Sueños

Capítulo 11. Medianoche

La peor parte de un deceso es agradecerle a "todos" sus atenciones cuando el alma no está para cortesías o miradas cargadas de lástima. Tal vez ni siquiera los sollozos de los demás o los propios eran tan cansados como tener que aparentar cordura cuando en realidad se deseaba desaparecer o permanecer en soledad. Por eso las personas más afectadas con la perdida se mantenían ausentes y encerrados en una cárcel de carne que solo escuchaba palabras de consuelo por el solo deber de hacerlo.

En momentos como esos ninguna palabra de aliento sirve, porque simplemente el dolor es mucho más intenso y no es suficiente para mitigar la sensación de haber muerto con aquella persona que se amó en vida. Así le ocurría a July, pese a estar rodeada, mayormente por conocidos de Killian, recibía las mismas condolencias que el ahora viudo, quizá solo por ser la desdichada hermana de la difunta Serena Killian.

— Animo July, ella lo habría querido— dijo la persona a su lado.

Probablemente así era, pero ella ya no podía pensar en posibilidades, su hermana estaba muerta y siendo valada en este preciso momento en uno de los cementerios más distinguidos de la cuidad.

— Esto no está pasando— murmuró casi como en transe haciendo caso omiso a la chica que permanecía a su lado.

— July— la joven no pudo contenerse y abrazó a la rubia, que tras unos instantes reaccionó correspondiendo el afecto de su amiga de toda la vida.

— ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué se fue? Aun no era su tiempo.

La muchacha de cabello oscuro y ojos violeta no supo responder, solo podía apoyarla y esperar que lo superara. Aun cuando July sentía que nunca se recuperaría de esa pérdida, todavía quedaba pendiente la promesa realizada en el lecho de muerte de su hermana, ¿qué cómo la llevaría a cabo? No tenía ni idea.

Grace Miller continúo abrazando a su amiga, a pesar de vivir lejos, había recibido una llamada e instantáneamente tomó el primer vuelo hacia Nueva York, lo más importante era estar con su mejor amiga en un momento tan difícil.

Por su parte, a pesar de escuchar con atención las palabras del sacerdote, Killian no dejaba de mirar hacia donde estaban July y su amiga.

— «Al parecer no ha cambiado»— pensó el ojiazul, aquella chica a pesar de su edad seguía siendo bajita pero no por eso era de menor utilidad.

Así pues, prosiguió el sepelio donde los rostros tristes se desplegaban a medida que las ultimas oraciones terminaban y el ataúd de Serena Killian comenzaba a descender hacia la oscuridad.

Habiéndose recuperado un poco July miró a su madre, la mujer permanecía inconsolable, llorando ríos y prensada del brazo de su esposo quien parecía seriamente acongojado por la perdida. A la rubia jamás le agradó ese hombre, pero debía reconocer que también tenía derecho de estar ahí porque como dijo su madre una vez: él era el verdadero padre de su hermana, y sus sentimientos eran tan validos como los suyos.

Siguiendo el recorrido encontró viejos amigos de su hermana, así como uno que otro desconocido y al final de la lista, el viudo, quien por ningún motivo apartaba la vista de la fosa que comenzaba a ser llenada con tierra. Mirando dentro de los orbes azules observo dolor, se preguntaba cómo siendo su hermana tan buena el genio jamás pudo enamorarse de ella, sin embargo, había cariño y eso la hizo sentirse reconfortada.

A su vez Alex Killian trataba de concentrarse en algo que no fueran los llantos de su suegra o de alguna persona que trataba de solidarizarse con su persona; de nueva cuenta, podía percibir la opresión en su pecho y el nudo en su garganta que no le daba cuartel. Las circunstancias eran las mismas solo que con personas diferentes, y como aquel día años atrás pudo experimentar otra vez la pérdida de un ser querido, en ocasiones pensaba que estaba maldito, las personas importantes para él morían, sin embargo, así era la vida y por más raciocinio que intentara utilizar solo conseguía sentirse desamparado.

Elevó la vista encontrándose con unos ojos castaños que le observaban fijamente, fue entonces que la conexión surgió y aun estando en lastimeras circunstancias no pudo dejar pensar en lo vulnerables que estaban los dos, pero al mismo tiempo tan unidos por aquel deceso. De extremo a extremo, rubia y castaño continuaron mirándose como tratando de entrar uno en el interior del otro pudiendo percatarse, de aquello que años atrás habían creado con tan solo una mirada y ambos lo sintieron mucho más fuerte e intenso.

— Alex, el director del banco central quiere hablar contigo.

Oportunamente Annya hizo acto de presencia al lado del ojiazul, susurrándole algunas cosas que le hicieron perder la concentración y virar inmediatamente dándole atención.

July se sintió melancólica al mirar a Killian desaparecer junto a unas personas, no obstante, cierta paz se refugió en su corazón permitiéndole caminar hacia donde estaban esperándola sus amigos.

— Les agradezco infinitamente que hayan venido, significa mucho para mí.

— No hables así July, después de todo para eso están los amigos, para acompañar en las buenas y en las malas.

El alto y rubio Christian Taylor habló en nombre de todos, logrando una pequeña sonrisa en el pálido rostro de July, quien por un momento pensó en su amigo, sí, aquel fornido muchacho no solo estaba ahí por ella, Chris siempre había estado enamorado de su hermana y perderla, aunque fuera un amor platónico también significaba mucho para él. July no podía hacer nada por el más que acompañarlo en su dolor y desearle buena suerte en su búsqueda por amor correspondido.




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