Esposo comprado

Capítulo 7

Jasha cerró la puerta con calma, y fue hacia su silla giratoria antes de sentarse y echarse aire con la mano. Casi lo besaba, y no era que no tenía deseos de hacerlo, sino porque pensó ver a una persona en la puerta y lo que menos quería era un lío por el momento. Tomó un lapicero entre sus dedos, la sensación de alivio que tenía encima era mucho más de lo que imaginó luego de enfrentarlo, pero el deseo de besarlo no se iría por nada del mundo.

Esa mañana, le llegó a su correo de la empresa la invitación de su boda con esa chica, boda que ella misma no haría que se llevara a cabo, puesto que en unas pocas semanas esperaba darle el golpe a todos en esa empresa.

Observó los materiales en una esquina, y se pasó una mano por el rostro, sintiéndose de mal en peor. Había algo que se le escapaba y temía que fuera algo relacionado con Kadir…

Buscó su celular de entre todo el reguero que tenía ahí, y marcó el número de alguien que podía ayudarla en esos momentos con su situación.

— Sé que soy tu primo, pero ten por seguro de que me molesta tu sola presencia…

— Es algo importante —se rascó el brazo—. Es que quiero que me investigues a alguien, por favor…

— Por favor… ella dijo por favor… —la otra persona al otro lado de la línea estaba hablando consigo mismo—. Esto es lo más extraño que me ha pasado el día de hoy.

— No seas así, eres mi primo. Ahora el primero si me ayudas con esto, Kinian —se mordió el labio—. Prometo no decirle a nadie lo que haces…

— Como si me importara…

— Ella era menor de edad, una buena chica de familia…

— Maldita loca, igualita a tu maldito padre —bufó su él—. Dame el nombre de la persona, tengo el sistema que la tía Grace usa y el del tío Kirill.

— Eres el mejor —se quitó el celular de la oreja para una foto del expediente—. Es ella, hay cosas que no me cuadran en lo absoluto. Es como si fuera una de esas personas que solo ven por ellas.

— Entiendo, haré eso y te enviaré la información lo antes posible —Kinian hizo silencio—. Deja de meterte en mi vida, ya ella es una adulta responsable. No seas chismosa. Y pasó hace muchos años.

— Nah, me gusta molestar a la familia con sus secretos —se dio la vuelta, mordiéndose el labio—. Debo colgar, hablamos luego.

Jasha no era idiota, sabía cada secreto mejor guardado de las personas en su familia y su primo Kinian no era la excepción. Se quedó durante las próximas horas trabajando sobre los proyectos, antes de recoger sus cosas e irse a casa. La única persona que tenía reuniones ese día era Kadir, por lo que esperaba que este al menos pudiera ponerle un alto a todas las personas que le tomaron el pelo por idiota.

Estaba por ir a su auto, justamente cuando vio a Vianny, la secretaria de Kadir mirando hacia todos lados en busca de algo. Iba a preguntarle qué demonios pasaba, y del porqué estaba todavía en la oficina, pero alguien chocó con ella antes de que pudiera entrar al auto.

Gritó tan fuerte al verse a sí misma en esa pequeña versión, que casi se cagaba del susto.

— Hola, mamá —Yara rio—. Te estaba buscando.

— Hay momentos en los que te miro y creo que eres un karma mal entrenado —la alejó de ella—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y tu padre?

— Papá salió con su novia, yo me quedaré esta noche con la tía Vianny —Yara la abrazó por las piernas—. ¿Puedo ir contigo? Mañana es día de ir a la escuela, puedo…

— No, te irás con quién sea que viniste —masculló tratando de alejarla—. Si te llevo conmigo, se mueren mis abuelos… aunque quiero tenerlos con vida por muchos años…

— Hola, señora Richter —Vianny se echó aire con la mano, luego de dar con la pequeña—. Lo lamento, su padre se fue hace unas horas a una reunión con unos socios…

— No se fue a una reunión —Yara refunfuñó—. Me abandonó como cada mes por irse con esa mujer —la pequeña cruzó los brazos en su pecho—. ¿Se puede poner una demanda por abandono si tengo cinco años?

— ¿Qué dijiste? —Jasha tuvo que fruncir un poco los labios para no reírse—. Escúchame, tienes que irte con ella. Yo solo quiero dormir por unas largas horas y no puedo llevarte conmigo a mi casa.

— Si quiere, puede llevársela con usted —Vianny le pasó una bolsa con las prendas de la niña—. Kadir no se dará cuenta de nada a menos que alguna de nosotras se lo diga.

— Me gusta.

Yara, como toda niña dueña de su casa, rodeó el cuerpo de Jasha y entró con rapidez al auto. Jasha se pasó una mano por el rostro, considerando seriamente que la persona que sería encarcelada sería ella, puesto que todo eso parecía ser un plan macabro de Vianny y la niña.

— A la casa de mis abuelos Volkan y Nicole —le indicó al chofer—. Es un pésimo día para realizar una cena familiar. Hoy sí que heredo la fortuna de las dos familias —apretó el puente de su nariz—. Deja de mirarme.

— Es que eres tan bonita… como yo —Yara levantó los brazos para que le ponga el cinturón de seguridad—. ¿Quieres a mi papá? ¿Te puedo decir un secreto?

— Tu padre me odia, así que de mi parte no hay amor —mintió, y tuvo que pasar saliva cuando dijo esas palabras—. Puedes decirme tu secreto —le colocó el cinturón de seguridad, le arregló el vestido y se aseguró de que estuviera cómoda—. ¿Es algo malo?

— A veces me duele el pecho —Yara se llevó una mano al corazón—. Y hace dos años, me hicieron una cirugía porque uno de mis riñones fallaba.

Muda, tiesa, pálida, seca, en blanco y un montón de cosas más. Esa niña había pasado por las mismas situaciones que ella cuando tenía su edad, cuando tenía tres años, ambos riñones fueron reemplazos, a los cinco casi seis, sus pulmones comenzaron a fallarles por una discusión que tuvo con su padre, ya que este no se daba cuenta de que era su hija.

Yara, a pesar de ser como una copia andante de ella, no cabía duda de que la niña estaba pasando por una situación difícil con su padre, la boda y esa mujer.

— Necesito un momento —presionó el botón del aire del auto, y meditó—. ¿Es un castigo? —bajó la ventanilla y miró el cielo—. Sé que le saqué muchas canas a mi padre, pero fui una buena hija, nunca les hice ningún mal… solo desearles la muerte a mis abuelos para que me den su fortuna.




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