Si tan solo hubiera sido yo

Capítulo 41

El ruido de una gota de agua cayendo en un balde fue el ruido que la despertó. Pero sus ojos no pudieron ver nada, la oscuridad se arrojó sobre ella haciéndola entrar en pánico. Tensó su cuerpo y no pudo evitar recoger las piernas ante el dolor de estar acostada sobre un duro y frio piso. Notó que le han atado las manos a su espalda, y también sus piernas que están atadas por fuertes cuerdas que le provocan dolorosos calambres.

—Veo que ya has despertado, eso es bueno, pensaba que tenía que hundir tu cabeza en el agua para hacerte reaccionar, mi paciencia se estaba agotando —la voz poco amable de un hombre llegó a sus oídos.

No pudo reconocer aquel tonó irónico, ni entender la razón de que alguien le hiciera esto. No tiene enemigos, ni tampoco dinero para un rescate. Confundida se mordió los labios conteniendo sus palabras sin saber cuan peligrosa podía ser está situación.

—Algo me fue quitado, algo muy valioso, un perro traidor que ahora debe andar moviéndole la cola a su nuevo amo. Pero recordé que ese perro quiso una vez protegerte ¿Qué dirá esa criatura miserable si se entera que estás en mis manos?

Esas palabras solo la confundieron aun más, con los ojos bien cubierto ni siquiera un poco de luz puede percibir, solo el fuerte olor a pescado y el ruido de camiones moverse.

—¿Quién eres? —preguntó finalmente.

No hubo respuesta de inmediato, hasta que sintió que la tomaban de la barbilla con rudeza. Ante el dolor de esos dedos enterrándose en su piel sin piedad, apretó los dientes.

—No preguntes, solo cállate y grita de dolor, no necesito más de ti —la voz agria la soltó de golpe.

Y antes de que Laura pudiera preguntar que quiso decir con eso recibió una feroz patada contra su vientre que la hizo perder el aire. Con las manos atada a su espalda ni siquiera pudo protegerse, ni menos ante la segunda patada y que le jalaran el cabello con fuerzas escuchando el tono de un teléfono que sonaba sin ser contestado.

Es evidente que su secuestrador está llamando a alguien.

—… Aló —la voz titubeante del otro lado del auricular inundó el silencio.

—Hola, amor —la voz del secuestrador, con un tono jovial se escuchó después—. ¿Qué haces maldito perro traidor? ¿Ya le has movido la cola a tu nuevo amo?

No hubo respuesta de inmediato, solo una respiración jadeante, es evidente que quien contestó le tiene miedo a quien lo ha llamado por teléfono.

—Si cuelgas te prometo que la mataré —aquel que antes había hablado con cordialidad ahora hablaba amenazante.

—¿De quien hablas? —respondió de inmediato la persona del otro lado.

Esta vez Martín se acercó a susurrarle a Laura en el oído.

—Vamos, bonita, di algo si tu vida te importa.

Pero la mujer aun sin entender que intenta hacer se negó a hablar apretando sus labios. Están intentando usarla para extorsionar a alguien, sin saber a quién precisamente, no está dispuesta a ser utilizada para causar daño a otro. Además, siente que el tono de voz del otro lado de la llamada, se le hace conocido.

—Bien, hazlo —el secuestrador habló como si ahora se dirigiera a otra persona.

En eso sus manos fueron liberadas, pero le agarraron de ambas muñecas con demasiada fuerza, dejando una de sus manos sobre algo duro y frio, parece ser una banca de madera. Laura se resistió, algo en su interior le decía que lamentaría su rebeldía, pero colaborar con un criminal está lejos de su ética. Fue entonces cuando sintió algo caliente que atravesaba su mano, un fuerte dolor agarró su extremidad y pudo entonces comprender que acababan de atravesarle la mano con un puñal.

Sin poder contener el grito por el dolor, la persona al otro lado del teléfono palideció al escucharla.

—¡Basta!... Yo no sé quién es la mujer que tienes ahí… pero detente… —el temblor de la voz desde el auricular se escuchó con fuerzas.

—¿No lo sabes? —Martín habló en tono burlesco—. Eres mi perro favorito y el más tonto. Vamos Ismael ¿Recuerdas a la chica del parque? Esa que fingiste no conocer. Sabes que tu amo es curioso y tuve que buscar información de esa muchacha, Laura Morales, la hermana de tu novia ¿Es así?

Laura aun respirando agitada manteniéndose despierta a pesar del horrible dolor recién pudo descubrir quien era la otra persona y armar la situación en la que se encuentra atrapada. Al parecer Ismael logró escapar de este loco infame y este tipo la está usando a ella para volver a tenerlo entre sus manos.

Quisiera decirle que no venga, que es una trampa, pero cayó al piso perdiendo la conciencia sin poder escuchar más de la conversación.

—No le hagas nada, te lo suplico —habló Ismael de inmediato—, ella no tiene nada que ver conmigo, déjala ir.

—Vaya, ahora si nos estamos entendiendo ¿Cuáles son las palabras que te enseñé a usar en mi presencia? —exclamó con gesto divertido, pensar que va a recuperarlo lo pone ansioso, ya le hará pagar su traición con la cantidad de juguetes de tortura que acaba de comprar para que su perro desobediente no vuelva a morder su mano.

Ismael se mordió los labios, alzando la mirada y dándose cuenta de que una de las cámaras del jardín de Luis apunta justo a su lugar.

—Amo —habló con los ojos fijos en la cámara mientras recogía del suelo uno de los juguetes de peluche del hijo de Luis—, no le haga daño a Laura, se lo suplico. Yo iré con usted, déjela libre, se lo suplico.

Y dicho esto se arrodillo en el suelo.

—Así me gusta, ahora saca el chip de ese teléfono y tráelo contigo, sino será ella quien pagará las consecuencias. Sal de ese lugar, finge que vas al médico, ve a la clínica privada del centro de la ciudad, y atiéndete con el doctor Céspedez Torrealba, él te dará otro teléfono desde el cual te llamaré y te diré a donde debes venir. Si haces cualquier intento por avisarle a Luis o a la policía, mataré a esta perra.

Ismael siguió sus órdenes, sacando el chip del teléfono y dejando el aparato sobre la maceta de un pino, al lado dejó el oso de peluche antes de volver a mirar fijamente la cámara y salir. No puede perder tiempo, no puede permitir que Martín le haga daño a Laura. Dominga jamás le perdonara que su hermana deba morir por su culpa.




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