió el labio, al ver que fue llamada al juicio de su familia, sin embargo, todo sería por videollamada, ya que se encontraba en Inglaterra en el centro médico y como su familia era influyente, pues le ayudaba mucho eso. Su padre le dijo que la llamarían para testificar a su favor o en contra, pues luego del asesinato de Nathalie y su familia todos estaban sobre ellos.

— Buenos días —dijo Dasha, en cuanto la cámara le enfocó.

— Como ya se le informó de todo lo que está pasando, espero que nos pueda dar su versión de los hechos en estos momentos —dijo Damon, mirándola a través de la pantalla—. Se le llamó por este medio, debido a que está en una clínica psiquiátrica, ¿es eso cierto?

— Sí, es correcto —no pudo ver brevemente la reacción de Jedward al escucharla hablar de ese modo—. Unas semanas atrás…

— ¿Puede decirnos por qué razón usted fue a parar a esa clínica?

— Por los abusos que sufría por la familia de la exesposa de Jedward Richter y sus amigos —pasó saliva—. Desde que estábamos en la escuela, una de las dos hermanas estaba molestándome porque era mayor que él, hasta les decía a sus amigos que yo lo estaba llevando por el mal camino.

— ¿Hay pruebas de eso? —preguntó Damon.

— Sí, mi tía Grace recuperó algunas cosas de las cámaras de vigilancia, incluso antes de irme del país, ella tomó algunas fotografías de los videos —susurró un poco incómoda—. No fue solo esa vez, en las fotos vi que la familia de esa mujer caminaba de vez en cuando por los alrededores de la escuela.

— ¿Hay niños en ese centro que pertenecen a ese culto?

— Sí, los niños que molestan a mis hijos en la escuela —pasó un trago amargo—. Solo le pedí a alguien que investigara acerca de eso…

— ¿Entonces es correcto que las personas de esa iglesia llevan a sus hijos a esos lugares para seguir con sus cultos?

—Sí.

— Perfecto —Damon caminó hasta dónde se encontraba Jedward—. ¿En algún momento estuvo usted de acuerdo con las cosas que le hacía…?

— No, no sabía que mi ex estaba en una treta o lo que se llame —Jedward miró a Dasha—. Tampoco sabía que la madre de mis hijos tenía conocimiento de que en esa escuela estaban los hijos de esas personas.

— Ya no haré más preguntas, su señoría.

La cámara se apagó y ella pudo respirar en paz. Ya Jedward sabía que estaba en una clínica psiquiátrica y que fue con la ayuda de su tía Grace, por lo que era cuestión de tiempo para que cayera en cuenta de ella tenía que ver. 

— Tienes otra llamada —le dijo su psiquiatra—. Puede tomarla si quieres, son sus hijos…

— ¿Mis hijos?

— Sí, son ellos —la mujer la miró con mucha calidez—. En estas semanas, has tenido mucho crecimiento propio, por lo que puedes tener llamadas del exterior de vez en cuando.

— ¿Sería bueno hablar con ellos después de tanto tiempo sin verlos?

— Yo sé que estás preparada —la psiquiatra le dejó ver la llamada—. Tienes unos pocos minutos, por qué el juicio debe continuar, ya que los del otro lado pidieron un receso.

— Muchas gracias —la mujer salió para darle un poco de privacidad y ella aceptó la llamada, viendo de inmediato cómo Jasha quitaba a su hermano del camino—. Hola…

— ¡Mamá! —gritó Jasha, dando unos aplausos—. Te ves pobre…

— No le digas eso, qué mamá está enferma —dijo Jadiel, bufando—. Eres una persona molesta.

— Soy tu hermana, si te vas a morir, hazlo antes de que cumpla dieciocho —dijo la pequeña con una enorme sonrisa en el rostro—. Papá está enojado contigo, dice cosas feas. ¿Qué le hiciste al tacaño? ¿Le robaste dinero? ¿Por qué no lo envenenaste?

— No digas eso, es que me fui por el bien de todos, pero espero regresar cuando ya me sienta mejor —apretó sus manos—. ¿Cómo están ustedes? ¿Son buenos sus profesores?

— Sí, el abuelo Volkan nos consiguió a los mejores y ellos nos dijeron que si seguimos así, nos subirán varios grados… como hicieron con papá —sonrió Jadiel—. Hasta podemos ir a la universidad antes de tiempo.

— Eso suena genial —dijo ella, de manera cariñosa—. Supongo que ustedes ya no están saliendo como antes de la casa.

— No podemos hacerlo, porque por culpa de esa mujer loca, todos nos quieren tomar fotos… si tuviera una silla cerca, les daría con ella.

— Ya se te dijo que no puedes estar golpeando a todo el mundo… —comenzó a decir Jadiel.

— ¡Es que son molestos! —su hija golpeó la mesa con fuerza, y por un momento vio a un Jedward de esa misma edad—. ¡Nos alejaron de nuestra mamá!

— Cálmate, Jasha —pidió suspirando—. Los llamaré más seguido, no se preocupen. Traten de no hacerle enojar mucho a su padre, saben cómo es él.

— Papá nos está cuidando mucho, incluso, cuando se acabe lo del juicio, nos llevará al hotel del tío Kiral —Jasha aplaudió—. De seguro veré al amor de mi vida, gente con mucho dinero.

— Ese chico lo más seguro es que te demandará por acoso —mencionó Jadiel—. Lo molestas más de la cuenta, no lo dejas en paz y créeme que hasta yo también lo haría.

— Ya hemos hablado de esto, Jasha —le habló con seriedad—. Pronto cumplirás seis años, ese chico está asustado hasta con solo escuchar tu nombre, no puedes estar de acosadora todo el tiempo solo por mero gusto.

— Es que a él me gusta mucho, mami —susurró, haciendo un adorable puchero—. Si lo vieras, te darías cuenta de que es el amor de mi vida. Es guapo, tiene mucha fuerza, es pobre, pero no importa, yo lo puedo mantener. Tengo un país que mi papá me dio.

— No es un país, deja de decir eso…

Su hijo no pudo terminar la llamada, la puerta detrás de ellos se abrió, dejando ver que Jedward fue la persona que entró sin tocar y que no se veía del todo contento en esos momentos. Ella pasó un trago amargo al verlo de ese modo, lo cual ocasionó que todo en ella temblara de una manera acelerada.

— Necesito hablar a solas con su madre —pidió Jedward, colocándose junto a sus hijos—. Sus abuelos compraron algo de comer.




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