Hasta que te encuentre

4. Hermosas obras del Pintor.

Luna no supo como reaccionar. Ver a esa persona fue algo totalmente inesperado. Lo había visto una vez y eso parecía que fue hace mucho. Aunque lo conocía no sabía si saludarlo o cómo hacerlo. 

Antes de que la situación fuera solo de miradas incómodas, el chico habló en rescate de los dos. 

-¡Hola! ¿tu eres...?- Preguntó pero no terminó la frase, era notorio que se acordaba de ella pero de seguro no se acordaba su nombre. 

-Soy Luna.- Respondió ella y el chico sonrió, parecía contento de volver a verla. 

-¡Si! ¿te acuerdas de mi?- Preguntó y su cara parecía expectante a que ella dijera que sí; y la verdad que sí lo recordaba, era muy olvidadiza para algunas cosas pero su nombre jamás lo olvidaría y no esperaba para nada volver a verlo, menos allí. Antes creía que se estaba volviendo loca, que solo eran fantasías de ella, pero no. Ahí estaba en frente de ella, Hayden, tan lindo como la primera vez que lo vio y con esa sonrisa que esperaba tanto volver a ver. Asintió sonriente y lo saludó. 

-¡Me da mucho gusto volver a verte!- Dijo él alegre y Luna no pudo evitar regalarle una sonrisa porque ese comentario causó mucha felicidad en su corazón, hace unos minutos se sentía muy miserable y ahora sentía algo lindo y mutuo por alguien. Se preguntaba si él también se quedó con ganas de volver a verla cuando se fue y no volvió en el casamiento de su tío, era mucha casualidad verse allí pero Luna pensaba que si la vida o Dios les había regalado ese momento no podían no aprovecharla. Sin duda, tenía muchas preguntas pero las respuestas serían para otro momento. 

Emily interrumpió la conversación diciendo que llegarían tarde a sus clases. Luna sabía que tenía razón pero ahora no quería irse de allí; el segundo recreo ya acababa, además para empeorar era viernes y no quería que después de eso no se volvieran a ver otra vez. Sin embargo, ante su pequeña preocupación él dijo que la buscaría luego y ella asintió saludándolo con su mano torpemente y confiando en su palabra. Mientras se dirigían a sus salones Emily preguntó quién era ese chico y ella le respondió que luego le explicaría todo, su amiga estaba muy intrigada y Luna se sentía patidifusa.  

Cuando llegó a su salón ni siquiera le molestó la llamada de atención de su profesor. Había vuelto a ver Hayden, él parecía contento de volver a verla también, y ambos se habían quedado con ganas de que ese momento se repitiera.  

***

Ella se miró en el espejo y a veces se sentía mal al verse a sí misma. Estaba acostumbrada a escuchar a su madre decirle una y otra vez que a su manera es hermosa pero a veces le costaba creerlo. 

Tocó su piel, tenía algunos rollitos que se le escapaban a los costados de su cintura y no toda la ropa le quedaba bien. Pensaba en su prima y comenzó a compararse. Luna es mucho más flaca que ella y tenía una cintura, que a sus ojos es perfecta, por lo tanto cualquier cosa que se ponía le quedaba bien, aunque sabía que estaba mal envidiaba ese privilegio. 

No eran parecidas como primas. Las dos heredaron genéticas distintas. Any tenía la genética de su familia paterna con ojos color cafés, en cambio Luna siguió con los genes maternos y tiene ojos claros, los suyos eran de color verdes. Eso era molesto porque la mamá de Any también tenía los ojos claros pero ella no tuvo esa misma suerte. Mientras seguía mirándose en el espejo, en esos momentos se le hacía difícil no pensar mal de ella misma. 

-Dios ¿Por qué no me diste un cuerpo perfecto?- Dijo bajito para que nadie pueda escucharla pero luego se arrepintió de haberlo dicho. Suspiró, no quería que sus pensamientos afectaran su día, cerró los ojos y trató de convencerse así misma que se veía bien y que era bonita así tal como era. Sin embargo, no se daba cuenta que así solo estaba tratando de ignorar sus pensamientos negativos pero aunque tratara en el fondo seguían allí porque no los estaba rechazando de su vida.  

Era un viernes por la mañana. No tenía clases en su facultad ese día, entonces aprovecharía para descansar, después de una semana interesante de haber comenzado la facultad. 

Se despertó temprano porque le gustaba disfrutar la mañana. Pensó que si Luna estuviera con ella, le diría algo así como "¿Que haces despierta? si tienes más tiempo para dormir ¡Aprovéchalo!". Se rio de tan solo pensarlo y se dio cuenta que extrañaba a esa loca dormilona. 

Fue a la cocina para prepararse su desayuno, cuando entró allí vio el calendario que tenían colgado en una pared. Era uno de esos que tenían una foto de un paisaje hermoso con el mes escrito y que cada día tenía un versículo bíblico. No se acercaba siempre a leerlos pero, esa vez quería organizarse mentalmente la semana que viene y de paso leía lo que decía para ese día. Era Jeremías 1:5 que dice: "Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones" 

Se le escapó una lágrima mientras se le asomaba una pequeña sonrisa. Pensó que fue una respuesta inmediata de lo que había dicho anteriormente en su habitación bajito, pero no hay nada que Dios no escuche, aún así sean solo pensamientos los conoce. Así como dice Lucas 12:7 : "De hecho, él les tiene contados aun los cabellos de su cabeza. No tengan miedo, ustedes valen más que muchos gorriones" , si sabe tanto de nosotros y somos valiosos para Él ¿Cómo no va respondernos cuando le preguntamos algo?  Ese versículo para ella era un recordatorio de que cada parte de ella Él mismo las había pensando muchísimo antes de que se formara en el vientre de su madre, cada detalle lo pensó y creo con amor, por eso fue perfecto porque todas las obras de Dios son maravillosas. Ya no era un simple convencimiento que se decía para sentirse mejor consigo misma, era su Papá celestial que la escuchaba, la comprendía y no quería que esos sentimientos quedaran guardados en el fondo de su interior, si no que quería que los sacara de su vida teniendo la certeza que para ÉL ella era hermosa y especial para un propósito glorioso. Eso le transmitía paz, sabía que su Señor nunca se equivocaba y aceptaba esas palabras para guardarlas en su corazón y no la hagan dudar de sí misma, ni de su cuerpo. 




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