Ligera y agridulce

Nada nuevo bajo el sol: Capítulo 10

 

Hotaru no volvió a escuchar a Miu lamentarse por la situación de sus padres, alegrándose al suponer que tal vez las cosas se estuviesen arreglando. Los últimos días la había visto salir del salón a la hora del descanso con Yukari. No la invitaron a almorzar, pero al menos así podría pasar más tiempo en su jardín.

 

Esa tarde cargó su bolsa de almuerzo y se acercó a Yukari, quien esta vez había quedado sola.

 

- Miu tenía prisa…- musitó a su lado.

- dejémosla en paz- ordenó con su seriedad característica.

- ¿no van almorzar?

- creo que hoy lo hará con alguien más- dirigió la mirada al lugar vacío de Ryo- no te preocupes por ella, probablemente no te necesite en un largo tiempo- murmuró con cierto aire malicioso.

 

Hotaru pestañeó un par de veces procesando sus palabras.

 

- Cielos- suspiró- no me digas que no lo habías notado.

-…pero…no ha dicho nada…

- ya no deberías entrometerte.

-…claro- apretó los labios, sintiendo como por una milésima de segundo su corazón se detenía.

-Eres muy inocente- la vio tomar el último sorbo de su botella de jugo y ponerse de pie- disfruta tu libertad.

 

Quiso sonreír, pero los músculos de su cara se lo impidieron. Sabía que debía sentirse bien por ella, pero otro tipo de pensamientos nubló su mente.

 

Con una sensación extraña en el pecho se caminó a su jardín en busca de aire fresco, había perdido el apetito por lo que sólo compró un jugo en una máquina de refrescos, dio un primer sorbo descubriendo que su garganta también estaba apretada.  

 

Pensativa, se disponía a doblar en la esquina de unos de los edificios cuando un chico que corría en la dirección opuesta la empujó haciéndole verter el jugo de naranja sobre el uniforme.

 

-...Lo siento mucho- se disculpó, sorprendido- ¿estás bien?

- ¡sólo ten más cuidado!- exclamó con su peor expresión. Aunque en el fondo estaba a punto de llorar. El chico hizo una extraña mueca y se alejó.  

 

Por suerte el baño más próximo estaba vacío. Se miró al espejo, ciertamente Miu era mil veces más linda que ella, quien tenía la piel más morena y pesaba al menos el doble. Aunque claro, tenía que sentirse bien por ella.  

 

Cuando una voz conocida la devolvió a la realidad, levantó la mirada y apretó la mandíbula, avergonzada.

 

-...Hola- intentó sonreír, pero el nudo en la garganta se lo impidió.

-¿estás bien?

-...es sólo- indicó su blusa.

-...no creo que eso salga con jabón.

 

Suspiró resignada.

 

-tendré que quedarme así hasta la salida…supongo.

-...tal vez tengo algo que te ayude en mi casillero.

 

Caminó con Umi hasta la entrada de los casilleros, y aunque se esforzó en su búsqueda no obtuvo resultados.  

 

-Descuida, se secará- se obligó a sonreír.

 

En ese momento vieron acercarse a su rubio amigo. Antes de que pudiera llegar hasta ellas Umi lo alcanzó.

 

-Por qué habría de tener detergente- sonrió.

-ve en la lavandería por favor- indicando la blusa de Hotaru

- de verdad, estoy bien, no se preocupen- insistió avergonzada ante la mirada curiosa de él.  

- bien, veré que puedo hacer.

 

Y aunque Hotaru le comentó lo ocurrido Umi parecía no comprender por completo su intensa frustración. En pocos minutos el chico regresó con un sobre de blanqueador.

 

- es todo lo que encontré.

- con esto estará bien.

-gracias – musitó casi con un susurró.

 

- En primera instancia no lo parece, pero Hero es amable- suspiró conmovida ayudándole con la mancha.

 

Secretamente Hotaru se sorprendió, ya que no había visto antes en ella una actitud tan complaciente.

 

- …¿ustedes…son cercanos?- se atrevió a preguntar.

- bueno- sonrió con un ligero rubor- nos conocemos desde primaria.

 

Hotaru sonrió, de seguro era de esas amistades que sólo había visto en telenovelas.

 

-eso debe ser...genial.

-Hiroki es mi mejor amigo…

 

También hubiese deseado tener a alguien con ese nivel de complicidad. Y aunque quería saber más, no tuvo el valor de seguir interrogándola.

 

-…¿Ya te sientes mejor?- musitó Umi tras unos segundos de silencio.

Asintió con un suspiro.

 

-…bueno- pareció dudar- tenías muy mala cara…

 

Bajó la mirada, otra vez apenada, y de haber tenido la confianza suficiente se habría echado a llorar en sus brazos.

 

 

 

A penas las clases terminaron vio a Miu escapar con una rapidez que le impidió si quiera despedirse, en segundos Ryo salió más atrás. No cabía duda.

 

Cuando ya no quedaba nadie más fue su turno, quería estar sola así que no dudó en dirigirse a su jardín.

 

La tranquilidad del lugar era perfecta para intentar escuchar y entender sus pensamientos. Se recostó en el césped. Si tan solo fuese más guapa o más amable probablemente también podría llamar la atención de alguien. Por un momento deseó estar en la posición de Miu, pero jamás podría tener la determinación que la caracterizaban, y de alguna forma, su cobardía y falta de habilidades sociales comenzaban a pasarle la cuenta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Debió asumir que en mucho tiempo, como había dicho Yukari, no estaría en los intereses de Miu, así que esta vez siquiera se dio el trabajo de mirar si ella o Ryo continuaban en sus asientos a la hora del descanso.

 

Tomó su almuerzo y salió al patio. Se había levantado más temprano, y aprovechando que Anne seguía trabajando en su turno de noche preparó un almuerzo para Keiji, que al parecer tenía problemas más importantes. Hace unos días se había mudado al instituto, y aunque al menos ella lo considerara una persona amable y en extremo sociable, tenía ciertas dificultades para adaptarse.  




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