Tentación Irresistible

Epílogo

Lotty

 

Lotty

Siete meses más tarde...

Muchas cosas pueden cambiar en menos de un año.

Puedes conocer personas nuevas, lugares nuevos, descubrir nuevas pasiones que no sabías que te gustarían...

Puedes renunciar a un empleo, renunciar a algo que no te guste...

Puedes volver a empezar, puedes terminar, puedes dejar cosas de lado o simplemente, poner nuevas fechas para seguir intentándolo.

Puedes enamorarte, desenamorarte y volverte a enamorar. Incluso, todo ello con la misma persona. O con otras personas.

Puedes hacer nuevos amigos que querrás que duren toda la vida y que, a pesar de solo haber conocido hace un par de horas, es la amistad más pura que conocerás, así como también puedes decir adiós a personas que conociste durante toda tu vida y que creías que siempre estarían ahí.

Porque así es la vida; impredecible, efímera y fugaz.

Y así somos nosotros; una casualidad llena de intención. Somos motivos, somos propósitos y somos energía.

El sol radiante me baña el cuerpo con su calor. Deleitarme con el sonido de las olitas que se estrellan contra las rocas a la distancia se ha convertido en uno de mis pasatiempos preferidos durante el último tiempo, aunado al cantar de las avecillas y el viento resollando con cadencia.

Me giro sobre la tumbona y aparto las gafas de sol de mis ojos.

—¿Ya te despertaste, bella durmiente? —dice Justin apartando sus ojos del libro que se encontraba leyendo.

Lo observo durante un par de segundos. Metido dentro de ese bañador de rayas de colores y con el torso desnudo y brillante por el bronceador. Tiene los ojos más claros por el reflejo del sol y su rostro últimamente se ha llenado de diminutas pecas bronceadas.

—Solo dormí cinco minutos —me quejo.

—Hum... múltiplicado por diez.

Me enderezo dentro de la tumbona y acerco mis rodillas al pecho. Dejo a mis ojos revolotear por el magnifico paisaje que se postra delante de nosotros. Tenemos más de una semana hospedándonos en una cabaña en Sicilia por vacaciones de verano y es que David ha insistido en que le acompañemos a él y a su familia a la isla.

Al principio, me dejé llevar por mi instinto de responsabilidad y me negué rotundamente. Pero tras varios días de insistencia, Justin consiguió hacerme acceder. Siempre consigue que le diga que sí a lo que quiera, solo tiene que mirarme de la forma en la que lo hace y sé que estoy pérdida.

Después de todo, no soy la única que ha hecho sacrificios en nuestra relación. Él renunció a su grandiosa oportunidad de jugar en uno de los mejores equipos de Italia solo para quedarse en Boston conmigo. Aunque con el paso de los meses, recibió la gran noticia de que un nuevo equipo americano estaba interesado en él y, a pesar de que también es demandante, tiene más tiempo para pasarlo conmigo que antes.

Aunque no es el único que ha estado demasiado ocupado. Después del enorme éxito de la biblioteca, una agente millonaria decidió donar radicales cantidades de dinero para crear una fundación en la que nos dedicamos a ayudar a personas necesitadas. Recolectamos comida, ropa y hacemos actividades recreativas. Incluso, hace poco conseguí que los Bad Wolves diesen un concierto de caridad para recolectar dinero para la fundación. Fue increíble volver a ver a Maxine de nuevo en el escenario luego de tener a Avril, su hija.

Mirar todo lo que he cambiado en menos de un año me provoca escalofríos. Nunca pensé que tendría el valor de enfrentarme a mí misma, de aventurarme a descubrir quién quiero ser realmente cada día de mi vida. ¿Y lo más maravilloso de todo? Con quién quiero estar.

—David dice que nos apresuremos para la cena —comenta Justin tras leer su móvil.

Se levanta, sacudiéndose la arena del short y me tiende su mano. Recibo su ayuda y pongo resistencia a próposito. Él lucha, enterrando los dedos en la arena hasta que los dos perdemos el equilibrio y acabamos estrellados contra la arena suave que baña la costa.

No puedo dejar de reírme mientras lucho por quitarmelo de encima, pero Justin encuentra acomodo encima de mí. Nos miramos directo a los ojos.

—Estás aplastándome —le digo.

—Tú estás aplastando el suelo.

Una risotada se me escapa de la garganta y acabo atizándole un golpecito en el pecho, pero él es más rápido y ahueca mis muñecas bajo sus tibios dedos.

—Yo solo intentaba ser amable, pero tú me jugaste sucio. ¿Desde cuándo eres así de tramposa, nerd? —Vislumbro la sonrisa guasona que adorna sus labios y me odio a mí misma de pronto. Él tiene razón. Yo me metí en este nudo de cuerpos arenosos y sudorosos.

—No me llames nerd. Ya ni siquiera soy una nerd.

—Siempre serás una nerd para mí.

—Y tú un fuckboy.

Él arruga las cejas y estira sus brazos por encima de mi cabeza para mantener mis manos atascadas.

—¿Un fuckboy haría esto? —musita con sus ojos grisacéos clavados sobre mí. Inclina su rostro sobre el mío, hasta que nuestras narices se encuentran y nuestros alientos se vuelven uno solo. Desliza sus labios por el borde de mi cara hasta alcanzar mis labios y besarlos con suavidad.

Tan lento que me desespera porque yo quiero saltarme directo al modo turbo. Le muerdo el labio y él echa su cabeza hacia atrás.

—¡Auch! —se queja divertido—. Eso es muy salvaje de tu parte, nerd.

—Suéltame.

—No puedo.

—¿Por qué no puedes?

—Porque... me gusta la vista que tengo desde aquí. —Me guiña un ojo.




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