la luciérnaga a la que nunca se la apagó la luz

Capítulo 3

Luego de salir de la cafetería decidí ir un rato a la piscina pasando antes por mi apartamento para coger las cosas que necesitaba.

Desde muy pequeña me encanta la natación, en la piscina mismamente conocí a la que hoy en día sigue siendo mi mejor amiga, Laura.

Teníamos unos ocho años, y mientras yo no paraba de corretear por los al rededores y cada vez que el profesor de natación me dejaba me metía al agua para nadar, ella se quedaba en una esquina diciendo que ella no se pensaba meter en el agua.

Una Noa de ocho años se acercó a ella sonriente, y mientras yo intentaba explicarla lo guay que era nadar ella en un momento dado, cansada de mi (palabras textuales suyas) me empujó e hizo que me cayese al agua y tragase parte de esta causando que me atragantase.

El profesor de natación llamó a sus padres y todo, al día siguiente me pidió perdón en el colegio y al final acabe compartiendo las cuches que me había dado Lisa a escondidas de nuestros padres con ella.

A Laura la encantan los tatuajes, por ello está cubierta de ellos, además tiene también algún piercing. Todo el mundo siempre nos miraba como preguntándose como dos personas tan opuestas podían ser tan amigas.

La verdad ni siquiera nosotras lo comprendíamos, simplemente nos entendíamos de una manera que los demás no y eso de que alguien te comprendiese sin ni siquiera utilizar palabras era de las mejores cosas del mundo.

La tengo que llamar después.

Cuando salgo del vestuario me encuentro con la piscina prácticamente vacía, hay una clase de natación de no más de diez niños en la calle más alejada de la entrada y poco más.

Me pongo al borde del bordillo de una calle libre, me coloco las gafas correctamente y me tiro de cabeza empezando a nadar con calma para empezar a calentar.

Después de unos cuantos largos me quedo en el borde de la piscina observando a la gente.

A mi derecha, en la calle de al lado un chico de más o menos mi edad hace largos .Me fijo en que es un poco lento.

-Ya sé que soy irresistible pero disimula un poco.-Yo parpadeé varias veces volviendo a la realidad y frunciendo el ceño en dirección al chico que tenía una gran sonrisa.

- En realidad estaba observando lo lento que eres.-Suspiré volviéndome a colocar las gafas que anteriormente me había quitado para observar mejor mi alrededor.

- Sí, claro. -

-Piensa lo que quieras.-Dije al principio seria, pero después se me escapó una pequeña risilla.- Pero eres más lento que un caracol.-Dije en un susurro pero sabiendo que él me escucharía.

-Estamos en el agua pega más decir, eres más lento que una tortuga.-Contestó.

-No estamos en el mar.-Repliqué.

-También hay tortugas de río.-

-Tampoco estamos en el rio.-Dije y el rodó los ojos.

-Soy Hugo.-Me quedé un poco más del debido mirándole, analizándole, por un segundo mi mente fue al día anterior cuando yo le había dicho mi hombre a Enzo, y por una parte quise hasta contestar como él para ver la cara de Hugo. Sin embargo le observé, debido a que a mi cabeza vino la loca idea de que podía ser el mismo Hugo del que hablábamos ayer. Pero no se parece en nada a Sara, aunque no necesariamente por ser familia tendrían que parecerse.

A parte de que Hugo es un nombre muy común y sería demasiada coincidencia.

-Noa.-Contesté rápidamente cuando me di cuenta que había quedado muy raro que le estuviese observando tan detenidamente.

-¿Quieres ver quién es la tortuga más lenta?-Preguntó poniéndose las gafas que anteriormente se había quitado.

- No, gracias.-

-¿Por qué? ¿Tienes miedo a serlo tú?-

-Te voy a comprar una tortuga.-Afirmé.

- Estaría bien nunca he tenido una.-Contestó mirando al reloj colgado en la pared.- Venga, que me tengo que ir en nada.-

-De acuerdo.- Él sonrió y se puso en posición al igual que yo para empezar a nadar.

-Preparados...listos...- Y salió, cuando procesé lo que acababa de pasar nadé todo lo rápido que pude sólo para no darle el gusto de ganar. Pero aunque llegué prácticamente a su altura obviamente la ventaja que me había sacado me había impedido alcanzarle.

Él, al terminar la carrera se despidió de mí diciendo que esperaba verme otro día por aquí. Yo simplemente seguí nadando un poco más.

Nunca había visto la natación como algo más que un hobby, una vez que di las primeras clases básicas empecé a nadar por libre. A mi rollo ignorando a todos aquellos que me dijeron que era muy buena y que podía sacar provecho de ello.

Nadar también era un método de escape de mis pensamientos sobre Lisa, sobre cómo murió y lo que se podría haber hecho para evitarlo.

Pero supongo que todos podríamos haber hecho muchas cosas que no hicimos.

Empujé la puerta principal y una vez estuvo abierta di un paso dentro de la casa parándome un momento para dejar mis llaves en el cesto que se encontraba a mi derecha. Me dirigí al salón donde escuchaba voces conocidas.

Y también risas.

-¡Hola!-Grité todavía desde el pasillo. Escuché otra carcajada de mi hermana Lisa.

-¡Hola Noa!-Dijo con efusividad Lisa, una vez yo hube entrado al salón sonriendo por la escena con la que me encontré, parada ya frente al sofá donde ellos se encontraban, me quité la bufanda que traía puesta debido al frío que hacia fuera.

-¿Os pillo en mal momento?-Dije observando a mi hermana con el pelo revuelto y a su novio a su lado con una sonrisa burlona intentando aguantar una carcajada.

-Si.-Dijo suspirando.- ¡No!-En ese momento su novio no pudo aguantar y soltó una carcajada-¡No tiene gracia!-Yo también solté una carcajada en ese momento.

-Os dejo solos.-Dije todavía riéndome.

-¿Por qué no te quedas con nosotros? íbamos a ver una película.-Me dijo mi hermana.

-Sí, claro una película...-Pero mi hermana no le dejo terminar.



#7574 en Joven Adulto
#8384 en Thriller
#4834 en Misterio

En el texto hay: misterio, amor de hermanas, amistad amigos

Editado: 20.04.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.