Los príncipes cautivos

Capítulo 4: Una cena incómoda

Mi padre dispuso que trabajara en la construcción de la escuela el resto de la semana. Para cuando llegó el fin de semana yo ya no aguantaba el cuerpo, mis músculos estaban destrozados. Yo estaba acostumbrado a ejercitarme luchando a espada o puliendo mis habilidades pugilísticas con Elio, pero cargar bultos y ladrillos era algo totalmente nuevo y mis músculos lo habían resentido. Me sentía molido de pies a cabeza y lo único que anhelaba era un descanso. Mi deseo para estos días era permanecer en cama y mirar a la nada. Cuando Tryx trajo un mensaje de Elio para invitarme a encontrarlo en nuestra taberna favorita, solo tuve energía para estrujar la nota entre mis manos y dejarla caer. No iba a ir a ningún lado esta noche.

—¡Oh, cielo, pero mira nada más ese brazo! ¿Qué sucedió? —preguntó mi madre preocupada desde el umbral de mi puerta antes de apresurarse a mi lado pues había notado el corte en mi antebrazo.

La realidad era que la herida había sido culpa mía por no prestarle atención a las instrucciones de Kyn. Sin deseos de dar explicaciones, metí el brazo debajo de la cobija. La reina tomó asiento a mi lado y descubrió la herida para examinarla con mucho cuidado.

—Madre, estoy bien, solo quiero dormir —logré decir con voz amodorrada.

Mi madre ignoró mis deseos y le pidió a Tryx que trajera el material de curación para atender la herida. El duende se apresuró a complacer a la reina. Toda la modorra que sentía se esfumó en el momento que sentí el alcohol sobre mi piel. Apreté la quijada para soportar el ardor mientras la reina desinfectaba la herida. Además del cansancio y el dolor muscular, ahora le sumaba esto.

—No me gusta verte así, cielo. Lamento que tu padre esté siendo tan severo contigo, pero espero que te sirva la lección para enmendarte —observó mi madre al tiempo que vendaba mi brazo.

—¿Por qué no le agrado al rey? —le pregunté mientras la observaba.

Mi madre levantó las cejas con sorpresa ante la pregunta.

—Alexor, ¡qué cosas dices! Tu padre te ama más que nada en el mundo —respondió al instante.

—Me ama porque biológicamente está obligado a hacerlo, pero eso no significa que le caigo bien. Cuando los gemelos hacen bromas, es el primero en reírse, cada vez que Odette tiene algo que decir, se apresura a prestarle toda su atención; pero conmigo no es así, parece como si todo lo que hago le molestara…

—Te equivocas, cielo. No tienes idea de lo preciado que eres para él. Yo sé que a veces es duro contigo, pero tu padre solo quiere que seas la mejor versión de ti mismo. Tus hermanos nunca van a ser reyes, ni tienen la responsabilidad de la sangre primera, es por eso que a ellos no les exige tanto como a ti, no es porque no le agrades. Yo conozco a tu padre como ninguna otra persona y sé lo mucho que te ama. No debes dudar de su cariño ni un instante.

Desvié la mirada y me encogí de hombros. No había sentido en seguir hablando del tema, mi madre estaba cegada por su amor a mi padre y, además, hablar no cambiaría las cosas.

—¿Ya puedo seguir durmiendo? —pregunté para hacerle saber que quería estar solo.

—Me temo que no. Dafne nos ha invitado a cenar a su hogar esta noche, tu padre desea que todos asistamos, eso te incluye a ti —me informó la reina con una sonrisa de disculpa.

—Debes estar bromeando —dije antes de enterrar la cabeza en la almohada.

—Salimos en quince minutos, será mejor que te alistes o harás que nos retrasemos. Los Muller también estarán ahí —me indicó antes de levantarse y salir de la habitación.

Dafne era una persona muy querida para nuestra familia, de niña se había quedado huérfana y mis padres la habían criado como si fuera su hija. Toda mi infancia crecí con ella hasta que, hace algunos años, contrajo matrimonio con Andre Muller, el hermano mayor de Vanessa. Ahora constantemente organizaba cenas con nosotros y sus suegros, lo cual normalmente no era ningún problema, pero justo ahora que necesitaba mantener distancia de Vanessa resultaba muy inconveniente. ¿Por qué mi padre insistía en llevarme a una cena que incluía a los Muller después del episodio de mi cumpleaños? Lo único que se me ocurría era que se trataba de una prueba para ver si la semana de trabajos forzados me había enseñado una lección o no. Vaya que el rey era astuto.

A regañadientes me di un baño y me puse ropa limpia. Tryx tuvo que ayudarme pues a cada paso me dolían las piernas. Arreglarme era una agonía, sentía dolor en músculos que ni siquiera sabía que tenía. Una vez que estuve listo, como pude caminé hacia el recibidor en donde mi familia ya se encontraba esperándome.

—¡Mira nada más quién viene ahí! ¡Nuestro obrero favorito! —exclamó Gregor en tono de burla.

Connor soltó la risotada. Tenía toda la semana que no los veía, debía de haber previsto que sería blanco de sus burlas.

—Oye, tengo algunas ideas para remodelar mi habitación. Tal vez pueda contratar tus servicios para la siguiente semana —dijo Connor sin dejar de reír.

—Son unos bobos —se quejó Odette mirándolos con desaprobación.

—No, no, yo lo voy a contratar para que construya el gazebo que queremos en el jardín —indicó Gregor ignorando el comentario de Odette y provocando que Connor riera de nuevo.

—Ya basta los dos, dejen a Alexor en paz —les advirtió mi padre.



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En el texto hay: matrimonio, magia, realeza

Editado: 28.11.2021

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