Los sonidos del amor

Capítulo 1

Natalie

-Prométeme que te comportaras esta tarde cuando te presenten al doctor Alexander, -bromeó karen mientras sacaba unas placas de Petri de la incubadora de microbiología-. Nada de mordiscos, arañazos ni patadas.

Le di la espalda a la ventana y el edificio de oficinas que se ve através de mi.

-Acaso supone mí humilde ayudante que tengo algún prejuicio contra ese buen doctor? - Preguntó fingiendo horrorizar me.

-No, no lo supongo - contestó karen- Constato un hecho.

Me encogí de hombros y me dejé caer en la silla, ante el microscopio.

«Prejuicio» es una palabra muy fea. Que tal...? Cerrazón mental? Intolerancia?

Reí ante las ocurrencias de mi asistente.

Yo iba a decir cautela. A diferencia de otros por aqui, yo no estoy dispuesta a extender una alfombra roja para recibir a Estefan Alexander hasta comprobar que se lo merece. No te importaría asistir a la fiesta de bienvenida en mi lugar? - por favor, la mire haciendo pucheros y ojitos para convencerla.

Karen negó con la cabeza.

-Jim te escogió a ti para representar al laboratorio de microbiología. El honor es todo tuyo.

-Recuérdame que anote «falta de cooperacion» en el próximo informe que redacté sobre ti. -Comente en tono de broma.

Ten por seguro que lo hare, dijo karen conteniendo la risa.

Sonreí al escuchar el tono desenfadado de ella. A pesar de la relación de supervisora- subalterna que había ente nosotras, Karen se había convertido en una buena amiga en los años que llevaba trabajando en este puesto. Apreciaba la sencillez y la sinceridad de karen y lo agradecia después de pasar toda una vida escuchando a mi familia y supuestos "amigos" decir lo que pensaban que queria oir.

Anoté algo en un formulario, he introduje otras muestras en el microscopio. -Suspire.

-No se me va hacer fácil recibirlo de brazos abiertos.

-No lo hagas y punto. Saludado. Dile que estas encantada de conocerlo, o cualquiera de esas frases vacías, y piérdete entre los otros invitados. El doctor Alexander estará tan ocupado con tantas caras nuevas que nisiquiera notará tu ausencia.

Me tranquilice al escuchar su comentario, pero presentía que no iba ser tan fácil. 

-Me sigue irritando el pensar que en administración hayan decidido desviar los fondos para la remodelación de nuestro departamento a la nueva oficinal del doctor Alexander.

Karen fingió secarse el sudor de la frente.

-Que alivio! Solo estas irritada y no furiosa. Si mal no lo recuerdo, rompiste una de las pocas banquetas de madera que nos quedan cuando te enteraste de eso.

No fue culpa mia que ese trasto viejo se rompiese justo cuando lo estaba cambiando de sitio,- protesté haciendo cara de inocente. - Sustituí una vez mas la muestra por otra en el microscopio. Si los que reparten el dinero hubieran cumplido sus promesas hubiéramos podido comprar tres buenas banquetas hace meses -argumente.

-Paciencia... paciencia querida jefecita.- Ya conseguiremos que nos remodelen este agujero.

-Y antes de lo que piensan -complete.

Levante la vista y la mire por encima de la montura de mis gafas.

- Qué quieres decir?

No pude reprimir una sonrisa de satisfacción. He visto la orden de compra de nuestro nuevo analizador. ¿Y donde vamos a colocarlo si no reformamos esta sala? Esta abarrotada de cosas y aun falta el equipo automático.

En la boca de karen apareció una enorme sonrisa.

-No se me había ocurrido. Supongo que ahí es donde se nota que tu eres la jefa y yo la ayudante.

-Hay días que me encantaría intercambiar puestos y sin dudarlo hoy es uno de ellos. Ahora enserio, estas segura que no quieres ir a la fiesta?

Seguirisisima. Sé cuánto te gusta hacer vida social y jamas te privaria de esta oportunidad.

-Está bien...

Odiaba con toda mi alma las fiestas relacionadas con el trabajo y huía de ellas como la peste. Ya sabia cual era el juego entre los invitados y me repugnaba ver que los ascensos dependían mas de los favores mutuos y los acuerdos encubiertos que del talento.

-Ya sabes, no me molesta que le hayan dado al doctor Alexander una oficina nueva: Rocky Hill necesita mas médicos y St. Mark's tiene que atraerlos de alguna manera, pero me gustaría que el departamento de relaciones públicas no le ofreciese a los nuevos médicos todo lo imaginable y luego sacar el dinero de otros departamentos para cumplir sus promesas. Y, a pesar de todo eso. Los médicos siguen sin quedarse. Sin embargo, no me há molestado nada ver irse a los matasanos.

-Bill Burns, el encargado de reclutamiento, se fija más en la cantidad que en la calidad - admitió Karen-. Pero puede que el doctor Alexander nos de una sorpresa. El nuevo internista viene de la Universidad de Colorado, y muy bien recomendado.

Solte un grito apenas escuche eso, mi cara en este momento es total confusión. ¿De la Universidad de Colorado? ¿Por qué no me había enterado antes de eso? Una señal de alarma se encendió en mi mente. ¿Conocería el nuevo médico a mi padre? Si era así....

Pase mi mano por la frente sin importarme los guantes esterilizados que llevaba puestos.

«Es imposible», pense. Mi padre estaba especializado en ortopedia y Estefan Alexander en medicina interna. Y esas dos áreas estaban muy alejadas. Ninguno de los dos podía conocer al otro.

La lógica de aquel pensamiento apenas pudo tranquilizarme y el nivel de adrenalina bajó hasta lo normal.

Según dicen los rumores, Bill considera todo un éxito el haberlo contratado. El doctor Alexander había pensado aceptar un puesto en Benchwood y finalmente cambió de opinión.

-¿En Benchwood Springs? ¿Ese hombre si que está loco há renunciado a un puesto en la mejor zona de esquí para venir a trabajar a esta llanura polvorienta? Creía que habías dicho que era inteligente - comenté con sarcasmo.

-Quizá no le guste la montaña. O le den miedo las alturas. Argumentó karen.




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