En manos de un psicópata

Capítulo 13

—Lo siento, su tarjeta ha sido rechazada —dijo la mujer devolviéndole su documento luego de intentar comprar un pasaje de avión.

Susana tensó su rostro, hasta ahora los únicos pasajes disponibles para salir de inmediato del país son hacia Nueva York.

Contempló la tarjeta en silencio, erróneamente le acababa de pasar a la mujer la tarjeta familiar de los Fave, por su apuro de abordar un avión. Pero por lo menos con esto comprobó que en realidad había sido retirada de los registros familiares de los Fave de seguro con el documento que Antonio la hizo firmar cuando no estaba en todos sus sentidos.

Bufó para luego entregar su tarjeta de crédito personal. Afortunadamente ante sus intenciones de no tocar la fortuna de su familia adoptiva había sacado sus propias cuentas en otro banco a su nombre, y estas funcionaban sin problemas.

En no menos de una hora ya abordaba un avión que estaba a punto de partir. Y en una semana ya se encontraba lejos dejando atrás todo. Incluso su propio negocio.

Su amiga no quiso romper la sociedad y le propuso que mientras no encontrara trabajo siguieran trabajando juntas a través de internet. Pero trabajar en un horario distinto debido a la distancia de ambos países poco a poco se le hizo pesado.

No le quedaba de otra, tenía que sobrevivir de alguna forma, y sin la fortuna de la familia, por primera vez comenzó a sentirse tan desamparada como se sentía en el orfanato. No es algo que la sorprenda, sabía que a pesar de sus deseos de abandonar a los Fave al fin se cumplieron, ya estaba tan acostumbrada a esa vida que dejarla de golpe no sería tan fácil.

Poco a poco vendió su parte a su amiga radicándose en el país que le dio la bienvenida en su desafortunada huida, tres meses después ya había encontrado trabajo en una empresa de diseño de zapatos.

No era el trabajo ideal, pero sí lo suficiente para permitirle mantener el departamento que compró con parte del dinero que obtuvo de la liquidación de su emprendimiento. Un lugar no muy grande y ubicado en el centro de la ciudad.

Su propio grito nocturno la despertó en medio de la noche, y se llevó la mano a la cabeza cansada de la misma pesadilla. De que Antonio apareciera de golpe en su departamento sonriendo como desquiciado mientras le decía “Te atrapé”.

Un miedo infundado, desde que se fue no supo más lo que pasó con su familia, ni la empresa ni su abuela. Ha buscado noticias en línea, pero nada ha aparecido, y eso la hace sentir mayor incertidumbre.

—¿Por qué mierda tienes tu refrigerador lleno solo de lechugas y pepinos? ¿Te has vuelto vaca o es una nueva dieta para bajar de peso? —se quejó su arrendador luego de tomar un pepino para devolverlo a su sitio dando un portazo en el refrigerador—. Si no consumes carbohidratos te vas a morir.

—¿Y cual es el problema? ¿Eres mi medico? —se quejó Susana envuelta en una gruesa colcha hasta la cabeza mientras mira el televisor.

El hombre de cabellos claros y ojos azules bufó antes de pasarse la mano por el cabello despeinándose. Entrecerró los ojos antes de decir algo.

—Claro que lo es, no todos los días te encuentras a tu inquilina desmayada de fiebre tirada como borracha en medio del pasillo —replicó cruzando los brazos—. Deberías ir al médico.

Susana resopló con fastidio, el aire caliente que salió de su boca le hizo darse cuenta de que aún sigue con fiebre.

—Los seguros médicos en este país son caros, no voy a ir a gastar dinero por un simple y tonto resfrío.

—¿Y el tema de hacer esa dieta vegana? ¿No deberías consultar con un nutriólogo? Puede que la fiebre sea porque no te alimentas bien, o te la pasas encerrada en este lugar, solo sales a trabajar, al mercado y te quedas todo el tiempo aquí —exclamó antes de mover la cabeza de lado a lado.

La mujer entrecerró los ojos, ni su madre adoptiva se preocupaba tanto como ese hombre.

—Número uno, eso que ves en el refrigerador es lo único que puedo comer y no me produce nauseas, últimamente no tolero las carnes ni olores fuertes. Número dos, soy una mujer hogareña, prefiero quedarme en casa viendo televisión que salir por ahí a divertirme —suspiró envolviéndose más en la colcha, es loco pensar que un día sería capaz de decir esas palabras. Aunque la verdad es que ha evitado esos lugares por la extraña sicosis de estos días de creer que su exmarido la esté buscando gracias a las pesadillas que ha tenido.

Su arrendador se sentó a su lado pese a la mala cara que Susana dibujó en su rostro al darse cuenta de esto, se quedó mirando el televisor sin entender nada de lo que hablaban.

—Siempre he tenido curiosidad de que en idioma ves televisión y porque tienes esa manía de ver esos canales extranjeros —exclamó con confianza.

Susana no respondió, solo chasqueó la lengua. No tiene por qué contarle que ve noticias de su país de origen esperando encontrar algo. Estaba a punto de apagar el televisor cuando las palabras “Corrupción, Familia Fave” llegaron a sus oídos. Su mirada volvió a la pantalla, incrédula por lo que acababa de escuchar ¿Acaso ha oído mal?

Subió el volumen e ignoró las preguntas de su arrendador.
 

“La corrupción del grupo principal del país del sur, la familia Fave, ha hecho caer las acciones por semanas consecutivas, pero ante el nuevo escenario, representado por el heredero legal que denunció a su propia familia por intentar fingir su muerte, la empresa parece comenzar a recuperarse.

Los socios demuestran mayor confianza en quien hasta esta hora ha trabajado como Ceo de la compañía, y cuya identidad se mantuvo en reserva hasta ahora. Antonio Fave el nuevo presidente de la empresa familiar ha declarado que está a favor de que caiga todo el peso de la ley en su familia, incluyendo a quien está postrada de por vida, Minerva Fave.”

En el televisor aparecieron imágenes de Antonio quien no deja de lucir risueño y de una actitud cordial que es la mascara que usa al exterior pues Susana sabe que él en realidad no es así.




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