Esposo comprado

Capítulo 22

Jasha tomó con las manos temblorosas el agua con las pastillas que Kadir le daba. Había tenido una crisis por verlo así de enojado. Por unos instantes imaginó que él iba a golpearla, pero solo era arreglarse el cabello que estaba de intruso en su rostro. Le mostró una parte de él que solo su padre conocía, y fue porque él, con la ayuda de su primo Kinian, su tía Darcy y su tío Kiral, lograron sacarla del hoyo en el cual se encontraba.

— ¿Ya estás bien? —Kadir pestañeó varias veces, viéndola fijamente—. Estás ida todavía…

— Estoy bien —ella se tomó las pastillas y no tenía ni fuerzas para ponerse de pie luego de que él la vio de ese modo tan poco ético—. No te preocupes por mis crisis, suelen pasarme de vez en cuando —ella sonaba un poco apenada—. Iré a decirles a los empleados que preparen el yate. Nos iremos de inmediato a los Estados Unidos.

— No nos iremos ahora de aquí —él se puso de cuclillas delante de ella—. Temí que tuvieras otro colapso como el de la empresa —la examinó detenidamente—. ¿Qué fue todo eso?

— No tienes que fingir que te importo cuando dijiste que deseas divorciarte de mí —ella bajó la mirada—. Me gritaste a tal punto de que pensé que ibas a matarme de un golpe cuando levantaste la mano.

— Me hiciste enojar y nunca he golpeado a una mujer en mi vida, mucho menos a mi hija, que es realmente una molestia como tú —él le quitó el vaso con la poca agua que le quedaba—. ¿Tus padres te maltrataron en algún momento…?

— Mis padres nunca harían algo para que yo sufriera —Jasha levantó el mentón—. Por más molestos que ellos estén, te aseguro de que ni siquiera mi padre haría algo como eso.

— Hablaste algo de golpes… —le recordó—… ¿Qué…?

— Dejemos esto como está y no me hagas más preguntas que no podré responder jamás —ella negó con la cabeza—. Gracias por ayudarme. Puedes irte…

— Llamaré a tus padres y les preguntaré qué te sucede —eso logró que se tensara más de la cuenta—. Habla conmigo. Podemos ser…

— Me odias, Kadir —Jasha se rascó el brazo, sintiéndose mal por unos minutos—. Ni siquiera me has agradecido el hecho de que te ayudé con esto… en otras circunstancias, sabes que mi padre te hubiese metido en prisión…

— Necesito un poco de tiempo para poder asimilar todo esto que está pasando —él se levantó del piso, mirándola caminar por la habitación como si estuviera escapando.

— ¡Deja de escapar de mí! —gritó enfurecido—. ¡Desde que llegamos estás haciendo todo lo que te da la gana, olvidándote de mí! —volvió a tomarla del brazo, para detener su andar.

— Ya no grites, no tienes que seguir fingiendo que te importo, cuando siempre has dicho que soy una molestia —su voz estaba temblando—. Lo sé, te compré, pero ni siquiera me agradeces el hecho de que haya planificado lo del robo de mi tío para que únicamente salgas involucrado en eso —trató de soltarse—. No tienes idea de lo mucho que pasé hace años con mi madre…

— No estoy minimizando tu dolor con esto que hiciste, solo que no fue…

— Te he dicho desde que tengo cinco años que te amo —le dolió decirle esas palabras—. No me importa mantenerte. Yara necesita de ti porque eres su padre.

— Tú no tienes idea de cómo fue mi vida…

— Gracias a tu Dios que no tengo idea —se zafó de su agarre—. Ya ves que las pastillas hicieron su función, puedes quedarte todo el tiempo que quieras en la isla. Despeja tu mente lo más que puedas. Lo necesitas.

Salió hacia el balcón, viendo cómo la noche estaba un poco de todo en ese momento. Necesitaba olvidarse de todo lo que ocurría en su vida, hasta su pasado, que aunque duró pocos meses en ese país, le pasaba cada día factura por lo que hizo antes de que su familia la encontrara.

Se abrazó a sí misma, escuchando cómo él se movía por la habitación, a lo mejor buscando cómo escapar de ella. Luego de unos minutos, él se puso a su lado, en silencio.

— No quiero discutir más contigo —ella no lo miró—. Olvidaremos lo que hiciste antes de venir conmigo. Esa escena de celos fue bien actuada…

— No fue actuada —él tragó en seco—. Todo lo que te dije fue cierto. Me sentí celoso —admitió—. Este último mes desde tu regreso me siento perdido. Es decir, no sé qué pasa por mi mente cuando te veo. Me siento furioso, enojado contigo todavía porque me compraste como si fuera un mueble.

— Es que esa gente te tenían como si fueras un mueble —Jasha frunció los labios, aun sin mirarlo—. Estás liberado de esa deuda. Pagué el robo con mi dinero. Le dije a mi tío que se lo pagaré cuando regresemos del viaje, por lo que tampoco tienes de qué preocuparte de lo que pase.

— Dijiste que solo sería un año…

— Los servicios sociales de UTAH, con la nueva modalidad implementada, solo dan un año de vigilancia a los padres adoptivos —reconoció—. Poco tiempo si me lo preguntas, sin embargo, durante este año que estemos casados, ellos verán que ella está en un buen ambiente… más aún con el peso que tiene mi apellido.

— Un apellido que solo ha estado en escándalos —Kadir le recordó—. Aún sigo necesitando tiempo para esto…

— Descuida, mañana nos divorciamos y te buscas a otra esposa —masculló irritada—. De paso, te regalo la empresa para que puedas seguir con tu miserable vida aburrida —ella se alejó un poco de él—. Ni siquiera te das cuenta de que desde que descubriste todo lo de Anne, estás dejando salir el verdadero tú.

— No tiene sentido eso…

— ¡Pues para mí si lo tiene! —ella le dio un golpe en el pecho, seguido de otros más—. Deja de intentar ser algo que no eres. Porque el Kadir sumiso que esa gente creó no existe, solo en tu imaginación —lo empujó—. Mañana nos regresamos y nos divorciamos, fin del asunto.

Jasha recogió un poco su vestido, el cual se le había bajado por culpa de las tiras de su vestido y caminó con rapidez por la habitación, sin percatarse siquiera que la cama tenía algunas cosas. En su mente, solo quería huir de ahí, escapar por una noche de que a lo mejor cometió un error en haberse casado con un hombre que la rechazó por veinte años.




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