Depression

VII.

El día que Adam tanto temía finalmente había llegado, Malia había sido dada de alta y él se sentía impotente... Él no quería que ella se fuera y lo dejara, mas sería egoísta de su parte; él sabía que Malia no pertenecía a ese lugar, pero él sí pertenecía allí.

"No quiero que te vayas, Malia." Sollozó.

"Yo tampoco quiero irme, Adam. Tú me devolviste las ganas de vivir." Ella lo abrazó.

"Nada va a ser lo mismo aquí sin ti." Los labios de Adam estaban temblorosos, sin embargo, la besó.

"Te amo, Adam. Te prometo que mientras tenga tiempo libre, vendré a visitarte, no te abandonaré." Malia dijo mientras le acariciaba su suave y rubio cabello.

De repente, Nina se apareció en la sala de estar con las pocas cosas que Malia había traído a Bethlem, ella soltó un sollozo y, seguidamente, se aferró al torso de Adam aún con más fuerza. Malia se sentía incapaz de abandonar a Adam, sabía que él no tenía familia, y ella había formado parte de una nueva familia para él, Adam necesitaba de ella para seguir luchando contra su esquizo0frenia.

"Malia, tu madre te está esperando en la recepción." Nina le hizo saber.

Malia suspiró y se secó las lágrimas, no había nada que ella pudiera hacer para evitar marcharse. Malia se puso en pie y Adam la siguió, se abrazaron una última vez más y se besaron apasionadamente. Lo único que ambos amantes anhelaban, era sentir los labios del otro por última vez.

Adam tomó tiernamente la mano de Malia y sus ojos se cristalizaron nuevamente... "Quiero que tengas esto." Adam metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó un simple collar que llevaba siempre consigo. "No me olvides."

"Nunca olvidaré el cigarrillo que me ofreciste en esta misma habitación." Ella rió tristemente. "Es hora de que me vaya, Adam."

"Adiós, Malia. Te amo."

"Yo también te amo, Adam."

Una vez más, Malia secó las lágrimas que rodaban por sus mejillas y caminó junto a Nina, dirigiéndose hacia la recepción y, siendo totalmente honesta, Malia se sentía más nerviosa que nunca; no quería ver a su madre ni a Michael...

Nina presionó el botón del elevador con el número "1" estampado en él, el cual conducía al primer piso, Malia jugaba con sus dedos en clara señal de nerviosismo y desesperación, Nina solo se limitaba a echarle una mirada a través del rabillo del ojo. Malia comenzaba a desesperarse cada vez más, esto a razón de que el ascensor se movía jodidamente lento.

Finalmente, el elevador llegó a la primera planta del hospital Bethlem, ella maldijo entre dientes, ya no tenía escapatoria, estaba obligada a enfrentar a su madre después de dos meses sin recibir ni una sola llamada de ella. Las puertas se abrieron de par en par, mostrando a Jennifer recostada a la pared, esperando ansiosamente la llegada de su hija.

"¡Oh cariño! Realmente quería verte." Jennifer le dijo con los ojos llenos de lágrimas.

"Yo también quería verte, mamá." Malia fingió una sonrisa, tratando de esconder cuan destrozada estaba. "¿Nos podemos ir ahora?"

Jennifer asintió y le dio las gracias a Victoria por toda la "Ayuda" que le habían brindado a Malia durante su estadía en Bethlem, para luego dirigirse al estacionamiento de la institución psiquiátrica. Malia quería llegar a su casa de una vez por todas, pero en cuanto llego al auto, una sensación enfermiza invadió su cuerpo, provocándole nauseas.

"Hola, cariño." Michael la saludó.

"Maldita sea." Susurró para sí misma y luego rodó sus ojos con disimulo. "Hola, Mikey."

Michael la tomó por la cintura y la besó, pero ella lo apartó y frunció el ceño. Michael lucía sorprendido ante la actitud de su novio ante un simple beso, mas no le dio mucha importancia y solo se encogió de hombros. Tanto Michael, como Malia y su madre se subieron al auto, para que Michael condujera de regreso a casa. Jennifer hablaba con Michael alegremente, expresando una y otra vez la alegría que le causaba el hecho de que Malia por fin volvería a casa junto a ella.

Malia resopló y cerró los ojos, Deseaba fervientemente estar con Adam, peo claramente, era imposible. El camino de vuelta a casa se sintió eterno para la pobre chica, pero finalmente se encontraba nuevamente en casa, y aunque era el último lugar en el que quería estar, era su hogar. Malia preguntó por las llaves de su casa, Jennifer se las ofreció y una vez abierta la puerta, corrió escaleras arriba y se lanzó a su cómoda cama.

Jennifer rió suavemente, para luego abrazar a Michael con un inmenso cariño. "Gracias por todo, Michael."

"No se preocupe por eso, señora Poezyn." Sonrió.

Michael se despidió cortésmente de Jennifer, para luego subir nuevamente a su auto y dirigirse a su casa, donde sus padres y su hermano menor lo esperaban para finalmente echar a andar al campeonato de Judo del pequeño Matthew Collins.

Jennifer entró en su casa, cerró la puerta principal y subió las escaleras; anhelaba pasar tiempo de calidad con su única hija, puesto que pasar 2 meses sin ella había sido sumamente doloroso, ya que se sentía sola. Una vez que llegó a la habitación de Malia, tocó la puerta con sus nudillos y espero pacientemente a que su hija le permitiera entra en su habitación.

"¡Adelante!" Gritó Malia desde adentro.

Jennifer abrió la puerta y entró en la habitación de Malia, esta estaba acostada en su cama, cubriéndose el rostro con una almohada, Jennifer sonrió, su hija siempre había sido bastante infantil.

"¿Quieres hablar?" Preguntó.

Malia se quitó lentamente la almohada de su cara. "Si no te importa."

"Por supuesto que no, cariño." Ella rió mientras se sentaba en el borde de la cama.

Malia se sentó junto a su madre y jugó con sus dedos de los pies, no sabía por dónde empezar, así que Jennifer tomó la iniciativa.

"Cuéntame, ¿Cómo fue tu experiencia en Bedlam?"

Malia miró a su madre directo a los ojos, luego suspiró. "Fue una completa tortura..." Hizo una pequeña pausa. "Las dos primeras semanas..."



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En el texto hay: desamor, depresion, esquizofrenia

Editado: 04.03.2021

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