Tentación Irresistible

27|Línea de Tiempo.

Lotty

 

Lotty.

 

—¡Me gusta como está quedando esto!

Kas abandona su posición en el fondo de la biblioteca y con las manos en la cadera, contempla todo lo que hemos estado haciendo durante la semana. Es nuestro tercer jueves haciendo labor social en la biblioteca olvidada de Boston.

—Sí. No pensé que avanzaríamos tan rápido —le digo. Me limpio una gota de sudor que corre por mi frente.

En un principio nos movíamos tan lento que llegué a pensar que acabaríamos para finales del año que viene. Había mucho polvo y muchos libros revueltos por todos lados. Un par de goteras en el tejado que inundaban la estancia para cuando llovía, y aplastaba todos nuestros esfuerzos por rescatar este lugar.

—¿Y tú qué opinas, Ally?

Ella se saca los auriculares de las orejas para sumarse a nuestra conversación.

—Pues, si mis cálculos no me fallan, en seis semanas podríamos hacer la inauguración.

—¿Inauguración? —inquiero.

—Sí, podríamos hacer una fiesta. Lo que quieran.

—¡Yo quiero hacer una fiesta! —exclama Kas con evidente entusiasmo.

Ally sacude la cabeza y nos da una sonrisita antes de retomar su labor. Ella se ha encargado de pulir los estantes con brillo y cera. Mientras tanto a Kas le toca ordenar los libros por categorías de género y a mí me toca acomodar los estantes delanteros.

—Sí me parecías ese tipo de personas —comento, poniéndome de rodillas para cargar un lote de libros de romance. Observo las tapas quebrajadas y el amarillento que tiñe sus páginas me llevan a pensar que son muy viejos.

—¿Cuál tipo?

—El que le gusta la fiesta.

—¿A quién no le gusta una buena fiesta?

—Bueno... conozco a una persona. —Meto un puñado de libros y los reordeno de acuerdo a sus colores. Me gusta el contraste del rojo intercalado con la gama de tonos rosados.

Escucho a Kas reírse a mi espalda.

—¿No te gustan las fiestas?

—No he ido a muchas como para saberlo.

—Oh. Entonces, haremos la mejor fiesta de todas, y al final de la noche tendrás que decirme si te gustan o no.

Escondo mi sonrisa mientras meto el último libro en un hueco, y me sustrae energía tener que forcejear para que encuadre. Pronto, una melodía empieza a sonar, y le envío a Kas una mirada de soslayo para averiguar de dónde proviene la música.

Él me está mirando con una sonrisa gigantesca en los labios, y extiende su mano en mi dirección. Su insinuación es muy clara. Está invitándome a bailar. Niego con la cabeza, rezando en mi fuero interior a que desista del asunto. Lo último que deseo es empezar a pisar hormigas frente a él.

Sin embargo, Kas comienza a acercarse sin apartar la sonrisa. Su dedo índice se mueve, pidiéndome que me mueva, pero permanezco en rotunda negación. Me inclino para alcanzar otro lote de libros, pero Kas se adelanta, y me los quita de las manos. En su lugar, ahueca mis manos sobre las suyas y su cadera se menea de lado a lado, armoniosamente.

Me río.

—No quieres verme bailar.

—Seguramente sí quiero verlo.

—No, Kas. Se me da fatal bailar.

—Nadie nace experto en nada.

—Pero mis pies ofenderían a cualquier bailarín. Hasta las hormigas son más coordinadas.

Él suelta una risita y niega con un chasquido.

Envuelve mis manos y tira de mí hasta que empiezo a moverme. Lentamente, empujada por sus movimientos. Poco a poco la rigidez en mis huesos comienza a diluirse y mis articulaciones se aflojan para ceder a su espontanea decisión. Pronto, nos encontramos meciéndonos como una hamaca a merced de una suave ventisca estival. Mis ojos se mantienen mirando el suelo, sobre nuestras zapatillas deportivas, para evitar caerme.

—Me imaginé que bailabas peor —comenta divertido.

Levanto la mirada. Una sonrisa desafiante se alza en mis labios.

—¿Quieres ponerme a prueba?

—Si me haces el honor. —Finge una reverencia, y yo me dejo llevar por el momento. De cualquier modo, solo estamos nosotros dos y Ally, que sigue anclada en su tarea.

Afianzo el enlace en nuestros dedos y dejo que mis piernas se muevan al ritmo de la canción. Es suave y lenta al mismo tiempo. Muevo mis caderas siguiendo el tempo, y Kas silba con aprobación. Me echo a reír, y entonces se aleja para coger un plumero. Me lanza uno y empieza a simular que estamos en medio de un concierto y los libros son nuestra majestuosa audiencia.

No puedo evitar reír y sentirme parte de un musical. Cierro los ojos y tarareo la letra de la canción pese a no haberla escuchado nunca antes en mi vida. Kas baila a mi alrededor y toma mi mano para hacerme dar una voltereta.

Entonces la canción termina y el silencio regresa al lugar siendo apaciguado por el repetitivo sonido de una gota al deslizarse por una grieta en el techo. Ambos hacemos una reverencia imaginaria y estallamos a reír como dos desquiciados. Siento a mi cara llenarse de calambres y calor que se propagan hasta invadir mi estómago.

Y de pronto, me paralizo cuando dentro de mi radar entran un par de ojos grisáceos.

El plumero se resbala de mis manos y se estrella contra el suelo causando un ruido que me perturba. Trago saliva y me quedo tan quieta como puedo. Por un segundo, temo estar imaginándome a Justin allí, plantado junto a las puertas marrones de la biblioteca y observándome.

Pero alza el brazo y las burbujas en mi cabeza se revientan.

Es real. Justin está aquí luego de dos días sin obtener ninguna señal de su existencia.




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