Ella Me Persigue

25 *ESPECIAL*

Omnisciente

 

 

Varias semanas han transcurrido desde que dieron de alta ha Samantha, todo esos días ha permanecido en casa de Adam, quien se ha mostrado muy contento por tenerla ahí; todo lo contrario a meses atrás. Anteriormente se volvía loco de frustración al tenerla ahí. Su salud ya no corre peligro, ambos permanecen felices con la relación que se comienza a dar entre ambos, la confianza ha tomado un gran espacio en sus vidas, así como la sensación de bienestar al estar juntos. De sus padres no supo nada hasta el día que se atrevió a llamar a una de sus tías, con la cual hacia muchísimo tiempo que no hablaba y vive en España, al escuchar la voz de su sobrina después de tanto tiempo no hizo más que llorar y lamentarse por no haber estado con ella.

 Entendía perfectamente el porqué de la distancia entre su familia; su tía desde muy pequeña fue un espíritu libre, alguien que dedico sus años de juventud a desarrollarse como persona y tener claro sus metas, y esto para sus padres era una pérdida de tiempo, su único deber debía ser estudiar el bachillerato y quedarse en casa siendo educada por su madre para ser una buena esposa.Actualmente es una importante abogada y socióloga, de su país. Ambas charlaron por horas, de todo un poco, llorando de felicidad al final de la conversación y dejando en claro que su tía viajaría en cuestión de días y así poder ver a su sobrina, la segunda oportunidad que Dios le ha dado, no piensa desperdiciarla.

Es momento de tomar las riendas de su vida, de que comience a trabajar en su presente, porque el futuro aún está incierto. Quiere sentirse bien consigo misma, buscar su bienestar; un trabajo es lo que necesita para comenzar, no puede seguir permitiendo que Adam, se haga responsable de todo, abusar de su confianza no está en su mente, él es una persona hermosa en todos los sentidos de la palabra, logro conocer su lado amargo varias veces, pero ninguno como el de hace dos días atrás cuando ella lo esperaba sentada en el sofá hasta largas horas de la noche a que él llegara de su trabajo, esto lo hizo con el fin de comunicarle que se marcharía.

"—No puedo seguir aceptando tu hospitalidad, es vergonzoso que te hagas cargo de mí, como si fuera una cría de diez años. Es necesario que tome la decisión de qué hacer con mi vida desde ahora—. Adam, deja salir un suspiro de cansancio. Un día largo de trabajo pasa factura en todo su cuerpo lo que más desea en esos momentos es darse una ducha con agua caliente y acostarse en su cómoda cama hasta el otro día, para su mala suerte, ella no piensa lo mismo.

—Samantha, ya hemos hablado de eso. Para mí no es ningún problema que tú estés aquí. Tú puedes hacer lo que quieras, trabajar, estudiar, viajar. Yo jamas te impediría que hagas algo que te llene de felicidad.

Argumenta con cariño, pasa una de sus manos por su cabello despeinándose, saca de los bolsillos de su pantalón su cartera y llaves dejándolas sobre la mesa en medio de los sillones, en el sillón derecho a un extremo de la sala Samantha permanece sentada, él toma asiento en el izquierdo dejando caer su cuerpo con cansancio, sus brazos se entienden por el respaldar de este, sus piernas se estiran todo lo que su cuerpo le permite.

—Quiero esto por cuenta propia. No quiero que tú tengas nada que ver con ello. Eres la única persona capaz de transmitirme paz y no sabes lo feliz que soy al saber que puedo contar contigo. Debes entenderme también...

El tono lastimero con el que pronuncia esas palabras pone en alerta a Adam.

—Solo no quiero que te alejes. Si lo que quieres es trabajar,  puedes buscar algún empleo, si quieres ingresar a una universidad puedes hacerlo también, jamas me impondría a ello, siempre tendrás mi apoyo para todas y cada una de las decisiones que tomes, solo no te alejes.

 Se levanta de su puesto para hacerse un lado en el sillón donde permanece Samantha con la mirada perdida. 

Una suave fragancia le envuelve por completo, es exquisita; Vainilla y coco, abrumado se acerca más  ella, quedando justo detrás de su espalda, lentamente su mano derecha toma algunos mechones de cabello y los acerca a su rostro aspirando con deleite, Samantha permanece quieta sintiéndose abrumada por las sensaciones que su cuerpo está experimentado. Sentir como Adam toma su cabello y lo aparta a un lado dejando su hombro y cuello expuestos a sus caricias le causa miles de sensaciones de satisfacción.

Él está seduciéndola...

Sus manos se retuercen sobre su regazo, en un intento de no emitir ningún sonido de sus labios.

¡DIOS!

Sus dedos están fríos, su respiración se acelera al darse cuenta de que no son sus dedos que acarician la piel sensible de su cuello, son su labios que van dejando un camino desde su hombro, descendiendo lentamente por su clavícula hasta llegar a su cuello.

—ashssss...

Un suspiro de placer se escapa de sus labios al momento que Adam besa el lóbulo de su oreja muy despacio...

En ese instante, Adam se aparta como si ella desprendiera más que una exquisita fragancia, como si quemara, y él no quisiera ser una de sus víctimas.

¿Qué diablos está haciendo?

No es el momento de querer pecar.

—¿Qué sucedió?

Samantha, también se levanta pero al contrario de Adam, ella no se aleja si no que va en su busca ¿por qué se detuvo? ¿Hizo mal en suspirar?

Hubiera sido imposible retenerlo en sus labios, cuando la boca de él estaba en esas parte de su cuerpo que no son muy expuestas, pero si sensibles.

En su estómago siente miles de cosquillas que van desde sus pies hasta su cabeza, bajando de golpe hasta su estómago, ni hablar de su corazón que parece un tambor.

—No sucede nada. —sonríe sin saber que con solo ese gesto puede derretirla por completo —. Te pido disculpas si en algún momento te incomode no era mi intención, es solo qu... —cansado de reprimir sus palabras decide hablar sin filtros—. Es imposible tenerte cerca y no querer lanzarme a besarte y estrecharte en mis brazos, cada día que pasa es una tortura por mantenerme cuerdo y no hacer algo que pueda asustarte.




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