El romeo de sangre

Una aliada para la noche sangrienta.

 

Esa tarde había conocido a una victima más del romeo de sangre, no supe el peligro en el que estaba hasta que las vi, las otras chicas del súcubo que al igual que yo, estábamos siendo consumidas por su diabólico amor, los moretones en el cuerpo y las ojeras que enmarcaban nuestra palidez, solo eran la punta del iceberg, cada vez que el siniestro amante nos llamaba a su lecho, parte de nuestra alma se iba quedando con él, la lluvia nos había empapado por completo, Frida se convirtió en mi primer aliada, la persona en la que confié para poder salvar mi vida.

—Ahora solo tengo que encontrar la historia perfecta para explicarles a mis padres el por que de repente nos hicimos amigas y ahora necesito quedarme en tu casa para conocernos más y hablar de todo lo que nos gusta. —le dije a Frida mientras me recogía el cabello.

—Si, será mejor que te quedes en mi casa, ya sabemos que hacer si alguna de las dos desaparece de la nada, la otra la seguirá hasta la casona y tratará de impedir que vaya a ver al demonio. —declaró Frida convencida y esa misma tarde, planearon la manera de sobrevivir al romeo de sangre.

—tenemos que descubrir el porqué de sus apariciones fuera de la mansión, debe ser por que su poder se ha incrementado con el consumo de almas que ah tenido hasta ahora, ya se llevó una vida, Carmen no logró salvarse, pero nosotras seremos la excepción. —manifestó Ángela con seriedad.

—¿Cuántas crees que somos? Es decir…¿con cuántas mujeres se estará acostando?

—No lo sé…hasta ahora solo tenemos la certeza de que quedamos tres, tú, yo y la chica que vimos en el entierro ¿la conoces? ¿sabes su nombre?

—Nunca he hablado con ella, solo sé que se llama Noelia, es hija de un tipo rico, es una engreída, jamás pensé que estuviera involucrada con el romeo de sangre, no tenía idea de que él pudiese hacer eso, desapareció con ella de la nada es decir ¿realmente estaba en el entierro? Es evidente que solo nosotras podíamos verlos.

—¿Qué estás insinuando? —le pregunté a Frida con incertidumbre.

—Quizá estaban aquí, pero solo de manera astral o espiritual, no sé cómo explicarlo, pero solo nosotras tenemos la capacidad de percibirlo, siento que estamos perdías…no sé si lograremos sobrevivir a él, cuando lo tengo frente a mí me seduce por completo, me lleno de un deseo incontrolable, es como si me estuviera muriendo de sed y solo el fuera el único manantial que tuviera disponible, es verdad que estoy aterrada, pero su embrujo me hace perder el miedo y en sus brazos soy tan feliz…

—Pero esa felicidad es falsa, todo lo que él nos hace sentir es una mentira ¡míranos! ¡nos esta consumiendo! Se a que te refieres, lo bien que se siente estar entre sus brazos, es el mejor amante que conoceremos en nuestras vidas, pero el precio es muy alto, nuestras vidas y nuestras almas no le pertenecen a ese demonio infernal, escúchame, debemos trabajar juntas para vencerlo, después de esta noche tendremos más respuestas, ya sea que fallemos o acertemos, sabremos como actuar contra él.

—Esta bien, lo intentaré, no quiero tener el mismo destino que Carmen, hagámoslo, descubramos como vencer a ese demonio.

—Esperemos que Noelia no muera esta noche, la necesitaremos para vencer al súcubo.

Mientras Frida y Ángela caminaban juntas de regreso, Vanesa se las encontró y agarró a su amiga del brazo mirando de manera despectiva a Frida, pues creía que era muy extraña.

—¿Qué haces aquí? Te estaba buscando por todos lados, quería invitarte a mi casa a cenar, mi familia hará tamales ya tole, haremos una fogata para relajarnos un rato, con todo lo que ha pasado en el pueblo… —Vanesa se acercó a Ángela al oído y le susurró. —¿Qué haces con ella? Te dije que es muy rara. —Frida se incomodó con sus miradas juiciosas y se rascó el brazo con nerviosismo.

—Gracias por la invitación, pero, acabo de quedar con Frida para cenar en su casa, me quedaré en su casa y… —Vanesa la interrumpió de manera tajante.

—¿Qué? ¿por qué? Se acaban de conocer, bueno osea, ¿tan rápido son amigas? jeje.

—Que sorpresa ¿no crees? Nos caímos bien desde el principio, creo que tenemos mucho en común ¿verdad Frida? —le preguntó Ángela con una sonrisa nerviosa.

—Eh, si…, te veo en mi casa, esta cerca de la plaza, justo en frente de las bancas, no te preocupes por la cena, vere que preparo. —le dijo Frida y se fue con la mirada en el piso.

—¿Qué parte de que es una rara no entendiste? Se ve que juega cosas del diablo, siempre esta perdida y no es nada sociable, parece una vampiresa ¿ya viste su ropa? Es una bruja o yo que sé ¿piensa enseñarte su caldero?

—No hables así, ni siquiera la conoces, te escuchas muy ruda ¿estás segura de que es todo lo que dices? A mi me parece una chica agradable. —externó Ángela algo irritada.

—No lo puedo creer, ¿enserio piensas hablarle? ¿no vas a cenar conmigo? Son tamales y atole de canela… —externó Vanesa entre pucheros.

—Te prometo que en la mañana seré la primera en tocar a tu puerta, enserio quiero hablar con Frida, te prometo que te contaré todo ¿esta bien? Quita esa cara, la pobre se fue muy asustada.

—Bueno, invitaré a Martín, seguro que él no me deja plantada, te veo después.

Vanesa se fue dejando a Ángela atrás.

Espero que esto funcione, si logro evitar que el demonio se lleve a Frida, entonces tendremos más chance de sobrevivir hasta que encontremos la manera de encerrarlo nuevamente, para esto debo hablar con Martín…espero que tenga el valor de hacerlo, no quiero que em juzgue…

Las horas pasaron y Ángela se fue a casa de Frida quién ya la estaba esperando.

—Frida ¿Qué haces aquí? —le preguntó Ángela al ver que la esperaba en la plaza.

—Pensé que podías perderte, así que te esperé aquí, mi padre insistió en que comprara pan dulce y te compré varios, espero te guste. —le dijo Frida apenada.




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