Alberto escucha a la señora reírse en las partes más oscuras del sótano. Luego de unos segundos camina por las escaleras lentamente hacia abajo para observar un poco mejor queriendo asegurarse de que está sólo y que nada le va a suceder. Mira por todos lados mientras graba con su cámara e ilumina con la linterna. Pero al llegar a la mitad de la escalera, se tropieza con algo y empieza a caer rodando hasta llegar al piso.
La cámara se cae al lado de él, pero no se rompe, la linterna tampoco y ambas misteriosamente se quedan apuntando hacia el lugar donde estuvo él hace menos de dos minutos. Se golpeó tan fuerte la cabeza que apenas puede ver lo que está a su al rededor, veía todo borroso.
Se levanta adolorido y mira por todos lados, de repente mira hacia donde la cámara y la linterna apuntan. Ahí logra ver a cuatro personas observándolo a él, entre ellos estaba la señora de hace unos minutos, un niño, un señor y una adolescente. La señora utiliza un vestido largo de color blanco, de esas que se utilizaban en las épocas del siglo XIX.
El señor viste un traje elegante, más actual, de color negro y corbata roja. El niño un short sucio con una remera de color blanco también sucia y unas sandalias de color marrón, parece haber vivido toda su vida en las calles y con hambre por lo delgado que se lo ve. La adolescente también utiliza un vestido largo de color blanco, al igual que la señora, aunque un poco más actual.
Alberto los mira bien hasta aclararse un poco su vista, de repente siente algo en los pies y mira hacia abajo donde se encuentran la cámara y la linterna, ahí ve a otra niña sonreírle y decirle...
—¿Vamos a jugar?— De repente apaga la linterna y no se ve nada. Alberto empieza a gritar. Luego de unos segundos, Nicolás en compañía al fin logran abrir la puerta y al abrir ven a Alberto siendo ahorcado por un cable que se encuentra atado por la escalera. Nicolás rápidamente baja y trata de quitárselo. Luego de un momento tenso logran liberarlo y por fin salen de ese lugar.