Capitulo 4 | Los sueños son reales...

El príncipe cabalgó durante al menos 20 minutos, lo cual fue suficiente para que saliera de la metrópolis, no tardó mucho en avanzar y lograr ver el bosque, aunque al poco tiempo empezó a escuchar más cascos de caballos que avanzaban a toda prisa, tenía que llegar a la granja que había visitado y desaparecer, estaban cerca, escuchaba a los guardias llamarlo y pidiendo que se detuviera

–Gran príncipe por favor detenga el caballo, su majestad está furioso– Daniel al mirar atrás logro ver a su padre al fondo de el pequeño escuadrón, cada vez iba más rápido por el terreno acercándose a él con prontitud, Daniel sabía que no iba a poder detenerlos a menos que algo los obligará

–¡Daniel!, ¡Detente ahora mismo!– le gritó su padre tomando la correa del caballo –¡Es una orden príncipe!– Daniel miro a su padre y detrás de él a lo lejos pudo ver una figura de otro caballo que venía de las montañas, cuando se acercó mas la figura jaló del caballo de su majestad y éste solto al príncipe, la figura se adelantó celeridamente dándole una señal de que lo siguiera Daniel; avanzó lo más pronto que pudo

–¡Vamos Lev un poco más ya casi llegamos!– el emperador volvió a tomar de la correa del caballo de el menor lo que hizo que mirara a su padre de nuevo; le enseñaron toda su niñez que no podía usar su magia para lastimar a otros; pero en esta ocasión necesitaba alejar a su padre para poder continuar está misión –¡Perdoname, padre!– el chico sacó la espada que tenía colgada en la espalda, he hizo un movimiento de adelante hacia atrás que creó un campo de fuerza con el que chocó el emperador y el escuadrón, dejándolos muy atrás y sin poder seguirle el paso.

Daniel se sentía culpable jamás había usado su poder para lastimar y mucho menos a su familia. Después de 20 minutos llegaron al límite de el bosque oscuro, ambos chicos bajaron de sus caballos, la figura traía una capucha pero el rubio podía ver qué era más bajo que él, se acercó hasta llegar a su lado

–Gracias por la ayuda, sería un honor saber su nombre– el encapuchado se descubrió la cabeza dejando ver qué no era un chico y mucho menos un desconocido –¡Cris!– la chica lo miró y se quitó la capa

–¿Creíste que podías irte sin mi?– Daniel sintió un alivio por no estar solo en esta misión

–¿Cómo supiste que me iría hoy?– la chica dejó lo innecesario en la bolsa del caballo y le indicó al caballo regresar a su hogar

–Recibí un mensaje urgente de Patrick está mañana, no quería que fueras solo a ese lugar oscuro y lúgubre– el chico sonrió

Daniel mandó a su caballo de vuelta a Izbytok y miró a su amiga, ambos tenían miedo, aunque sabían que juntos estarían bien, se adentraron en la oscuridad de aquel bosque sin un rayo de luz, solo los iluminaba la pequeña lámpara de aceite que había cargado la castaña

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Al ser de noche en el bosque hacía más frío de lo que hace en la ciudad, los chicos pudieron encontrar un espacio para encender una pequeña fogata y calentarse un poco

–Jamas pensé que haría tanto frío aquí– el chico frotaba sus manos tratando de que no se congelaran

–Usaste tu magia contra tu padre– Cris miró a su amigo un poco decaído mirando el fuego como si le fuese a hablar y darle una respuesta –Era necesario, Dann, necesitabas retrasarlo y alejarlo– el chico abrazó sus rodillas recargando su mejilla en ellas

–¿Me disculpará algún día?– antes de que la chica pudiese responderle escucharon un susurro, cada vez se hacían más susurros, ambos se levantaron tratando de ver en el lúgubre lugar, una criatura pasó entre sus pies apagando el fuego que habían encendido, el chico sacó su espada atento a cualquier otro movimiento.

Algo tomo del tobillo a la chica y la tiró de espaldas haciéndola golpearse con la raíz de un árbol, el rubio se acercó rápidamente a levantarla para empezar a correr, la bestia empezó a seguirlos se escuchaba como se arrastraba aunque no podían verlo como si fuese aire y usara la tierra para moverse, corrieron lo más que pudieron hasta encontrarse con un estanque

–Si se mueven con la tierra no les gustará el agua– Christine pudo divisar el estanque que le dio la idea al chico, ambos se miraron y supieron que debían correr más rápido

Al llegar se lanzaron al agua y las criaturas rápidamente regresaron por dónde llegaron, ambos chicos se acostaron en el agua aunque tenían frío creyeron que era el mejor lugar para estar por ahora

–Bueno... Creo.... Que pudo ser peor– dijo el chico agitado

Ambos chicos se quedaron dormidos en un árbol cerca de el estanque para poder estar más seguros, esa noche el príncipe pudo sentir la misma respiración de su pesadilla, solo que está vez no detrás de él si no era como un eco, un eco dentro de el susurro del aire y el gruñido de las criaturas, al despertar pudo ver unos ojos mirándolo, eran negros  y con ganas de sangre, estaba seguro de que quería correr, era una necesidad ahora mismo, pero no podía levantarse estaba temblando, esos ojos no solo miraban le estaban mostrando su muerte misma, quería llorar o gritar por ayuda pero no vio a Cris con él, estaba aterrado sudando... Mojado...

Daniel...

El chico abrió los ojos precipitadamente y pudo distinguir el bosque, su respiración era agitada, aún seguía húmedo su cabello al igual que su ropa, al mirar pudo ver a Cris mirando unas plantas, Daniel se levantó con un dolor en la mano, al mirarla tenía una fina línea de sangre en la palma, se había cortado anoche con la espada, debe tener más cuidado, algunas de estas criaturas podrían oler la sangre

–Despertaste, debes tener hambre, conseguí un poco de bayas, leí un libro en casa sobre como diferenciarlas de las tóxicas– Daniel le sonrió en agradecimiento y comió un puño de la gran cosecha de su amiga, era suficiente al menos para avanzar

Daniel no pudo evitar pensar en su sueño, no sabía que significaba pero quería poder detenerlos, al menos al llegar a la torre de el hechicero podría leer algo sobre lo que sucede.