Miedo a la venganza [1º parte]

Capítulo 15

Mónica

Oliver me había dejado y no sabía a quién acudir. Intenté ir a la residencia para ver a Isy, pero no estaba. Me resultó muy raro que Ashley no estuviera, pero era la última persona a la que acudiría. Dash dijo que estaba en casa de sus primos y Logan directamente me estaba ignorando. Así que decidí irme a su casa.

A mí no me ignoraba nadie. Y nadie es nadie.

Fui directa a casa de Logan. Iba pensando en qué coño le iba a decir. Puede ser que me encontrase con Oliver, entonces mi decisión me hizo dudar.

Bah, no importa.

Llamé a la puerta y tardó en abrirme.

—¿Qué haces aquí?—preguntó serio.

—Necesito consuelo.

—Sabes que no soy bueno en eso.

—Vamos, Logan.

Le suplicaba con la mirada que me hiciera compañía. La verdad que la necesitaba.

Me dejó pasar y fui directa al sofá.

—¿Quieres algo?—repitió.

—Estoy mal, ¿vale? No sabía a dónde ir.

—Oliver está jodido. Le has jodido, Mónica.

—Sabes que es muy exagerado.

—Si vas a decir esas cosas de mi amigo ahí está la puerta.

—Vamos, Logan. Oliver siempre ha sido un dramático.

—Vete.

—A mi no me echa nadie, me voy yo.

—Sí, vete, pero sabes que no tienes dónde ir—Ashley se apoyó en el marco de la puerta de la cocina. Me di la vuelta. Llevaba una camiseta de Logan y tenía una sonrisa de satisfacción.

—¿Perdona? Yo tengo muchos amigos.

—Claro, ¿el amigo invisible cuenta?

—Eres una perra.

—Y tú una puta que no sabe dónde caerse muerta porque le ha dejado el novio. A ver si te das cuenta un día de que caes mal a la gente. Tratas mal a las personas y por eso no tienes amigos—dijo con naturalidad, se mostró indiferente, como si no hubiese dicho nada.

—Te vas a enterar.

—¿Estás segura de que quieres amenazarme?

—Vete por ahí.

—Por ahí te vas tú.

Me cabreé de tal manera que tuve que irme sin decir nada por no matarla. Dejando que me ganara.

Ashley

No me arrepentía de las palabras que le solté. Estaba hasta el mismísimo de aguantar sus estupideces de niña caprichosa, que solo importa ella en el mundo, que el mundo gira alrededor de ella. Pues no me dio la gana y tuve agallas de enfrentarme.

—Te has venido arriba, ¿eh?—Logan se puso de pie mientras me miraba con cara de estar contento o algo así—Gracias por sacarla de mi casa.

—No hay de que.

Un silencio incómodo se formó.

Debería irme ya. He estado aquí dos días y debería ir a mi casa, ha sido suficiente tiempo.

Pero claro, ¿con qué ropa iba a ir?

Todo eran problemas, se formaban en bucle.

—Debería volver a mi casa.

—Bien—solo dijo eso.

—Bueno, te devolveré la camiseta.

—Da igual, quédatela.

—Gracias por todo.

—No es nada. Cuando te recuperes seguiremos, ¿vale?

Claro que se me había olvidado eso, y él no se lo sacaba de la cabeza.

—Adiós.

—Adiós—me despedí y fui medio corriendo descalza y medio desnuda a mi cuarto.

Cuando llegué me di cuenta de que no tenía llaves. Llamé a la puerta para ver si estaba Isa, pero no estaba. ¿Cómo entro yo ahora?

Debajo del felpudo siempre dejaba una horquilla por si pasaba esto. Di gracias al mundo o a lo que fuese por regresar a mi casa.

***

Inspectora

—¿Me estás vacilando?

—¿Tengo cara de hacerlo?—le respondí a mi jefe.

—Esto es el principio de un chiste malo. ¡Encontrar a la persona correcta y meterla entre rejas!

—Las posibilidades de que esté muerta son del noventa y cinco por ciento.

—¡Pues os agarráis a lo que queda! ¡Encontrarla! ¡Me da igual viva o muerta! ¡Pero encontrarla!

—Los agentes están peinando la zona de Carolina del Norte.

—Que pregunten a todo el mundo.

—Eso hacen.

—Buscarla. Y si está debajo de la tierra, caváis un hoyo.

—Como diga.

***

Me encargué personalmente de ir a preguntar por la zona más conocida de allí: el centro.

Por el centro había una universidad muy famosa y decidí preguntar allí. Esa chica tendrá unos dieciocho años, puede que rondara por allí.

Pregunté a un par de estudiantes, pero no reconocieron a la chica de la foto que llevaba.

Encontré a un chico rubio y le pregunté.

—Lo siento, no la conozco.

—Si se te ilumina la mente y la reconocieras, llámame a este número—le di una tarjeta con mi número de teléfono.

Pregunté a casi todos los estudiantes, pero no la conocían.

Fracaso total.

Una chica estaba sentada en el césped con sus deberes. Era mi última esperanza.

—Policía.

—¡Yo no he hecho nada!—se asustó y dio un salto hasta ponerse de pie.

—Venía a ver si conocías a esta chica—le tendí la foto y la analizó.

—Esta es la chica de la tele, ¿no?

—Sí. ¿La conoces?

—No, lo siento.

—Si tienes algo, llámame—gasté mi última tarjeta y me fui con las manos vacías (y sin más tarjetas).

Iba a subirme al coche, pero una chica me llamó.

—¿Qué quieres? Tengo mucho trabajo que hacer.

—Creo que sé a quién están buscando.

—Déjalo, si nadie la conoce.

—Yo sí.

Dash

Fui a casa de Ashley para ver si estaba. Se había ido sin decirme nada y eso me entristecía. Se supone que es mi amiga, los amigos se dicen las cosas.

Llamé a su puerta y esperé un rato. Ashley estaba en pijama, con gafas en la cabeza.

—¡Vaya! Hola.

—Por fin me dices algo. He estado sin saber de ti por un montón de tiempo.

Resopló y se echó a un lado para dejarme pasar.

—Lo siento.

—No ve vuelvas a hacer eso.

—No me volveré a ir sin decir nada, lo prometo.



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En el texto hay: misterio, secretos, amor

Editado: 15.10.2022

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