Lazos Oscuros [libro 1]

49.- Familia, amigos y enemigos

AMELIE 💥

Terminé a abrocharme los botines militares, acomodé mi cabello detrás de las orejas y observé a mi novio terminar de abrocharse su cazadora de cuero.

—Te amo— dije sin quitarle los ojos de encima.

Rainer levantó la mirada y me acunó el rostro con ambas manos. —No lo digas de esa forma.

—¿De qué forma?

—Como si estuvieras despidiéndote de mí.

Inhalé profundamente ante sus palabras, cerrando los ojos antes la calidez de su tacto.

En minutos nos enfrentaríamos a dos de los mayores tormentos que ha tenido mi familia, dos personas sin escrúpulos que son capaces de pasar por encima de cualquiera y como sea por lo que quieren; Conrad Steinfield y Eleonor Argent.

No tengo ni la menor idea de lo que pasará hoy, solo tengo claro que todos a los que quiero deben sobrevivir y que mis malditos abuelos deben caer.

Rainer besó tiernamente mi frente. —Es hora de patearles el trasero a los bastardos culpables de la maldición de tu familia, preciosa.

Sonreí. —Los enviaremos al infierno, chico ángel.

Tomé una de sus manos para ir a la puerta, pero se negó a avanzar, en vez de eso me jaló hacia él. Hizo aparecer entre nosotros una caja alargada de porcelana roja, lo miré confundida por su acción y con la mirada me dijo que viera el interior de esta. La abrí.

—Quiero que la lleves contigo, algo me dice que te será útil.

Una de las dagas que Delailah le había dejado está dentro de la caja. Su hoja; afilada y brillante parecía estar llameando ligeramente, como si pidiera a gritos ser portada por alguien.

—Tú tendrás una, mientras yo tendré la otra— apuntó al cinturón de armas que le pasó papá, en el lado derecho llevaba la otra daga, junto a unos cuchillos dobles.

Al sacar la daga, esta llameó en mi mano por unos segundos, como si de alguna forma hubiera intentado decirme que ahora estaba a mi mando y servicio.

—Nunca había tenido un arma bendecida, pero me gusta cómo se siente— metí la daga en el cinturón —. ¿Listo para esto, chico ángel?

—Si, mientras estés conmigo— entrelazó nuestros dedos para llevar el dorso de mi mano a sus labios, depositando un beso.

Con la mano libre le acaricié la mejilla. —Pase lo que pase hoy, quiero que sepas que eres lo mejor que me ha podido pasar en estos dieciocho años.

—Y tú eres lo mejor que pude haber vuelto a encontrar en la vida, Amelie Steinfield— apoyó su frente contra la mía, a pesar de nuestra diferencia de altura—.  No te dejare ir, no pienso soltarte— aseguró con voz firme.

Aspiré fuertemente su delicioso aroma antes de salir de la habitación.

Todos estabas reunimos en la entrada de la casona, pero un olor distinto pero conocido llego a mi nariz, nos estábamos solos nosotros. Para mi sorpresa había más gente con nosotros.

—Esto debe ser una maldita broma.

Los cazadores estaban aquí, el jefe de estos estaba hablando con mamá y papá mientras los otros revisaban y recargaban sus armas. Logré divisar a Lauren, la cazadorcita que estuve a punto matar.

—No lo es, corazón, necesitamos toda la ayuda posible— comentó papá al verme llegar a su lado. —Los cazadores nos ayudaran en la lucha mientras la manada rodeara el perímetro, para evitar cualquier tipo de escape de criaturas.

—¿Tío Andrew está aquí también?

—Si, al igual que toda su manada— contesto mamá. —, y también tus primos.

Benditos Dioses, los Kenner también estaban aquí, y no supe si ponerme feliz o triste de saber que también enfrentarían esta pelea con nosotros. Noté la mirada curiosa de mi chico. Rainer aun no conocía a mi familia materna, digamos que las circunstancias y los constantes viajes de tío Andrew y su familia hace difícil el vernos, a excepciones de fechas importantes como cumpleaños, navidades o año nuevo. La verdad es que extraño hablar con mis primos en persona.

Antes de cualquier otro comentario, partimos rumbo al bosque, todos habían concordado que lo mejor era mantener a los patriarcas Steinfield lejos de la ciudad, evitar que se acercaran, así que, nosotros iríamos a ellos. La nube que se había formado sobre el bosque se había vuelto más oscura y tétrica que antes, parecía que traía consigo una fuerte tormenta eléctrica. Llegamos a la planicie donde entrenábamos.

Un grupo de cazadores se aproximó. Lauren se plantó frente a mí.

—Es curioso, primero nuestra misión era evitar que tú destruyeras todos, y ahora debemos ayudarte a destruir. Que irónico.

—Quien lo diría, ¿no?

—¿Ni siquiera un gracias por ayudar o algo por estilo, intento de bruja?

La miré desafiante. —No te pedí que estuvieras aquí, chica, asi que puedes largarte si lo deseas.

Hice el mayor de mis esfuerzos para no hacer nada contra la cazadora, ya bastante problemas teníamos como para que por uno de mis impulsos también tuviéramos que enfrentarnos a los cazadores.

—Tengo cosas más importantes en las que pensar y ocuparme que de ti y tu infantil humor, Lauren.

Esta vez ella rió, y quise golpearla por eso.

—No creas que me importa lo que te pase a ti o a tu familia, supuesta bruja, he venido porque no dejare que mi familia pelee sin mi— la rubia se llevó la ballesta a los hombros—. Los cazadores siempre luchamos juntos como una familia, y para proteger a la ciudad y sus habitantes.

Mi mirada se volvió seria. —Por lo menos tenemos algo en común, cazadorcita, peleamos por quienes queremos.

La cazadora se fue junto a los suyos.

—Te controlaste bastante bien, preciosa— me felicitó el castaño. Le sonreí.

Nuestros amigos se acercaron a nosotros.

—¿Cómo se sientes, chicos? — preguntó Rainer viéndolos a todos.

—Ansiosos y nerviosas, estaremos presente en una batalla épica— comentó Cam.

—Dagda estará con nosotros— Janett llevó su mano al talismán de su cuello.




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