Ligera y agridulce

Las cosas que dejé por ti: Capítulo 3

Tras varias semanas en casa se levantó temprano, los primeros días siempre solían ponerla ansiosa. Caminó al instituto observando su sombra, tan larga y esbelta que no pudo quitarle la vista durante un par de cuadras, pero al divisar su silueta en el reflejo de una vitrina notó que seguía luciendo como siempre, en algún momento de esas semanas se había hecho costumbre intentar encontrar alguna mejora en su imagen, aunque sospechaba que por largo tiempo seguiría desilusiona. Ahora que volvería al instituto no estaba segura si podría mantener su rutina, debía asegurarse en consumir las calorías suficientes para al menos no dormirse en clases.

 

En el salón Miu se le acercó aludiendo a lo agradable de su nueva apariencia, al parecer la única en notarlo. Ella también lucía mucho más animada, de seguro porque ya todos estaban enterados que salía con Shun Matsumoto, por suerte no mencionó el trabajo o se hubiese sentido en extremo avergonzada. Sería una suerte que pudiesen seguir juntas un nuevo semestre, mencionó antes de alejarse hacia Yukari.

 

Cuando vio entrar a Ryo simuló fijar su atención en la pantalla de su celular y la lista de música que seguía reproduciéndose a través de sus audífonos, rogando en que nadie más notara que se había ruborizado, al menos para él ya sabía que era invisible, y en cierto modo, fue un alivio.

 

Durante el almuerzo encontró a Keiji en su jardín. Fue agradable ver otra vez su cabello pelirrojo y su cara salpicada de pecas haciendo esos divertidos gestos mientras se quejaba de sus hermanas, que por supuesto no desaprovecharon oportunidad para explotarlo.

 

- Así que siquiera pude descansar- suspiró con dramatismo.

- al menos te llevaron a la playa- respondió curiosa- yo sólo estuve haciendo las tareas de la casa.

- la próxima vez podríamos hacer un paseo a la playa- sonrió- podríamos ir con mis hermanas.

 

Ella se imaginó la situación, ahora avergonzada.

 

- preferiría que sólo fuéramos nosotros- agregó, haciendo que Keiji la mirara con cierta suspicacia-¡No me refería a sólo nosotros dos!- se retractó, sintiendo que se ruborizaba.

- claro que sé que quieres pasar muchos días juntos – bromeó despeinándola.

 

 

Antes que la última clase finalizara Umi le envió un mensaje, dado que las actividades de los clubes no empezaban hasta la próxima semana se reunieron en la salida. Por suerte su amiga no hizo comentarios respecto a su apariencia, ella por su parte lucía más enérgica, de seguro porque había disfrutado las vacaciones junto a su novio.

 

De camino al centro comercial buscando un lugar donde comer Umi mencionó que debido que uno de los chicos de la banda había dejado el instituto estaban en busca de nuevos integrantes, por un segundo ella pensó con cierto placer en la persona indicada, pero antes que pudiese decir algo su amiga tomó la palabra, haciendo alusión a que sólo había ordenado un vaso de bebida.

 

- No tengo tanta hambre- se excusó- además debo comer algo con mamá en la cena.

 

Sintió que los ojos de Umi la observaban con curiosidad.

 

- Entonces han mejorado las cosas entre ustedes- respondió su amiga, que ya la había oído quejarse antes.

- supongo…sólo desearía poder pasar un poco más de tiempo con ella.

 

Umi se quedó pensativa, tomó un sorbo de su té helado.

 

- Más bien creo que deberías conocer nuevas personas- suspiró, volviendo a tener nuevamente su completa atención- tal vez te suene un poco tonto, pero podrías hacer nuevos amigos.

 

Se sintió ruborizar.

 

- sabes que no soy buena interactuando con otras personas…menos si es un hombre.

- entonces al menos dale una oportunidad de Keiji-musitó.

-…¿a Keiji?...pero…nosotros ya somos amigos…

 

 

 

A pesar del esfuerzo al llegar a casa debió correr al refrigerador, era tarde y apenas había comido, tal vez era tiempo de una retribución, su estómago rugía enfadado, y el vacío en el abdomen ahora parecía infinito.  

 

Comió un par de golosinas antes de preparar la cena, sopa de miso y okonomiyaki. Se sirvió una exuberante porción y tras lavar sus platos se acostó en el sillón con una revista que indicaba poseer los mejores consejos para lucir perfecta en esta nueva temporada.

 

Hojeó un par de páginas, y ahí estaban otra vez esas lindas chicas con cuerpos tan perfectos que la comida, aun tibia en su estómago, se transformó rápidamente en frustración y culpa.

 

Se fue al baño y juzgó a la Hotaru al otro lado del espejo, había muchas zonas de su cuerpo de las que hubiese deseado deshacerse. No entendía cómo esas chicas podían llevar una vida normal y al mismo tiempo ser tan delgadas.

 

El agua de la bañera estaba tan agradable que en poco rato dejó pasar esos pensamientos casi autodestructivos, consolándose en que al menos podía seguir en la misma clase que Ryo, no importaba si sería un nuevo semestre sin hablarle. Además había visto a sus amigos, a pesar de las palabras de Umi, no necesitaba a nadie más que a ellos para sentirse acompañada.

 

Sin saber cuánto tiempo llevaba en el agua, la voz de Anne la sacó de sus pensamientos. Contraria a lo que deseaba se salió en instantes…esa noche la pesa marcó 49 kilos…

 

- Hice sopa de miso – llegó a la cocina envuelta con una bata y una toalla alrededor del cuello.

 

La sonrisa de su madre esa noche era tan amplia que, aun consciente de cuánto amaba sus preparaciones, supuso que debía ser otra la causa. 

 

 -…Luces feliz…- agregó sin detenerse a medir su curiosidad.

 

 Anne libero su castaño cabello de esa coleta que siempre llevaba y suspiró manteniendo la sonrisa.




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