El Secuestro de Ivette

Capítulo 30

Llego hasta la ventana, tiro suavemente y espero hasta estar dentro, sus ojos acostumbrándose a la oscuridad, ese olor tan familiar, pero que ahora lo sentía como si fuera nuevo.

"Bueno, ya estoy", pensó Ivette alejándose poco a poco de la ventana, camino hasta la mitad de la habitación y se acerco al sillón en medio de esta; paso las yemas de los dedos por su suave tejido y se acostó boca arriba.

Cerro sus ojos y volvió nuevamente a tres años, seis meses y veinte días atrás. Estaba envuelta en un bonito vestido de satén y encaje, en sus orejas un lindo juego de aretes y en su cuello esa linda cadena. Todo un conjunto espectacular. Se recordaba a si misma vistiéndose de novia y tarándose sobre el sillón a espera de que llegará Alessio, estaba llena de emociones, de sensaciones, se sentía eufórica por lo que depararía la vida de casados.

Los aretes y el collar se lo había regalado Alessio al momento de colocarle el anillo de matrimonio. Tenía forma de nota de sol, bañado en oro rosa y un pequeño corazón de diamante en las esquinas mas próximas a las orejas. Acerco sus manos y entre sus dedos índice y pulgar volvió a sentir donde habían estado, acaricio su cuello y luego su mano izquierda. 

Sonrío, una lagrima descendiendo poco a poco a través de su mejilla, perdiéndose en la leve longitud de su cuello. Ya nada de aquello estaba ahí, apenas solo quedaban los recuerdos.

Ivette se quedo allí, por unos minutos dejo de fluir todas sus emociones. Su piel se esgrimo, sus pelos se pusieron de punta y ella respiro profundo.

Definitivamente su vida debería ser mas fácil.

—No puedes...

—Shhhh —Ivette extendió la mano y luego la puso sobre sus labios, escucho la voz de Alessio y sintió que su sueño era casi real.

Dolió ser victima de sus propias fantasías, dolió mucho.

Volvió a sonreír una ultima vez antes de ponerse derecha y enfrentarse a él.

—¿Qué no puedo qué?

—No puedes entrar en mi casa cada vez que te de la gana —Alessio cruzo los brazos sobre su pecho.

—Vaya —Se cruzo de piernas y ordeno a su culo quedarse pegado donde estaba —, si cambiaras las ventanas, mejoraras la alarma y tal vez, no sé, mejoraras a  tus hombres, las cosas serían diferente. 

—¿No hubieras entrado? —Le tenia que dar un punto, bien pudo hacer todo eso, pero entonces ella no estaría en esos momento ahí.

—Sí, pero con más dificultad.

Se miraron muy atentamente, él noto el cambio de su leve color castaño a mas rubio en su pelo, la falta de arrugas alrededor de sus ojos fueron la innegable evidencia de que no había sonreído mucho o nada en esos años en los que había estado perdida dios sabe donde. Cada vez que lo iba a visitar, intentaba seguirle el paso, nunca pudo conseguir nada, sobre todo porque ya la había enterrado y nadie lo tomaría realmente en serio. 

Ella por su parte lo vio, tal vez, mas triste. Su porte más serio, su rostro mas inmovible y su postura más rígida.

¿Qué había pasado con su Alessio?

Él que le tendió la mano en menos de una crisis, él que le permitió huir cuando nadie mas le daba esa opción o simplemente le dejo ser ella misma.

¿Dónde estaba el adorable y comprometido Alessio que juro cuidarla pasará lo que pasará?

—¿Te vas a casar? —Ivette pregunto, apenas si sentía que respiraba.

—¿Solo viniste por eso? —Alessio se sentó en la cama, la veía, la tenía al frente, pero no estaba seguro de si podía acercarse y tocarla.

—Vine a tantas cosas, Alessio, pero no sé si vine por eso —Extendió las manos por el sillón -. Hace un año estuve en el Tíbet, me perdí a mi misma, es muy difícil ver el mundo de algún color cuando solo tienes rencor en tu corazón y vives constantemente maldiciendo tu suerte, es muy muy difícil, y en ese tiempo empecé a extrañar la corta estancia que pasamos juntos. 

»Es muy fácil acostumbrarse a lo bueno.

—Fue un tiempo bueno, muy bueno —Recordaron los abrazos, la ausencia de mentiras, la abundancia de respeto y la buena comunicación, lo tenían todo menos el tiempo.

—Si, lo fue —Saco su móvil de respaldo y leyó el mensaje que acababa de llegar. James le decía que ya se iba a dormir. Sonrío. —Una de las cosas por las que vine, fue a pedirte un favor.

»Si por alguna razón, en unos días, unas semanas  o unos meses, a tu puerta aparece un niño llamado James, recíbelo. —Saco un pequeño sobre de su chaqueta, lo sostuvo unos segundos entre sus dedos, luego se puso de pie y camino hasta quedar frente a Alessio —Dentro hay un numero de cuenta bancaria con suficiente dinero como para que él viva bien toda su vida, hay indicaciones de donde quiero que estudie, las clases extracurriculares que debe de tomar, los idiomas que debe aprender, los deportes... Esta todo ahí. —Le tendió la mano y no permitió que su voz temblara mientras volvía a hablar —Cuídalo bien, ya ha sufrido demasiado para su corta edad, ya es hora de que le toque ser feliz.

Alessio tomo el sobre de la mano de Ivette, más tarde revisaría lo que tuviera dentro. Con la mano izquierda sostuvo la muñeca del brazo extendido.

—Todos sufrimos mucho hermosa —El apelativo se deslizo suavemente por sus labios, se sintió bien —. Tu y yo también hemos sufrido mucho.

—Sí, pero tal vez podamos ayudar a que otros sufran menos —Ella tendió su mano libre y toco el rostro de él —. Me gustaría besarte, deslizar mi cuerpo suavemente sobre el tuyo y hacerte el amor tan despacio que nunca me borres de tu mente. Al menos una ultima vez.

—¿Al menos una ultima vez? —Él poso su mano sobre la de ella mientras acariciaba su rostro.

—Si Alessio, ya tenemos que cerrar este ciclo —Acaricio sus labios —, de lo que pudo ser, pero no fue.

—¿Cerrar lo que pudo ser, pero no fue? -Alessio apretó suavemente su muñeca, la halo hasta pegarla a él —Muy poético, ¿no, hermosa? 

En esos momentos habían muchas emociones, sensaciones, muchas fantasías colocándose en la voz de la realidad.



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En el texto hay: secuestro, escapes, amor pasion

Editado: 16.04.2024

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