La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 7| ¿Amigos?

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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En serio acabo de besar a Damián, yo lo besé fui, yo la que dio ese primer beso. Toqué mis labios que aún sentían el fantasma de la calidez de los labios de ese primer beso y aún no caigo que acabo de besar a ese chico que apenas conozco. Me apoyé en la puerta para no caerme y desde que entré no me había movido de mi sitio, era como si mi cerebro no logra coordinar con mi cuerpo y me viera como una tonta. ¿Así se sentía estar atraída por alguien? Mire por la ventanita que tiene la puerta verificando que Damián se había ido. Solté un grito de emoción comenzando a saltar en mi lugar, lo besé. Mi prima Ylenia bajó corriendo las escaleras mirándome con preocupación por el grito que había pegado minutos antes.

—¿Aileen que paso? —me pregunto preocupada.

—Lo bese —tape mi rostro riendo, estaba roja de la vergüenza por haber admitido aquello.

—¿A quién besaste? —escuche sus pasos acercándose a mí.

—Bese a Damián —me tire en el sillón suspirando.

—¡¿Qué?! —la puerta de mi cabaña se abrió dejando ver al responsable del grito Apolión.

—Bese a Damián, pero no te enojes con él fui yo la que le robo el beso —me levanté del sillón intentando calmar a mi primo.

—Apolión ella tiene edad suficiente para tener novio yo tengo dieciséis y soy novia de Austin —mi prima se puso a mi lado cruzada de brazos.

—Eres novia de Austin porque yo desconocía tu existencia y no sabía nada de ti, sino que tampoco tendrías novio jovencita —le contestó a mi prima. Ella se limitó a negar con la cabeza y bufó —Está bien, pero Aileen salgan más no seas su novia hasta estar realmente segura de que estás enamorada —bajo los hombros rendido, pero algo en su mirada me dijo que estaba escondiéndome algo, pero estaba tan feliz que no le preste atención a ello.

—Está bien Apolión —fui a mi habitación a tomar algo de ropa para ir a la cabaña de Ylenia allí se estaba mejor en mi cabaña había un fuerte olor a encierro. Subí por las escaleras desganada, sé que Apolión hace eso para cuidarme, pero ¡vamos soy mayor! En cuanto ellos no me vieron empezaron a hablar en la sala yo los escuché a medida que avanzaba a mi habitación.

—¿No crees que fuiste demasiado duro con ella? —escuché decir a mi prima.

—No quiero que la lastimen, así como no quiero que Austin te lastime a ti —mi primo habló más calmado que antes.

Me adentré en la habitación tomando el bolso que mi prima había estado armando para mi antes de que mi grito la interrumpiera en su labor y colocando unas últimas cosas me lo colgué al hombro saliendo de mi cuarto. Tarareaba una canción bajo la mirada de mis primos que me acompañaron hasta que llegamos a la cabaña de Ylenia y ambas nos despedimos de Apoli.

Al día siguiente me caí de la cama por el grito que pegó Ylenia desde su habitación. Me paré y fui corriendo donde estaba ella cuando entró veo a Adonis tirado en el piso riendo y a Ylenia en su cama cubierta de hielos gritando.

—¡Adonis me las pagarás! —me acerque a la cama de Ylenia y la ayude a ponerse en pie.

—Tendrías que haber visto tu cara —Adonis continuaba en el piso riendo.

—Ustedes dos están locos —salí negando de la habitación para dejarlos pelear.

Entre al baño para tomar una ducha mientras cantaba me gusta cantar bajo el agua de la lluvia artificial. Al salir me sequé y me vestí con algo cómodo un short negro y un top rosa claro de mangas cortas. En el Olimpo tengo que usar siempre vestido porque una princesa siempre está lista para la ocasión. En la cabaña no había nadie por lo cual fui a la cafetería del campamento para desayunar. Tomé un emparedado y un café yendo a la primera mesa libre que encontré para sentarme y poder desayunar en paz. Mi paz duró poco porque divise que venía Damián hacia mi mesa.

—Hola preciosa —dejó su bandeja sobre mi mesa para sentarse a mi lado

—Hola Damián —mis mejillas tomaron un calor intenso al pensar en el beso de ayer. Una princesa no hace eso.

—No te pongas nerviosa por lo de ayer, me gustó si querías saber —me guiño un ojo coqueto.

—Está bien —mordí mi emparedado para no decir ninguna tontería.

—Somos amigos tranquila —lo observé moviendo su desayuno con su tenedor.

—¿Amigos? —moví la cuchara de mi café.

—Solo si tú quieres —sentí sus ojos sobre mí.

—Sí me parece mucho mejor así — me sentí más calmada sabiendo que somos amigos. Aun así, no podía evitar sonrojarme. Podría jurar que escuchó a mi mamá en mi cabeza diciendo que una princesa jamás se sonroja.

—Hola chicos, buenos días —apareció Helen sentándose en la mesa con su bandeja del desayuno.

—Hola buenos días Helen —saludo a la platinada con una sonrisa.

—Buenos días, enana —contestó Damián besando su frente —¿Has visto a Penny? —miró a su hermana para luego comer un poco de su desayuno.

—No, aún no es raro —contestó Helen metiendo algo de su desayuno en la boca.

—¿Por qué preguntas? —Note Penny venía hacia nosotros poniendo un dedo en sus labios para que no dijera nada.

—Le hice una broma a su novio y la dejé hablando sola anoche —Penny levantó un cubo con un contenido que no podía ver. Se posicionó detrás de Damián.

—Y pagarás por eso —Penny le tiró el contenido del balde que era pintura azul.

—¡Penny! —grito poniéndose en pie Damián la pintura choteaba por su cara.

—Aún no terminó —ella se reía rodeando su abdomen con sus brazos —¡Ahora! —grito dos chicas aparecieron de la nada con unos baldes la primera chica le tiró plumas y la otra, polvos de colores.




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