La Villana del Cuento

CAPÍTULO 9

Era una chica normal, vivía en California con mi hermano, estudiaba en una escuela ostentosa pero mi economía no era buena, tenía un trabajo de medio tiempo al igual que mi hermano Alessandro. Mi rutina era ir al instituto, charlar con mi mejor amiga, ir a la editorial después de clases menos el viernes y sábado, hace un mes y medio fuimos secuestrados por el jefe del mayor crímen organizado en Italia, rescatados por mi padre y sus agentes, la AGENCIA RUBÍ y ahora estoy en España con una 9mm en mis manos apuntando a la cabeza de un hombre el día de mi cumpleaños número 18, a qué es emocionante.

La adrenalina corría por mis venas mientras que mi dedo índice estaba apoyado firmemente en el gatillo de la pistola. Los hombres de Adriano Di Marco habían logrado irrumpir en la propiedad. Kira estaba con la señorita Lucía en el búnker subterráneo de la casa. Alessandro estaba junto con Damián y Leonardo estaba a unos metros de mi.

— Hola Leonardo Lenox, cuánto tiempo sin vernos las caras– Habló un chico alto, con gran porte y elegancia. Su cabello era rojo y sus ojos verdes. Se le podían notar unas pecas en su nariz y cachetes. En una mano tenía una pistola de alto calibre apuntando directamente al chico de ojos grises, su expresión era de burla, el pelirrojo mantenía una sonrisa de psicópata que hacía que se le marcaran unos hoyuelos.

— Debo decir que el sentimiento no es mutuo, Darién Di Marco.

Leonardo se colocó en frente de mi tapando mi cuerpo con el suyo no sin dejar de apuntar su arma al hijo de Di Marco.

— Que sepas que me pone muy triste tu terrible trato hacía mí. Pero ahora no tengo tiempo para tí, apártate y entrégame a Lucía y a Rubí.

¿A mí ?

— Primero mi vida antes que la suya. No pienso dejar que la vuelvan a alejar de mí ni de su padre.

¿ Qué?

— Leonardo, supera el pasado, Rubí no sabe quién eres, no te recuerda.

— Cállate maldita escoria. – Leonardo siguió apuntando con su arma a la cabeza del chico, ambos se estaban apuntando directamente a la cabeza. Pero los rubís tenemos ventaja.

— Cállate y suelta el arma – hablé firme acercándome un poco.

— ¿Esto es injusto no crees ? Dos contra uno – habló dramáticamente Darién.

— No, son tres contra uno – dije que teníamos ventaja. Damián tenía puesta su arma en la nuca del chico.

— Bueno, no me queda de otra – el chico chasqueo los dedos y en menos de cinco segundos apareció un helicóptero. Una de las puertas se abrió y se asomó un hombre con la cara cubierta y en su hombro una basuca. Esto tiene que ser una broma. – Si no me sueltan en estos momentos esa hermosa persona de allá arriba volará en mil pedazos ésa casa. No me importa morir, ya he hecho bastante y he vivido con mil lujos. Pero ¿van a sacrificar a personas inocentes?  Si mi información no falla, dentro está la señorita Lucía, la señorita Kira y el hermano de Rubí, Alessandro. Además están los sirvientes de la casa. Son personas inocentes sin ningún pecado en esta vida. ¿ Que harán ?

Leo y yo nos miramos las caras para después pasar a ver a Damián el cual asintió y bajo el arma, nosotros hicimos lo mismo pero sin dejar de verle a los ojos. El chico empezó a caminar hacía atrás para después subirse al helicóptero que acababa de aterrizar en la pista. Ahora solo Leonardo Lenox me tiene que explicar todo lo que ese idiota dijo.

— Rubí escúchame – comenzó a decir.

— Claro que voy a escucharte, así que empieza a hablar.

— Chicos, se que no debería meterme pero porque no se van a otro sitio a hablar. – Expresó Damián intentando calmar el ambiente.

— Quizás tengas razón está vez. – suspiré dándole la razón a Damián.

— Entonces, está noche, en el restaurante del centro. – dijo Leo mirando al suelo – Rubí, yo.... – no dijo nada, entregó la pistola a Damián y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón para después desaparecer dentro de la casa.
 

DAMIÁN 
 

Aparecí y les dí la información de lo ocurrido. Alessandro ayudó a la señorita Lucía a calmarse. Le ofreció un vaso de agua y la acompañó hasta su habitación. Me percaté de que Kira no paraba de mirar a Alessandro con un hermosa sonrisa. Cuánto yo no diera para que esa chica me mirara así.

— Te gusta mucho verdad – hablé viéndola a los ojos y con una hermosa sonrisa característica de mí.
— ¿Se nota tanto? – habló tímidamente para después soltar una pequeña risita nerviosa.
— Sí, pero tranquila, el es muy idiota para darse cuenta de que tus ojos color miel siempre buscan encontrarse con los suyos color verde. 
Mi corazón se oprimió a ver que el no se da cuenta de cómo lo mira.

— Chico vampiro – pronunció con detenimiento y tranquilidad – ¿ Por qué puedo notar un tono triste en tus palabras ? Cómo sí te pasará igual 
— Porque me torturé de la más hermosa manera.
— ¿ Cómo?
— Me enamoré de alguien que no puedo tener.

Kira me dedico una mirada triste.
Ojalá yo pudiera decirte tantas cosas.... Pero si te fijas en la forma en que yo te miro ya deberías saberlo todo. Kira es eso que me cuesta dejar de querer porque la empecé a querer sin querer pero aveces solo tenemos que aceptar las cosas como son y no como queremos que fueran.

RUBÍ

Ya el cielo se tornaba de un hermoso tono naranja que se iba confundiendo con el azúl oscuro de la noche donde ya se empezaban a ver esos hermosos puntitos blancos que titilaban a millones de km de distancia.

Alessandro ya estaba informado de mi cena con Leo, de todo lo ocurrido está mañana pero en su mirada había algo de tristeza pero preferí no indagar, al menos no ahora. Ya estaba lista para irme, llevaba un hermoso vestido de color rojo vino, el vestido era sexy sin caer el lo vulgar, incluso daba cierto aire de elegancia. Ese había cido el regalo de Kira por este día. Los zapatos que llevaba eran el regalo de Alessandro, mi hermano tiene un gusto exquisito. 
Antes de salir le di un beso en la mejilla a Aless el cual me regaló una sonrisa preciosa. Salí de mi habitación, bajé las escaleras, caminé hasta la puerta dónde me esperaba Leonardo, no me extraña que se vea guapo, pero porque se empeña en que hoy se vea aún mejor. Llevaba una camisa negra y un pantalón de igual color. Su cabello revuelto y sus ojos grises que me miraban de arriba a abajo con una sonrisa de medio lado. Nunca he sido una chica que se derrita por cualquier hombre pero con este chico mis piernas son como gelatinas. Pero todo lo bueno acaba, llegan a mi mente las palabras del pelirrojo " Rubí no sabe quién eres, no te recuerda". Mi expresión vuelve a ser seria y de pocos amigos. Leo camina hasta el auto seguido por mí, me abre la puerta del copiloto y subo, el hace lo mismo y prende el auto.




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