Ligera y agridulce

Las cosas que dejé por ti: Capítulo 11

Anne se alegraba de descubrir que Tomoki comenzaba a pasar menos tiempo durmiendo y más viendo su celular o alguna de las revistas de deportes que su padre le llevaba, o incluso hablando con algunos de sus compañeros de habitación. Al parecer su consejo no había sido del todo errado.

Sabía que le gustaba demostrar que era independiente y determinado, y gracias a la terapia, estaba con energías y buena disposición, así que esa tarde le ofreció dar un paseo, quiso acercarle una silla de ruedas, pero él levantándose de la cama insistió en que podía caminar por su cuenta.  

Por suerte la herida de su pierna ya estaba cicatrizada y las curaciones ya no eran necesarias, aunque sí debía ayudarlo con masajes para lograr que en un futuro no fuese tan notoria, al menos ahora no la odiaba por hacerlo sentir dolor.

Avanzaron por el pasillo en silencio dejándolo dar su máximo esfuerzo, los músculos de sus brazos y piernas estaban volviendo a un tono normal, y a pesar de ser delgado ya lucía un poco más como alguien chico de su edad. Tras caminar suficientes pasos, se vio obligado a pedir ayuda.

Lo miró de reojos hasta que dejó de jadear.

- Me preguntaba si practicabas algún deporte en el instituto, tus brazos lucen fuertes a pesar que has perdido masa muscular.

Tomoki pareció pensativo, se apoyó en el borde de una ventana.

-…estaba en el equipo de voleibol…aunque siempre quise intentar con el basquetbol- murmuró- mamá decía que no era lo suficientemente alto para que me eligieran, supongo que por eso me resigné.

- aun sí tú crees que tienes opciones deberías intentarlo- sonrió.

- …tú eres más positiva- suspiró cabizbajo.

Anne, se mantuvo sonriente, pensando en que lo menos que podía seguir haciendo era darle confianza.

Elongando los brazos miró hacia una de las salas, un chico que pasaba en silla de ruedas, sin cabello y con una mascarilla, la saludó amable. Tomokí lo miró extrañado.

- Fue mi paciente cuando trabajé en el servicio de pediatría- suspiró compasiva- tiene doce años y ha estado hospitalizándose desde los nueve para su tratamiento contra la leucemia.

-¿leucemia?...

-aún así eso no le asegura una vida hasta la adultez...

Se quedó cabizbajo.

-...no soportaría vivir así...

-aun sabiendo eso de lo único que está seguro es que no puede rendirse.

-...supongo que es...admirable.

Anne sonrió, quiso apoyar una mano sobre su hombro, decirle que él también en su situación estaba siendo muy valiente, que lo admiraba, pero se contuvo.

Tomaron el ascensor hasta la azotea en busca de aire fresco, donde se quedaron hasta que el sol se escondió en el horizonte. No volvieron a hablar esa tarde, pero Anne se sorprendió que al despedirse al terminar el turno, él, por primera vez, también respondiera con el mismo ánimo que sus compañeros.

Camino a su casillero miró su celular buscando el contacto de Seichiro, después de varios minutos de dudas se atrevió a enviar un mensaje, era él quien solía hablar primero, y ahora lo más satisfactorio fue que le diera una respuesta en muy pocos minutos.

Se reunieron en la cafetería donde él agradeció una vez más por las noticias que le enviaba a diario, Anne descubrió que lo que quería decir no era nada que no pudiese hacer por teléfono, pero ver su expresión amable le provocó una tranquilidad que no se pudo explicar. Tal vez era por sus ojos, bastante similares a los de Tomoki, o sus gestos tranquilos y suaves, con cierto aire protector. Por un segundo recordó avergonzada esa vez en que la había tomado de la muñeca.

Pidieron un segundo café a pesar del horario, momento en que él aprovechó de mencionar que había una cafetería cercana donde también podrían reunirse. No debió haber aceptado tan a la ligera la invitación de un hombre recientemente viudo.

 

 

 

 

 

 

Como ya acostumbraba Keiji se levantó a entrenar incluso antes que el sol iluminara el cielo. Trotando daba al menos diez vueltas a las millas del campus, con facilidad estaba rompiendo su propia marca de velocidad, pero casi comenzaba a volverse molesto no tener con quien competir.

-…Supe que eras uno de los más rápidos del equipo de atletismo- dijo esa mañana quitándose la chaqueta del buzo al ver a su compañero ya preparándose para ir a clases- si no vas hacer nada por tu vida deberías al menos intentar recuperar tu posición.

Ryo lo miró de reojos, acababa de tragar su desayuno.

- Aunque de todas formas, estoy seguro que si sigo entrenando lograré ser el más rápido del instituto- sonrió con malicia.  

¿Qué acaso intentaba provocarlo?

 

 

 

 

 

Esa tarde, habiendo encontrado a Umi en los vestidores, exhausta Hotaru se dirigió a las máquinas expendedoras por una bebida, no había comido nada contundente durante el día por lo que hidratarse era lo mínimo.

 

Antes que pudiese salir del instituto un sonriente Keiji se interpuso en su camino. Ella levantó la mirada y se encogió de hombros cuando mencionó la “estimulante” invitación para ir a componer las cuerdas de su raqueta. Aun así era una de esas tardes en que caminar vendría bien si tenía a alguien agradable con quien hacerlo, así que lo siguió a la salida, donde Keiji entusiasta inició una especie de monólogo respecto a sus entrenamientos matutinos, era impresionante que tuviese tanta energía.  

 

El viendo fresco, procurando la llegada del invierno le desordenó el cabello con su pasada. Un poco más silenciosa de lo común, seguía a su amigo casi al lado, poniendo más atención a su bebida que a los obstáculos del camino.

 

- Ahora que he estado entrenando cada mañana creo que he mejorado mi resistencia – sonrió- creo que mis músculos están mucho más fuertes también.

 

De todas formas ella creía que ya era lo suficientemente fuerte.




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