Ámame otra vez

61. Dulce venganza.

Jedward se cruzó de brazos al momento de ver cómo le aplicaban un calmante a Dasha y la dejaban más noqueada que cualquier otra cosa en el mundo. Se acercó a la ventana, mirando cómo todos esos buitres buscaban información sobre ella y de su familia. Si fuera mafioso, ya todos estarían muertos, pero antes los torturaría de una manera que les parecería asquerosa a cualquier ser humano.

— Ya está —dijo la enfermera—. Dejaré estas pastillas con su respectiva receta.

— De acuerdo —siguió mirando hacia abajo—. Muchas gracias.

— Para servirle, señor —respondió la mujer, antes de salir.

— Jadiel sigue enojado contigo por lo ocurrido con su madre —dijo Damon, desde la puerta—. Tiene la misma actitud que tú cuando te decíamos que Dasha y tú eran primos.

— Debo confesar que me sorprendió el hecho de que me hablara de ese modo —siguió sin mirarlo—. Lo imaginé de Jasha, pero nunca de él.

— Es porque se sintió de ese modo hace seis años y apenas tiene once — Damon se puso a su lado—. William se hará cargo de todo esto, los padres de Tahir están en una de sus bodegas.

— Esa gente no merece vivir de una buena manera —Jedward tensó la mandíbula—. Su hijo murió por ellos.

— Cuando Dasha vuelva a despertar, entrará en crisis por su amigo, pero la sacaremos del país cuando comience la masacre —Damon río—. Ya no me importa si mueren seres inocentes, solo quiero que mi hija esté bien. Detesto cuando se pone de ese modo.

— ¿No era qué la clínica la estaba ayudando?

— No se puede borrar nada de más de veinte años de la noche a la mañana —le recordó—. Dasha estaba mejorando, lento, pero lo hacía. Sin embargo, cuando le mostraron ese video de ustedes dos teniendo sexo, también que Tahir y su pareja estaban secuestrados, es obvio que sus miedos iban a regresar por arte de magia. Ella solo es una niña tratando de luchar en contra del mundo.

 — Digamos que ella nos pide ayuda…

— Mi hermana dijo que nadie con dos dedos en la frente pediría ayuda, ya que eso puede poner en peligro a toda la familia —Damon chasqueó la lengua—. Dasha siempre ha sido de mente débil, con decirte que, durante el embarazo de su madre, la única persona que se veía era Liam, por lo que ella solo necesita de nuestro apoyo incondicionalmente.

— Tiene nuestro apoyo, sin embargo, por más que la quiera, ella debe aprender a confiar en nosotros —abrió un poco la ventana—. ¿Cuándo vendrán los hombres del abuelo?

— Ya están en camino —su tío miró su reloj—. Esto se llenará de sangre, es la primera vez en muchos años que Rusia se tiñe de rojo.

— ¿Cuándo fue la última vez?

— Cuando secuestraron a Natacha —se recostó en la pared—. Tu abuelo se puso como loco por su mujer, muchos dicen que ella le echó brujería.

— Es que la abuela Natacha se parece a mi mamá… es más, ni sé cómo es que se cogen en esta familia —bufó, antes de alejarse de la ventana—. Tengo que ir con Jadiel, ¿puedes esperar aquí?

— ¿A dónde irás?

— A hablar con Jadiel y a la casa del abuelo Will.

Damon lo miró durante unos segundos en silencio, y lo dejó ir. Primero buscó con la mirada a sus padres, los cuales se encontraban en el pasillo y Jadiel en la habitación al final. Parecía un hotel, ese hospital, ya que su abuelo William tenía todo eso a su disposición, su tía Grace, la hermana de su padre, estaba haciéndose cargo de los videos, fotos y otras cosas que podían perjudicar a su familia.

Con razón, ella y Darcy, decidieron tener caminos separados del apellido Richter, por el hecho de que podían estar todos en peligro. 

— Jadiel —entró a la habitación, y vio a su hija al otro lado de la cama, abrazando una almohada—. ¿Sigues enojado?

— ¿Tú qué crees? —preguntó cruzándose de brazos—. Hay muchas personas allá afuera hablando mal de mi mamá. Lo odio, ellos son los que merecen morirse.

— Apenas eres un niño y hasta maldeciste a tu hermana por algo que en algún momento tenía que pasar —le recordó—. Eso no estuvo bien, lo sabes.

— Es que todos dicen cosas malas de mi mamá, me molesté —hizo un puchero—. Mamá es buena persona, no tiene por qué sufrir tanto y es tu culpa.

— Tan mi culpa que me dijiste que me matarías por algo que ni hice —se puso de cuclillas delante de él—. Mira cómo tienes a tu pobre hermana, Jasha no merecía que le dijeras esas cosas tan feas. 

— Pues mamá también se muere por ella, porque no sabía que se encontraba embarazada la primera vez —se justificó—. Jasha merecía esas palabras y no pediré perdón.

— Tampoco es que te esté pidiendo perdón, maldito estúpido —masculló Jasha, desde su lado en la cama—. Tampoco es para que me insultes, yo solo quería conocerlo.

— Por querer conocerlo es que estamos aquí, mamá sufre y él como si nada —Jadiel se mantuvo firme en sus palabras—. Te odio, te recuerdo que si mamá muere será tu culpa y no me importa, te mataré tarde o temprano.

— No digas eso, pequeño —Jedward tomó sus manos, y las apretó—. Tu madre está bien, en cuanto esté un poco mejor iremos con ella a Londres con la tía Grace.

— ¿La tía Grace tiene mucho dinero?

— ¿Es que no lees lo que buscas en internet? —preguntó Jadiel hacia su hermana—. Es la reina de Inglaterra, animal del monte.

— Papá, él me está hablando mal otra vez —su hija abrazó la almohada—. Anda diciendo que me lanzará con los reporteros porque no merezco estar con él.

— La única persona que merece estar conmigo se está muriendo por tu culpa —le apuntó a su hermana—. Te odio y espero de todo corazón que en algún momento llegues a crecer y ese chico que te gusta te deje botada.

— Eso no pasará nunca —Jadiel movió sus dedos—. ¿Nos iremos a Londres?

— Sí, mudaré todo lo que tengo en los Estados Unidos a otro sitio en donde su madre pueda estar bien —habló calmado—. Por favor, no vuelvas a decir esas palabras. Tu hermana sufrió, todos lo estamos haciendo.




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