La tentación de la novicia

꧁ CAPÍTULO 4 ꧂

—Seré tú demonio personal Clary, y te juro que te quemaré en mi infierno, ya lo verás —Miro sus labios, como deseo probarlos, pero aún no, la llevaré poco a poco.

 

Cómo llegamos a esto, simple yo quiero que ella me guíe, pero no por el camino del bien, o más bien yo quiero guiarla por el camino del placer, 《vamos Noah te estas metiendo en terreno que no debes》 me dictamina mi conciencia cómo yo lo pinto un angelito blanco sentado en mi hombro derecho, 《no le hagas caso sabes lo que se sentiría quitarle ese hábito y muchas otras cosas más》 me dice el diablito a mi lado izquierdo.

 

Sonrió.

 

—¿Qué le parece gracioso?

 

—Nada Clary, la idea de volverme tu demonio personal me gusta muchísimo —Roce la yema de mis dedos en su labio.

 

—Yo… yo no, quise yo…

 

—En realidad soy el mismo Lucifer que desea todo de ti, pero iremos paso a paso —Me apartó de ella.

 

—¡Qué! —Me hecho a reír por cómo me mira.

 

 —Descuide, la trataré muy bien Clary, pero todo dependerá de usted —Continúo caminando.

 

—¡Está loco ¿verdad?!

 

—No, estoy muy cuerdo —Al fondo se ve el convento.

 

—Iremos por aquí, no quiero que las demás novicias me vean llegar con un hombre.

 

—Y que tiene de malo, aún no ha pasado nada entre nosotros —Su rostro es de sorpresa.

 

—Y no tiene por qué pasar nada, deje de hablar incoherencia, solo no quiero que me vean con usted y punto —Creo que a alguien se le salió el cobre.

 

—No sabía que las novicias eran tan apáticas.

 

—No soy apática —Tomamos el camino estrecho hasta quedar en el corral de los cerdos.

 

—Yo creo que si estás siendo muy cruel con una oveja perdida.

 

—Que oveja ni que oveja usted dedicase a lo suyo y yo a lo mío.

 

—¿Dime que debo hacer? —Sonríe.

 

—Es simple, debe limpiar las heces de los cerdos y echarle agua, ahí hay agua.

 

—¿Y tú qué harás?

 

—Yo limpiare las heces de los caballos y echarles heno.

 

—Así que no me ayudaras.

 

—¿No puede solo? Sí se ofreció supongo que sabe que es lo que se debe hacer no es así.

 

—Te soy sincero —Me acerco a ella quedando a escasos centímetros. —No sé nada de granja, pero sí de otras cosas que muy a gusto te podría enseñar, pero por ahora creo que podría guiarme, quiero que seas mi guía y luego yo seré la tuya —Le doy una mirada de oveja descarriada.

 

Suspira.

 

—Le ayudaré, pero no se pase.

 

—No me paso solo me encanta verla nerviosa y otras cosillas que me reservare por el momento.

 

—Señor mío dame mansedumbre para lograr trabajar con este demonio, digo hombre —Sonríe, como que ya me encanta verla sonreír.

 

—La estoy escuchando, sabía.

 

—Me alegra que lo haga, empezamos —Me tiende una pala.

 

—De acuerdo —Esta me la voy a descontar.

 

Empezamos a limpiar el corral de los cochinos, hasta que a la linda monjita le da por tirar el agua y echarmela encima.

 

—Aún no tengo deseos de bañarme.

 

—Lo siento yo no quise, disculpe en verdad yo… ¿qué hace? —Empecé a desabotonar la camisa bajo su atenta mirada, y la mía estaba clavada en su rostro. —¿Qué cree que hace no debe?

 

—No voy a quedarme con esto mojado, si me resfrío usted no cuidara de mí o ¿sí?

 

—¡No!

 

—Eso pensé —Me quito la camisa.

 

—¡SANTÍSIMO QUE PECADO!

 

—No caiga en pecado Sor Clary, no se olvide quién es usted —Digo con tono seductor en su oído.

 

—Nunca olvidaré quien soy —Se aparta de mí.

 

—Estoy seguro que sí —Le sonrió.

 

—Ya sigamos, debemos seguir con lo demás que tenemos pendiente.

 

—Tú eres la que me distrae así que no me culpes —digo divertido, niega.

 

Me giro para terminar de recoger todo y botarlo, sigo barriendo y de pronto siento su mirada en mí.

 

—Hermanita Clary, es pecado lo que está haciendo —Me giro y me cruzo de brazos haciendo que mis músculos se contraigan. —Dígame, le gusta lo que ve —Niega. —Si no fuera eso entonces porqué me mira —Levantó una ceja.

 

—Yo no lo estoy mirando.

 

—No y porqué siento que me estoy quemando con su mirada.

 

—¡No es cierto!

 

—No tiene que gritar, estamos muy cerca para ello —Acortó la distancia.

 

—Aléjese de mí.

 

—¿Por qué dígame? la pongo nerviosa, sus mejillas están ruborizadas, me pregunto ¿por qué?

 

—Por favor tome su distancia, se lo pido.

 

—¿Por qué?

 

—Ya dejé de preguntarme por qué, usted es un hombre y no debería estar aquí conmigo y mucho menos así.

 

—Y qué tiene de malo que esté así, le recuerdo que usted fue la causante de esto —Me señaló y ella recorre mi dorso desnudo.

 

—Será mejor que le diga al padre que me de otra tarea, no podré con esta y menos si usted está aquí.

 

—¿Y qué tiene que yo esté aquí? Acaso despierto alguna sensación en usted hermanita Clary —Solo espero que diga que sí.

 

—Está loco, claro que no, Dios me libre de sentir algo por un demonio como usted.

 

—Si me sigues llamando demonio me convertiré en uno ya mismo y creo que no le gustará para nada —La miro serio dejando ver que mis palabras van en serio. —Y no voy a dejar que tú me dejes, no te dejaré decirle a Benjamín, que te de otra tarea y si lo haces Clary, te juro que me introduzco en tu habitación y te hago cosas que por tu cabeza jamás han pensado estamos —Traga saliva y me mira perpleja.



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En el texto hay: amor imposible, millonario, novicia

Editado: 20.04.2024

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